ESPEJOS DE AGUA NATURAL

A través de un sistemaintegrado de plantas acuáticas y piedras, las biopiscinas evitan el uso de cloro y otros químicos. En estanota, los rasgos que las definen y los detalles fundamentales paralograr su funcionamiento correcto.

Txt: Nicolás de la Barrera Ph: Gentileza Bio Bayres

Con arroyos, saltos de agua o cascadas. Con plantas acuáticas e, incluso, pe­queños peces. Las variantes de las biopiscinas son muchas, pero todas guar­dan una característica que las hace distintas a cualquier pileta tradicional: la ausencia de cloro o de otras sustancias químicas en sus aguas y una forma de filtrado completamente natural, gracias a la vegetación integrada a la zona de recreación. Surgidas hace aproximadamente 30 años en Europa, las bio­piscinas, también conocidas como piscinas biológicas o naturalizadas, poco a poco empiezan a verse en los jardines hogareños del país, dentro de una corriente en la que confluye una conciencia cada vez mayor por el cuidado del medio ambiente y una vuelta al contacto con la naturaleza.

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Una de las particularidades que más distingue a las biopiscinas es que no utilizan ningún producto para su mantenimiento o para que el agua esté siempre apta para su uso. “En las piletas naturales el proceso para que se man­tengan limpias no es químico, sino que es orgánico y se hace a través de elementos naturales combinados”, dice la arquitecta Adriana Miceli, directora del Cen­tro de Formación en Arquitectura Sustentable (CFAS). A causa de esto, una de las ventajas principales que tienen las biopiscinas, destaca Miceli, es que al no agregarles cloro u otras sustancias “el agua tiene menos perjuicio para la piel o el pelo”.

Gastón Di Pardo, del área de proyecto y dirección de la empresa Bio Bayres, explica que estas piletas “imitan el ciclo de la naturaleza para realizar la de­puración y filtración del agua, mediante gravas y plantas acuáticas con lo cual esta no es abrasiva”.

“Durante la temporada de baño se sugiere como mínimo un mantenimiento semanal en el cual se lleva a cabo un aspirado de sedimentaciones con un barre­fondo y el vaciado de residuos de los ‘skimmers’. En ningún caso se deben añadir productos químicos ni realizar cambios de agua, salvo la reposición por faltante debido a la evaporación. En caso contrario se alteraría el equilibrio biológico del sistema, reduciendo su capacidad depuradora”, agrega Di Pardo.

“Si todo está bien hecho el mantenimiento se da por sí mismo, a través del proceso natural”, agrega Miceli. En este sentido, la arquitecta recomienda que, antes de comenzar una construcción de este tipo de piscinas, se tenga en cuenta si se va a construir en una zona ventosa, la altura en la que se va a ubicar, y si existe cualquier condicionamiento que pueda afectar la calidad del agua.

Como características principales, todas las biopiscinas cuentan con dos es­pacios bien diferenciados: por un lado, la zona de natación y, por otro, un espacio clave: el del filtrado y purificación del agua, en donde pueden inter­venir, además de la vegetación y la grava, pequeños peces que se alimentan de las larvas de mosquitos y otros insectos. Sin embargo, el éxito de una biopiscina estará marcado por la dinámica del agua. “El funcionamiento es a través de una bomba, que produce la circulación de una zona a la otra, para que se depure. Eso tiene que suceder dos o tres veces al día”, explica Fernando Vega, especialista en paisajismo y constructor de biopiscinas en Biopool. “De esta forma se evita que crezcan algas unicelulares, que son las que le dan la tonalidad verde al agua”, señala.

El resultado: una piscina que, además de tener un funcionamiento ecoló­gico, se puede exhibir en completa armonía con su entorno verde. “A nivel paisajístico es el día y la noche comparada con una piscina de hormigón tradicio­nal”, agrega Vega. Las opciones para embellecerlas van desde incluir cascadas y saltos hasta arroyos que, a su vez, cumplen la función de oxigenar el agua.

Claro que, como cualquier pileta, estas implican cierto mantenimiento, aun­que, en rigor, las tareas no presentan grandes dificultades y se parecen más a las vinculadas con la jardinería: se trata de cuidar que no caigan hojas de árboles y materia orgánica que luego el biofiltro no sea capaz de depurar, podar las plantas acuáticas para evitar su crecimiento desmedido y, pasado el invierno, quitar las que no hayan superado las bajas temperaturas. Y un dato no menor: como se evita la utilización de cloro, casi no hay gastos extras para la limpieza.

Menos artificiales y no por eso menos vistosas, las biopiscinas recuerdan que, incluso en actividades relacionadas con el ocio y la recreación, también se puede tener en cuenta el cuidado del medio ambiente.

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