UNA ARQUITECTURA POSIBLE

La JJ EcoHouseparecedelfuturo, pero no lo es. Está ubicada en un loteentrelos cerros Otto y Ventana, en Bariloche.
Germán Spahr, su creador, recibió esteaño un primer premio deArquitectura y Hábitat Sustentable.

Txt: Bernardita Ponce Mora Ph: Gentileza Germán Spahr

 

A lo mejor, dentro de algunos años, niños y niñas dibujen casas diferentes a las que dibujábamos nosotros. En vez de tener chimeneas, tendrán paneles solares y, además de árboles, tendrán huertas.

Tratando de hacer posible este futuro, Germán Spahr diseñó la JJ EcoHouse. El joven arquitecto de Bariloche ganó con esta obra el primer premio de Ar­quitectura y Hábitat Sustentable 2016 en la categoría profesionales en escala edilicia. Además, fue el único que ganó una beca completa para cursar el año próximo una maestría de sustentabilidad en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo (FAU) de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP).

El concurso en el que participó Spahr fue organizado por la FAU, por el Colegio de Arquitectos de la Provincia de Buenos Aires Distrito 1 -La Plata-, y por las empresas Saint-Gobain Argentina SA y Rheem SA. Su obra se eligió durante el primer Encuentro Nacional sobre Ciudad, Arquitectura y Cons­trucción Sustentable en mayo último en la capital bonaerense.

¿Por qué los premios? Bueno, la JJ EcoHouse, que mide 132 m2, prescin­de de agua y electricidad de red. Se autoabastece de la energía necesaria y cosecha agua de lluvia. Además, separa las aguas negras de las aguas grises -agua con jabón- y recicla estas últimas a través de una serie de tratamientos anaeróbicos. Todos los muros aportan calefacción pasiva: en planta baja, un muro de más de un metro de espesor, construido a partir de cubiertas reci­cladas rellenas de tierra compactada, absorbe y retiene calor durante el día y lo devuelve durante la noche.

Una cuestión lógica

“No es una cuestión moral, no es una cuestión espiritual, no es una cuestión política, es una cuestión lógica”, dijo Michael Reynolds, el arquitecto creador de las “earthships” o “naves-tierra”. La primera nave-tierra de la Argentina fue construida en 2014 en Ushuaia por iniciativa de Elena Roger y Mariano Torre.

“Se dice que las buenas ideas se contagian unas de otras”, expresó Spahr al pre­sentar su obra. Su cliente, cuyas iniciales son JJ, estudioso de la arquitectura de Reynolds, dijo desde el principio que necesitaba una vivienda “radical­mente sustentable”. “Por más que en lo funcional sea parecida a una casa de Reynolds, la estética es de mi autoría, más accesible al público general”, observó Spahr en diálogo con BA MAG.

Su cliente puso a disposición para la obra un lote ubicado entre los cerros Otto y Ventana, con vistas hacia el lago Gutiérrez y el cerro Catedral, sobre la ruta nacional 40, a menos de 10 km del centro de Bariloche. La vegetación del terreno es 100% autóctona, “una rareza barilochense”, según reveló Spahr.

“Trabajé en conjunto con mi cliente durante un año hasta llegar al diseño defi­nitivo”, contó. “Gracias a este largo proceso de maduración llegamos a una solu­ción tanto atractiva como funcional. Y como en muchos otros aspectos de la vida, lo bueno se hace esperar”, graficó. La casa ya estaba en construcción cuando el barilochense fue premiado y tiene la esperanza de que el año próximo lo encuentre puliendo los últimos detalles, que “lamentablemente, es la etapa que más tiempo suele llevar”.

“Me gusta la buena arquitectura”, aseguró. “La sustentabilidad es un requisi­to necesario y no me sentiría cómodo proyectando algo ineficiente. Los mismos criterios de sustentabilidad se pueden aplicar a cualquier edificio, no sólo a la arquitectura doméstica”, remarcó.

Consultado sobre qué parte de la obra le gusta más, respondió: “Si tuviera que elegir una sola cosa, sería la comunicación visual de los dormitorios con el jardín a través de las huertas”. También le gusta el mangrullo de la turbina eó­lica: “Me recuerda al campanario de una iglesia… Una iglesia de la naturaleza”.

Cuestión de costos

La arquitectura sustentable suele pensarse como privilegio de unos pocos, pero ¿es mucho más cara que la construcción tradicional? “Suponiendo que las casas se piensan para que duren, por lo menos, 50 años, es necesario ver la relación costo/beneficio”, manifestó Spahr. “Como inversión inicial, estas casas requieren un poco más de presupuesto. Si las cosas se hacen bien, la inversión se recupera en 15 o 20 años, porque no existen gastos fijos como calefacción o elec­tricidad, lo que genera una ventaja en el plazo largo”.

Spahr explicó que los muros térmicos son muy baratos de construir, pero que el aislante en la Argentina es bastante caro. “Eso suele causar sospecha en mucha gente porque lo ve como algo superfluo. Como suele ser lo último que se compra, termina sufriendo los recortes de presupuesto y, por lo tanto, hace peligrar la eficiencia energética del proyecto”, lamentó.

“Hay que saber buscar el equilibrio en el presupuesto”. Spahr optó por no dar recetas generales, sino analizar en cada caso “de dónde vienen los materiales, cómo se fabrican, si son reciclables (o reciclados), cuánto duran, si tienen un buen funcionamiento para el propósito con que está pensado, si la mano de obra está calificada, etc”.

“Mi consejo es evitar comprar soluciones industrializadas a precios demasiado ba­jos porque lo más probable es que no sean durables (y mucho menos sustentables). Como se dice, lo barato termina saliendo caro”, observó. “Sin costos adicionales, a la casa se la puede adaptar al clima y al entorno inmediato. En nuestro caso, la fachada está inclinada hacia el norte y el muro ciego, hacia el sur”.

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Hacerlo posible

Spahr consideró que la construcción de casas sustentables no se masifica por la falta de conocimiento sobre el tema, debido a la dependencia de los ser­vicios disponibles. Explicó que, por ejemplo, el gas subsidiado no es bueno para el medio ambiente, pero es conveniente para el bolsillo del usuario. “Hace años que se viene estudiando la eficiencia energética. Hoy hay un auge de difusión para que la gente conozca sobre el tema y aprenda qué se puede hacer”, comentó.

“Es importante que la gente sienta la necesidad de cuidar el medio ambiente y que exista cierta disciplina para no caer en lo que no es sustentable sólo por­que es más cómodo y más fácil”. Consideró que deberían establecerse normas constructivas que apunten a una eficiencia energética mínima y que existan reconocimientos y certificaciones oficiales a los edificios más sustentables, como en otros países.

Spahr observó que en la carrera de arquitectura, si bien se enseñan algunos criterios de diseño bioclimático, “la sustentabilidad se ve más como una es­pecialización de posgrado”. Consideró que “depende de la capacidad de cada uno estudiar más de lo que propone la universidad, sin desmerecer esta última”.

“JJ EcoHouse es una obra que propone arquitectónicamente un diálogo con el sitio y con la naturaleza, la sensibilidad del espacio con el respeto por preservar lo existente. Recorre las pautas tecnológicas hacia la sustentabilidad (…) logrando una máxima eficiencia en la calidad del espacio, ahorro energético y aprovecha­miento del clima, siendo un aporte a la mitigación en las emisiones de CO2”. Esa fue la devolución que hizo el jurado sobre la JJ EcoHouse.

Quizá Germán Spahr, con su obra, hizo que el futuro fuera un poco más posible y que, dentro de poco, niños y niñas dibujen casas que ni siquiera imaginamos.

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german-spahr.com