Alegría al bastidor

A través de sus obras coloridas y de trazos simples, Manuel Paz se abre camino en el mundo del arte con un estilo alegre que atrapa a grandes y chicos. Sobre tela o maderas recuperadas, cuenta historias con la menor cantidad de elementos posible.

Txt: Catalina Pelman
Ph: Gentileza Manuel Paz

 

Manuel Paz (38) pasó su infancia en talleres de pintura: mientras sus amigos hacían deporte, él se quedaba en su casa dibujando y pintando, como un juego. Lo curioso es que hoy lo invade la misma sensación: “Más allá de que pintar es mi trabajo, lo disfruto como un juego, del mismo modo que cuando era chiquito”, confiesa divertido.

Más tarde se formó en escultura y escenografía, lo que lo llevó a trabajar como ambientador en Polka y, desde hace más de una década, en Telefé. Con la necesidad de apartarse un poco del ritmo acelerado del universo televisivo, decidió poner a prueba su talento en Arte Espacio 2015 y se sorprendió con los resultados: “A raíz de esta muestra sentí un viento a favor muy fuerte, y me largué”, recuerda.

Manuel pinta con acrílico sobre bastidores tradicionales o maderas de descarte, todas de un tamaño no mayor al de la caja de su camioneta. En los últimos meses participó de la Feria Good, intervino con sus personajes una sala de reuniones de Facebook Argentina y expuso en Nordelta Art Gallery a fin de año.

¿Por qué decidiste estudiar escenografía?

En la adolescencia mi faceta artística se había dormido un poco, pero cuando tuve que elegir una carera me incliné por la escenografía, tal vez porque tiene una relación fuerte con la pintura. Por suerte mis padres, que disfrutan mucho del arte, me apoyaron. Yo creo que tenemos que hacer lo que nos gusta, porque si hacemos algo por mandato o porque parece más redituable, vamos directo al fracaso. Es redituable, emocional o económicamente, hacer lo que te guste.

¿Cómo combinás tu trabajo como escenógrafo y la pintura?

Este año tuve la necesidad de darle más espacio a la pintura, a esto que me gusta tanto. Llegó un momento en que no podía comprometerme porque no me alcanzaba el tiempo para cumplir con los pedidos, ni siquiera pintando de noche. Por eso, desde octubre me tomé una licencia para dedicarme exclusivamente a pintar, para poder hacerlo más tranquilo. Me gusta mucho la escenografía pero llevo muchos años en el medio y a veces agota el ritmo vertiginoso de la televisión.

¿Cuál fue el puntapié para que tomaras esa decisión?

En agosto de este año participé de Arte Espacio, que me dio el impulso que necesitaba. Fui con la intención de probar, no con un objetivo económico. Necesitaba hacerlo, probarme a mí mismo, abrir mi propia puerta. Y me encontré con un clima bárbaro, con otros pintores con más experiencia. A raíz de esta muestra sentí un viento a favor muy fuerte, y me largué, con el apoyo de mi esposa Marilina, que siempre creyó en mí y en mi obra. Como me dijo Felipe Giménez, un artista de Mar del Plata: “ahora ya estás arriba de la autopista, tenés que empezar a mirar las señales”.

¿Qué historias cuentan tus personajes?

Trato de contar la historia de un individuo: una relación con él mismo, con otra persona, con un grupo. Siempre busco contar lo que yo quiero contar pero usando la menor cantidad de elementos posible: alcanza con un cuadrado, dos patitas y una cabeza para que sea un hombre. Me han preguntado: “¿Y por qué no tiene manos?”. Porque no las necesita, ¡si está parado, esperando para cruzar en el semáforo! La idea es tomar los objetos que tienen existencia en el mundo material, no en su aspecto accidental sino en su idea, transformando el objeto real en objeto esencial. Por supuesto, la clave es con todo eso, provocar en el otro una sensación, movilizar.

¿Qué materiales usás para tabajar?

Uso acrílicos, pero pinto sobre bastidor tradicional y también sobre maderas que encuentro o que me juntan mis amigos. Lo que me gusta de reciclar materiales es que una pintura puede sacarte una sonrisa o hacerte reflexionar, está hecha en un soporte que otro consideró basura. Pintar sobe un lienzo en blanco es prolijo, no representa un problema. Pero encarar un trabajo sobre una madera recuperada sí plantea un conflicto, que no siempre se ve, pero que tiene que estar.

¿Qué particularidad tiene tu obra?

Me han dicho que he logrado construir una imagen, que fue la suma inconsciente de cosas que he tomado de otros artistas, más lo mío, más mi vida. También me dijeron que es muy colorida, aunque yo no lo había notado. Aparecen muchos músicos, guitarras, pianos, algún cajón peruano, perros y gatos, una mujer y un hombre, escaleras, bicicletas, malabaristas y artistas callejeros, casitas. Ahora hago, en la mayoría de los cuadros, un signo más y una flecha hacia arriba o de izquierda a derecha. Eso apareció de forma inconsciente como una forma de equilibrar los espacios, de cubrir los vacíos.

¿Cómo es el proceso creativo?

Cuando empezás una obra te creás un conflicto, te estás inventando un problema para trabajar sobre el lienzo. La pintura es experimentar y resolver algo. Si bien lo disfruto, también hay algo de angustia en ese proceso de resolver el problema. Porque no nos olvidemos que si yo me invento un conflicto, estoy luchando contra mí mismo. Por otro lado, mis pinturas siempre salen de dibujos previos que hago en un cuaderno y en ellos me baso para pintar. Me paso el día dibujando, y de veinte tal vez sólo uno se convierte en cuadro.

¿Cómo es tu rutina de trabajo?

Me dedico a pintar entre 8 o 9 horas por día y respeto el horario porque, como se suele decir, la inspiración te tiene que encontrar trabajando. Mientras pinto escucho música, a veces la radio, y trato de mantener el orden porque el espacio no es tan grande y tengo muchos materiales. Además, me gusta ir a buscar el color rojo y saber que está ahí. Pero, aunque traigo esta idea del orden desde mi trabajo en los talleres de escenografía, esto lo pude lograr recién ahora que tengo más tiempo. Aunque se supone que los artistas somos más bohemios, me parece que la estructura es fundamental, se trabaja mejor.

¿Te gusta pintar en vivo?

Sí, de hecho hace poco estuve en la Feria Good, donde pinté un banco en vivo. Aunque no parezca, soy vergonzoso, pero me gusta estar pintando y que la gente se acerque; se genera algo lindo. También estuve pintando en vivo para Café Cabrales en Arte Espacio 2015. Fue una obra que se subastó para comprar equipamiento para el Hospital de San Isidro. Me gusta observar a alguien cuando está pintando o tocando un instrumento, me parece mágico.

¿Quién es el “pequeño hombre”?

Es mi alter ego, que surgió como una prueba de movimiento y la gente se apropió de él en las redes sociales. Ahora lo llevo a todos lados, le saco fotos en distintas situaciones, la gente espera sus aventuras.

¿Cómo fue pintar las oficinas de Facebook?

A raíz de una nota que me hicieron para La Nación Revista, me ofrecieron pintar una sala de las oficinas de Facebook en Argentina. Es una sala de reuniones grande donde pinté a mis personajes tradicionales, contando una historia de colaboración, también usé maderitas pintadas estableciendo un diálogo que muestra la comunicación y la individualidad, donde cada maderita es distinta -tienen una forma y un color distinto-, pero pueden contar algo juntas, generar un camino. Por otro lado, una historia más romántica de comunicación, de acercarse.

¿Qué público disfruta más de tus obras?

En las ferias pude ver que a los chicos les fascinan mis cuadros, pero yo no dibujo para un público infantil. Me encanta que les guste, y tengo buena energía con ellos. Evidentemente, sin darme cuenta, algo de eso se transmite en mis pinturas. Tal vez es porque se sienten identificados con el color o con la forma simple.

¿Qué sentís cuando alguien compra una obra tuya?

Me encanta, me da energía que alguien elija una historia que yo estoy contando, porque es una parte mía. Quiero que mis obras lleguen lejos, que no sean algo exclusivo, porque a mí me gusta pintar y es necesario que se genere esta rueda: no quiero tener una habitación llena de cuadros. Lo que sí me llama la atención es que la mayoría de las personas que se llevaron mis obras era la primera vez que compraban uno. Alguien que nunca tuvo un cuadro original en su casa, y decida comprarme a mí, está buenísimo porque significa que ayudé a romper una barrera.

"MALABARISTA CON PELOTAS" año 2015 - Acrílico sobre bastidor - 90 X 60 cm
«MALABARISTA CON PELOTAS» año 2015 – Acrílico sobre bastidor – 90 X 60 cm

¿Cuál de tus obras es tu preferida?

Tal vez una que hice con palets, es un hombre en la cima de una escalera que dice “¿Y ahora?” La hice en un momento de mi vida en que ya tenía la casa, a mi primera hija…y me preguntaba cómo seguiría el cuento. Es un cuadro que conservo, que tengo colgado en mi casa, como otros que también me han marcado.

Con sus cuadros, Manuel Paz derriba los prejuicios sobre el arte y confirma que el uso de trazos simples no implica una tarea sencilla. Por el contrario, nos revela que “menos es más” a la hora de expresar las emociones y que no es necesario ser un especialista en la materia para comprar un cuadro: “Mejor si no entendés nada de arte, porque tu percepción es más auténtica: si a una obra de arte hay que andar explicándola, es porque no funcionó”, asegura.

 

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www.manuelpaz.com.ar
facebook.com/ManuelPazPinturas