Belleza de mujer

Apenas comenzó el año y ya inauguró la exposición que muestra su nuevo trabajo inspirado en la figura femenina actual. Convencida que de las crisis se sale fortalecido, hace un breve repaso por su trayectoria y explica cómo llegó a crear esta nueva serie que tiene a la mujer como protagonista.

Txt: Catalina Pelman Ph: Gentileza Luisa González

Cuando Luisa González terminó el colegio, viajó a Europa con sus padres por primera vez. En el viejo continente descubrió el arte y los grandes museos. Esa experiencia marcó el inicio de su estrecha relación con la pintura. Al volver a la Argentina, mientras trabajaba empezó a estudiar y tomar clases en los talleres de Susana Malenchini, Luis Palombo, Cristina Dartiquelongue, Estela Pereda y María Luisa Manacedo.

Expuso en ferias de Chile, Uruguay, Brasil, Colombia, Estados Unidos, Suiza y España, y sus cuadros estuvieron presentes en colecciones privadas de diferentes países. A lo largo de su trayectoria dibujó y pintó paisajes, naturaleza muerta y fachadas de edificios, aprovechando las ventas y sorteando las dificultades del óleo, el acrílico y los bastidores de diversos tamaños.

Después de su última exposición, hace tres años, se dio cuenta de que “lo que estaba haciendo ya no podía hacerlo más”. Pasó un año deprimida, sin poder ir al taller ni pintar un solo cuadro. Aunque fue un período “muy duro”, estaba segura que la solución iba a aparecer pronto, ya que no era la primera vez que se enfrentaba a una crisis. Después de una búsqueda que duró varios meses, decidió retomar el dibujo y allí encontró la clave para desarrollar una serie colorida que representa a la mujer actual, bella por su osadía y su frescura.

¿Cómo encontraste la salida a ese mal momento?

Encontrar una temática nueva no es fácil. A mí ya me distinguían por mis pequeños personajes y por mis grandes fachadas de edificios. Comercialmente me iba muy bien, pero sería deshonesto de mi parte hacer algo que ya no sentía.  Justo leí una nota de la crítica de arte Nelly Perazzo, que hablaba sobre la importancia de que el artista se recicle siempre para ir más allá. Y fue lo que hice. Nunca perdí las esperanzas, pero fue muy duro. Pasó mucho tiempo hasta que un día, en una tienda de diseño, encontré un libro con muchas imágenes de mujeres. Inmediatamente me entusiasmé y llamé a mi hija Delfina, que vivía en Estados Unidos, para contarle que estaba feliz porque por fin había encontrado un tema. De todas maneras, tardé alrededor de medio año en tomar la decisión final. Comencé un cuadro con una modelo que saqué de una revista. Mientras la pintaba le iba mandando fotos a Delfi, y ella me lo iba digitando a la distancia. Cuando me decía que algo que había puesto en el cuadro no le gustaba, me agregaba: ¡pero seguilo! Fue durísimo, pero finalmente llegó la idea y estoy feliz con mis mujeres. Lo que me ayudó mucho fue volver a las fuentes, al dibujo que tenía totalmente abandonado y la ayuda de mi gran maestro Martín Palottini.

Cómo fueron tus primeros pasos en el taller?

Cuando me casé y nacieron mis cuatro hijos, trabajar en casa era muy difícil. Por eso alquilé un taller, un cuarto muy chico en la calle Uriburu. Era una casa donde todos éramos artistas y realmente la pasaba increíble. ¡Fue una etapa muy linda de mi vida! Actualmente, y desde hace varios años, tengo mi taller en casa. Eso me ahorra mucho tiempo que antes pasaba viajando. Por lo general, trabajo allí todos los días y muchas horas que se pasan rápido, sin darme cuenta. Mientras dibujo y pinto, tengo la compañía de la radio: varío entre música y noticias, depende del momento.

¿Qué etapas atravesaste en estos años de profesión?

Al principio pinté copiando el paisaje, después pase por la naturaleza muerta. También pinté pequeñas sillas, que eran las que utilizaban mis hijos. Por ejemplo, una silla blanca que introduje en cuartos vacíos. En ese momento había sufrido la muerte de mi padre, así que las sillas tenían una luz dirigida, lo cual hacía que esos cuartos provocarán melancolía y soledad. Años después, viajé con mi marido al norte de nuestro país y me enamoré de esos paisajes. Comencé a pintar con textura, volvía del Norte con el auto cargado de bolsas con el polvo de los distintos colores de las montañas. Fue mágico y deslumbrante.

Más tarde me dieron una sala en el Centro Cultural Recoleta, pero como no estaba contenta con lo que estaba pintando en ese momento comencé a hacer objetos. Entonces, cuando viajaba al Norte ya no traía más polvos sino que llenaba la camioneta de hierros que encontraba en los chatarreros. De ahí pasé a la serie “Transeúntes”, con muchas variaciones. Lo último que pinté antes de las mujeres fueron fachadas de edificios.

¿Con qué materiales trabajás actualmente?

Dentro de mi nueva serie, empecé a incorporar aerosoles, lápices acuarelables, marcadores y pasteles. Los bastidores que elijo por lo general suelen ser grandes, pero ahora también trabajo en otros tamaños. En mis primeras épocas trabajaba con óleo y no lo mezclaba con otros materiales. Después aprendí a manejar el acrílico, que lo bueno que tiene es el secado rápido. Lo malo que tiene es lo mismo, el secado rápido. Por eso, para hacer pasajes de color conviene trabajar con óleo, pero uso acrílico y me ayudo con productos que hacen un poco más lento el proceso.

¿Cómo son las mujeres de esta nueva serie?

Me inspiro en mujeres que veo en revistas o en la web, por lo general son modelos. Las elijo porque me gustan sus poses, sus miradas y lo que llevan puesto. La ropa que visten es la que yo elegiría para mí. Mis mujeres siempre van un paso adelante en la dinámica de la vida contemporánea. Todas ellas parecen seguras de sí mismas, atrevidas, desenvueltas, femeninas. Son dinámicas, con actitud, que enfrentan con entereza los desafíos que el género enfrenta hoy. Ellas trabajan sin descuidar a sus familias, luchando para lograr un buen equilibrio en sus vidas. En la mayoría de los cuadros están solas y en cuartos vacíos.

¿Qué nos decís, a través de ellas, sobre el mundo femenino actual?

El mensaje que trasmito yo, como artista en mis cuadros y a través de mis jóvenes mujeres urbanas, es el amor, la belleza, la armonía y fundamentalmente mucha paz. Ojalá pueda transmitir también la seguridad, la energía y la vitalidad que ellas tienen. No planteo específicamente en términos de igualdad de género sino que me he querido centrar en la mujer como motor del cambio. En cuanto a la temática de la igualdad, mi postura es la no confrontación. Pero sí estoy convencida de es importante que tengamos las mismas oportunidades que los varones. Y el arte no es ajeno a esta problemática. También en el arte las mujeres hemos sido postergadas. En los museos somos minorías, por no decir que muchas veces somos invisibles.

¿Qué posibilidades brindan las nuevas tecnologías a los artistas hoy?

La tecnología ayuda mucho a difundir a los artistas. Si participás de una exposición y lo publicás en las redes sociales, la difusión es más rápida y tiene mucho más alcance que por las vías tradicionales. Por ejemplo, gracias a Instagram puede seguirte gente desde cualquier lugar del planeta. Además, te brinda la posibilidad de hacer contactos nuevos, te promocionás más fácil. Fuera de lo que son las redes, creo que hoy en día es más sencillo comprar una obra, ya que las galerías te dan muchas facilidades.

¿Qué es el arte?

El arte es lo que me ayuda a despertarme cada mañana con alegría. Es lo que me da muchas satisfacciones y también mucho sufrimiento. A través del arte me comunico con la gente, me expreso, me equivoco, crezco y vivo. El arte puede servir para hacer reclamos, si el artista quiere. En mi caso, elijo conectarme con las diferentes temáticas por medio de mi sensibilidad y la percepción especial que tengo de las cosas.

¿Cuál es tu desafío para este año?

El 27 de marzo inauguré una muestra en mi galería Mundo Nuevo Gallery Art, en Callao 1870. Estoy feliz de mostrar lo nuevo, el producto de este proceso de cambio. Las inauguraciones en sí son un desafío porque nunca sabes qué va a pasar. Siento que el día de la inauguración es como una fiesta, donde obviamente sos el protagonista y te alegrás y te emocionás de ver a tus amigos que eligen ese momento para acompañarte. Es un día muy importante, es mostrar parte de uno, dar a conocer el trabajo.

¿Por qué seguís pintando?

Pintar es parte de mi vida, es una necesidad, mi pasión, mi vida. A veces me encuentro con alguien que hace mucho que no veo y me pregunta si sigo pintando. Me parece una pregunta tan ridícula: ¡Nunca podría dejar de hacerlo!

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luisagonzalez.com.ar