La belleza del VacÍo

En lo que va del año, Laura Nucenovich expuso en el Centro Cultural Borges y estrenó el Paseo de las Esculturas en Nordelta Centro Comercial. Inspirada en la experiencia cotidiana, su obra de hierro y acrílico encierra el sentir más profundo del ser humano e invita a reflexionar.

Txt: Catalina Pelman Ph: Gentileza Laura Nucenovich

Laura concurrió a diversos talleres hasta que encontró a su maestro, el escultor Ernesto Levin, con quien se inició en la técnica. Al mismo tiempo, complementó su formación práctica con los cursos de Historia del Arte y Estética dictados por la Lic. Marta Zatonyi.

Su luminoso taller de la avenida Córdoba es un oasis de silencio en la ciudad. Mesas con rueditas para transportar sin esfuerzo las piezas, repisas llenas de obras, incontables herramientas y un poco de polvo completan el paisaje de este taller. Allí enseñaba su maestro, quien le dejó un gran legado.

Laura siempre pensó que el uso de acrílico y metal era pura coincidencia… pero no. Ella trabaja combinando chapa de hierro y acrílico para lograr piezas de una pureza y dramatismo singular.

¿Qué posibilidades te brindan estos materiales?

El acrílico es una resina que me permite realizar obras con un lenguaje plástico en el que puedo priorizar el equilibrio, el ritmo y el espacio. Y el uso del hierro oxidado me permite trabajar en la geometría como dibujando en el espacio y representar la temporalidad de la materia, su recorrido en el tiempo y las alteraciones que de ello resultan. La corrosión, el desgaste, la oxidación y las marcas de herrumbre, son las herramientas.

¿Cómo definirías tu obra?

La constante en mis obras está determinada por la presencia visual ineludible del volumen. Los trabajos se acercan al espectador desde una sensibilidad visual y con un fundamento conceptual velado detrás de la forma. Utilizo la figura humana como metáfora de humanidad. El movimiento y la sinuosidad de la forma dan vida a estilizadas y expresivas figuras que se integran al plano geométrico organizado del hierro.

¿En dónde encontrás inspiración?

Es en la experiencia cotidiana donde se me presentan las primeras preguntas y es en el encuentro con el material donde surge un intento de respuesta. La pregunta proviene de la percepción de la realidad externa, pero, como todo individuo, la comprendo desde mi subjetividad, desde mi mundo interior. Me interesa crear imágenes a través de obras escultóricas visualmente poéticas que permitan re-significar situaciones relacionadas al sentir humano, como la soledad, la complejidad de los vínculos, el amor y el desamor, los encuentros y los desencuentros.

¿Qué buscás provocar en el público?

Me interesa que el espectador ingrese en la experiencia del arte, se conmueva y se implique en ella, se vaya encontrando consigo mismo, con sus propias dudas sin encontrar respuestas.

¿Qué significa para vos exponer tu trabajo?

Exponer es para mí muy gratificante y me genera mucha adrenalina. Es un momento de hacer una pausa en el camino y ver hasta donde llegué. Me permite tomar aire y cargarme de energía para seguir adelante. Además, mi obra despierta interés en públicos muy diversos. Por ejemplo, en la última muestra que presenté en el Centro Cultural Borges, recibí mensajes maravillosos de gente de diferentes lugares el mundo y de todas las edades, ¡fue increíble!

¿Cuál es tu serie preferida?

Siempre es la última. Siento que con cada una doy un paso, ¡a veces es un gran salto! “Soledades” es una síntesis de cómo puedo traducir lo que siento y sobre qué quiero hablar.

¿Cómo es tu rutina en el taller?

Soy bastante rigurosa con mi rutina. Voy al taller todos los días porque estoy convencida de que haciendo y experimentando aparecen los resultados. Pero cuando estoy próxima a una muestra…¡no existen fines de semana! Trabajo todos los días, muchas horas. El taller es un espacio sagrado, es el lugar donde enseñaba mi maestro, donde yo aprendí y es para mí un gran legado.

¿Qué es el arte?

Para responder a esta pregunta me gustaría citar una parte del manifiesto de Ernesto Levin con el que me identifico: “Creo que el arte surge de la necesidad del hombre de expresar las emociones fundamentales de su existencia. Donde la palabra no existe surge la necesidad de construir una imagen expresiva, un lenguaje metafórico. Creo que expresarse significa poner todo su sentir a la vista del otro, su sufrir, su amar, su vivir, su morir. Es un mostrarse. El otro necesita ver y reconocer en la obra sus propias vivencias, acto que lo despoja de su soledad.”

Laura da clases en el mismo taller en el que dio sus pasos decisivos como escultora. En grupos reducidos, comparan y analizan los puntos de vista de artistas consagrados y movimientos históricos, en un clima de libertad creativa.  En sus clases, “el contacto, el intercambio entre docente y alumno es imprescindible”. Por eso está convencida de “que ninguna de las disciplinas del arte se pueden aprender con un tutorial”.

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www.lauranucenovich.com
Facebook: Taller De Escultura Laura Nucenovich
Instagram: @laura_nucenovich