De punta en blanco

El juego cromático de este dúplex en Palermo apuesta a la armonía de los tonos neutros. Los muebles, la trama de las texturas y el color de las estampas ganan así un protagonismo absoluto. ¿El resultado final? Un entorno perfecto para convivir con el lujo único de los detalles.

Txt: Dolores Vidal
Ph: Gentileza Agustina Cerato

 

Nada es por azar. Aunque la atmósfera despojada, fresca y luminosa de este departamento pueda confundir en una primera y simple vista. Lo cierto es que una segunda mirada logra advertir la acertada estrategia que hay detrás de cada decisión estética: colores, diseños y texturas se encuentran en total (y estudiada) sintonía. Y cada ambiente de estos 200 metros cuadrados participa del mismo argumento, es decir, de un concepto de diseño que se repite como un eco en todos los rincones del lugar.

La alquimista de este dúplex frente al Botánico es la diseñadora de interiores Agustina Cerato, alma mater de dos locales de deco que llevan su nombre. El desafío que le propusieron sus clientes fue lograr una casa de familia, súper funcional, donde todos los espacios se aprovecharan al máximo. Y, contra todos los prejuicios que señalan la incompatibilidad del blanco con una familia de hijos chiquitos, que incluye a un Pastor inglés, la primera decisión que tomaron en conjunto fue apostar al blanco absoluto en techos, muros y cortinas. Un escenario ideal para resaltar el sutil encanto de los detalles.

“El secreto para que una casa sea funcional a una familia en crecimiento es elegir materiales todo terreno, que sean fáciles de mantener y tengan buena vejez. Por eso, aquí optamos por mesas de madera de guayubira, tanto en el living como en el comedor, que sobreviven a cualquier embestida de los más pequeños”, explica la decoradora. Esta madera con exóticas vetas, proveniente de Misiones, es dura, muy resistente, y se trabaja con técnicas artesanales. “Tiene un aspecto rústico muy interesante, que da un aire de mueble usado, vivido, con historia. Y, justamente, esta cualidad de su madera abre un juego de contrastes que a mí me encanta porque enriquece los espacios”, agrega Agustina.

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La diseñadora se refiere al diálogo entre materiales opuestos. Por ejemplo, en el living -donde se destaca una importante mesa cuadrada de guayubira- conviven un clásico sillón Chesterfield tapizado en lino, una mesa hecha con venecitas de espejos, una gran araña de hierro con caireles y dos sillones resueltos con géneros estampados “muy Versace”, define Agustina. Todos estos elementos tienen cierta sofisticación y apuestan al ‘glam’ más contemporáneo. La rusticidad opaca de la madera misionera contrasta con el brillo de vidrios y espejos. Y ese juego ecléctico le da mucha fuerza y personalidad al ambiente.

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El comedor acompaña en perfecta armonía la estética del living. La mesa de guayubira está custodiada por una silla Bergere tapizada en un género rayado, muy al estilo francés, y un gran espejo que preside uno de los muros laterales. Si bien el ambiente tiene cierta elegancia formal, como la composición no guarda ninguna simetría, se acentúa un clima más relajado, libre y familiar. Dos detalles que suman historia al espacio: las láminas antiguas que fueron rescatadas en un viaje a Europa, ubicadas al lado del mueble vajillero.

Mundo interior

Una de las estrategias para que todos los sectores de la casa guarden coherencia entre sí es apostar a usar los mismos materiales y texturas tanto en los ambientes llamados “sociales” como en los más íntimos, dormitorios y baños en suite. En este proyecto integral de diseño, Agustina Cerato propone materiales como la madera, el vidrio y el hierro, que se destacan en muebles y detalles, y también géneros nobles: linos y algodones estampados. En los dormitorios de los chicos (tanto en la versión masculina como en la femenina), por ejemplo, son protagonistas las camas de hierro al estilo antiguo, vestidas con almohadones y cubrecamas de alegres estampas. ¿Otros elementos que subrayan el carácter del lugar? Una cómoda patinada y un silloncito de mimbre, que acompañan la estética de los espacios sin desentonar.

También es fuerte la presencia, en todo el dúplex, de arañas y lámparas con caireles, flores de opalina y pantallas en géneros estampados. Dan un look romántico, con cierta delicadeza femenina, que ayudan a reforzar el concepto de hogar familiar. Y a la noche, se vuelven mágicas cuando se encienden y crean una atractiva escenografía de luces, reflejos y sombras.

La gran cocina en blanco y negro también recurre a los detalles. Su amplitud permite la presencia de un desayunador –resuelto con las emblemáticas sillas marplateneses de mimbre- y de un comedor diario, muy clásico. El mismo está compuesto por una mesa provenzal blanca y sillas rescatadas de los años 70. Allí se agrega una vez más, como el sello distintivo de este dúplex, una araña de hierro patinada. “Cuando enfrento un nuevo proyecto de decoración, siempre utilizo muebles y objetos antiguos o revivo los que traen mis clientes de sus historias familiares. Me fascina el reto de mezclarlos con elementos nuevos y contemporáneos”, resume Agustina.

En síntesis, una casa que invita a ser vivida, donde el diseño juega a favor del confort. La libertad del blanco abre el camino a la total inspiración. Sin prejuicios.