La fusión perfecta

Una casa de 1905 en Toronto fue intervenida con una mirada sustentable por el arquitecto alemán Felix Leicher. El resultado: un hábitat innovador, de diseño moderno, que le hace un guiño al pasado.

Txt: Dolores Vidal  Ph: Gentileza v2com

“La arquitectura debe elevar la experiencia humana”, dice el lema del estudio de arquitectura y diseño Baukultur/ca, cuyo propietario y director creativo es el alemán Felix Leicher, radicado desde hace tres años en Toronto, Canadá. Bajo esta consigna, abordó la restauración y reinvención de una casa de playa con mas de 100 años de antigüedad, ubicada en la zona The Beaches, a orillas del lago Ontario, en un tradicional barrio de viviendas con techos puntiagudos a dos aguas.

Una de las primeras decisiones que tomó frente a la obra fue, justamente, correr a un costado el pico del techo de la casa para romper su simetría y ganar una estética moderna y con personalidad. Así evitó la típica resolución de techo plano de la arquitectura contemporánea y le tendió una mano amigable al barrio. También revistió la fachada con vigas de metal blanco satinado y listones de madera puestos de manera horizontal, que le aportan un aspecto náutico, de simpleza natural y en total armonía con las construcciones vecinas.

Con esta propuesta estética el arquitecto reveló su talento para tender un puente al pasado y al paisaje urbano y, al mismo tiempo, construir -literalmente- el futuro a través de las nuevas tecnologías que apoyan a los diseños sustentables. “Aspiramos a realizar una construcción ecológica de energía eficiente -asegura Leicher-. El objetivo es crear espacios modernos que superen los estándares y exigencias actuales de la vida moderna”, dice.

De acuerdo a su convicción sustentable, conservó la planta original y el esqueleto de la casa para reducir al máximo la producción de residuos. También optó por utilizar materiales de larga vida útil y de poco mantenimiento, tanto en exteriores como en el interior de la vivienda. Y generó todas las condiciones para que la luz natural y el aire circularan en libertad por los ambientes. Una solución clave para evitar un alto consumo energético.

Mundo interior

La pureza del estilo nórdico avanzó por los espacios interiores. La planta baja, donde se encuentra el sector más social de la casa, es abierta, amplia y luminosa. Todos los ambientes están integrados y apuestan a la funcionalidad.

El estar, ubicado en la parte delantera, da la bienvenida con la presencia de muebles livianos, mesas de suaves curvas y pocos elementos decorativos. La madera, el cuero, los tejidos de lana y los detalles en cerámica aseguran calidez al lugar que, con sus muros tan blancos, puede derivar en una desnudez fría e inhóspita.

La cocina, totalmente abierta, continúa el argumento estético del estar con un mobiliario recto que juega con el color blanco, negro y las terminaciones en madera, tan representativas de las viviendas del norte de Europa. Se conecta con el comedor, resuelto por una mesa blanca y sillas clásicas del diseño moderno, concebidas por Harry Bertoia. La gran protagonista del lugar es la famosa araña diseñada por el alemán Ingo Maurer. Un elemento contundente que suma personalidad al espacio.

La planta principal, que cuenta en toda su amplitud con un piso de tablones en roble claro, se extiende hasta el ‘family room’ en el sector posterior de la vivienda. Allí, un ventanal lateral cubre casi toda la pared y asegura una entrada generosa de luz natural. La deco sigue los lineamientos del estilo nórdico o escandinavo, que nació a comienzos del siglo XX: tonos neutros, pocos muebles, líneas depuradas y limpieza espacial. La meta es un hogar que contagie calma y ‘relax’ a sus habitantes.

Lujo contemporáneo

La casa tiene un primer piso con tres dormitorios y dos baños, y un segundo piso que no existía en el hábitat original, donde hoy reina una ‘master suite’ con cuatro áreas diferenciadas: vestidor, baño, zona de lectura y espacio para dormir. Se asoma a una terraza que revela la buena integración que existe entre el espacio exterior y los interiores de la vivienda.

En esta suite principal se ve la forma del techo con sus ángulos tan especiales. Aquí, Leicher instaló dos tragaluces que suman iluminación natural, una prioridad absoluta para el plan sustentable de este arquitecto.

El piso en esta planta también está resuelto con tablones de madera de roble claro. Las alfombras artesanales aportan calidez y acompañan al estilo en sintonía con su paleta sobria. El diseño de los muebles también refuerza el ‘look’ elegido que se extiende por toda la casa.

En síntesis, un gran ejemplo de cómo transformar en solo diez meses una vieja vivienda playera en un hábitat moderno, ecológico y amigable con el entorno. Un plus: la estética escultórica de su fachada. Un ícono para el barrio.

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