Sobre ruedas y con estilo

Los restaurantes itinerantes -más conocidos como ‘food trucks’- han logrado reinventar la experiencia del ‘street food’. Menú de calidad, inmediatez, diseño y una mayor cercanía con el cliente son algunas de las razones que explican el éxito de esta tendencia.

Txt: Laura Piasek Ph: Gentileza food trucks

Hace algunos años, las grandes capitales del mundo vieron cómo los camiones de comida gourmet comenzaban, tímidamente, a invadir el tejido urbano. En diferentes puntos estratégicos de ciudades emblemáticas como Nueva York, Londres y París, la versión sofisticada de los clásicos puestos callejeros de ‘fast food’ demostraban que era posible ofrecer una experiencia culinaria de calidad y “rápida” a precios accesibles. Sin la infraestructura de los restaurantes tradicionales, pero con un valor agregado ligado a la posibilidad de ofrecer un menú de alta gama al aire libre, estos tráilers no tardaron demasiado en abrirse paso en nuestro país. De la mano de las ferias gastronómicas y eventos privados fuertemente promocionados en las redes sociales, los primeros ‘food trucks’ argentinos comenzaron a ganar visibilidad y hacerse un lugar en la escena local.

Mientras esperan la reglamentación de una ley que les permita trabajar en la vía pública –solo en zonas donde no exista oferta gastronómica-, este tipo de encuentros sigue siendo el lugar que nuclea, los fines de semana y feriados, a los amantes de la comida callejera.

Pero, ¿cómo se explica el ‘boom’ de la comida sobre ruedas? Sin dudas, los comensales se acercan a estos polos gastronómicos buscando variedad, comida al paso y atraídos por una relación calidad-precio más que interesante. Desde hamburguesas y ‘hot dogs’, pasando por ‘crepes’ y ‘wraps’, hasta helados y ‘cupcakes’, la oferta no tiene límites y su capacidad de renovarse a un ritmo vertiginoso pareciera que tampoco.

Sin embargo, para entender la moda del ‘street food’ chic, hay que tener en cuenta que no todos los emprendedores han apostado por este modelo de negocio gastronómico por los mismos motivos. Mientras que algunos se han lanzado a la aventura de los carritos itinerantes para reforzar la identidad sus marcas y llegar a un público diferente al que va a sus restaurantes, la gran mayoría son chefs jóvenes que han decidido levantar las persianas de sus vehículos sin contar con un local físico previo.

Este es el caso de los hermanos Bouquet, dos precursores en materia de comida callejera en Argentina, y hoy al mando de Bon Bouquet Creperie. “La idea de abrir un ‘food truck’ surgió con mi hermano Iván. En ese momento manejábamos las cocinas de la cadena Croque Madame. Lo decidimos para hacer algo propio y distinto dentro del rubro”, explica Martín Bouquet, quien también asegura que uno de los motivos que los acercó todavía más a esta modalidad fue la posibilidad de escaparle a los importantes gastos fijos de un local. “Al comenzar, costaba mucho conseguir un evento, ya que los trucks no eran conocidos aún, y los organizadores no nos abrían sus puertas. Por suerte, luego fuimos encontrando los lugares donde poder trabajar”, agrega.

Al paso, pero sin prisa

Los ‘food trucks’ han hecho posible algo impensado: que la comida elaborada sobre ruedas, y servida de manera rápida, pueda también ser de calidad. Es por esto que quienes deciden montar un restaurante móvil son conscientes de que el menú debe ser más que atractivo. Marcelo Lanusse, al frente del food truck El Peregrino, explica que la creación de la carta de su camión itinerante incluyó un viaje a los Estados Unidos. “Fue para afinar ideas, probar algunos trucos de afuera y empaparnos más con la cultura de los ‘food trucks’ que allá está más desarrollada. Siempre tuvimos en cuenta que había que ofrecer un menú que estuviera relacionado con nuestras raíces, metiéndole una vuelta gourmet para darle un diferencial”, agrega. Algo similar le sucedió a Carlos Pardo, propietario de Food Truck Japan, quien tras una estadía en el país nipón terminó de darle forma a la propuesta gastronómica que ofrecería finalmente su carrito vip. “Partimos de la idea de hacerle llegar a la gente la comida japonesa tal cual la elaboran y la comen los nikkei (descendientes de japoneses) en sus casas”, explica Pardo.

Pero además de la oferta culinaria, los emprendedores al frente de estas caravanas y furgonetas nómades no descuidan otro de sus caballitos de batalla: la relación sin intermediarios con el comensal. “Hay muchísima interacción entre el cocinero y el cliente, cambio de opiniones y recetas”, agrega Lanusse. En estos oasis del buen comer emplazados en medio de las ciudades, los comensales se congregan para degustar platos diferentes cada vez, pero también para compartir la pasión por la gastronomía. Sin mozos, pero con chefs impacientes de encontrar  quiénes probarán sus platos, la experiencia de comer sobre ruedas adquiere una faceta novedosa y mucho más distendida.

El diseño que importa

En materia de ‘food trucks’, las apariencias importan y mucho. Para distanciarse de la mala fama de los carritos de comida rápida, desde un principio los responsables de los ‘tráilers vip’ han comprendido que el diseño de sus vehículos gastronómicos no podía ser subestimado. Al interior, y en sus poquísimos metros cuadrados, deben tener resueltas las instalaciones básicas de cualquier cocina (gas o electricidad, agua, refrigeración, etc). Todo ello sin olvidar que es su fachada lo que los diferenciará, a primera vista, de la competencia, y lo que atraerá a los indecisos. Es entonces cuando entra en juego la elección del logo, los colores y los revestimientos decorativos. “En la estética de nuestro ‘food truck’ buscamos reflejar el orden y la imagen japonesa”, revela Pardo.

Los responsables de El Peregrino, en cambio, concentraron todos sus esfuerzos en lograr un diseño con tintes locales. El resultado salta a la vista: un carrito moderno pintado de celeste y algunos toques de blanco. “No queríamos reflejar lo de afuera, sino hacer un ‘food truck’ argentino. De ahí nuestro nombre El Peregrino, tomado del Halcón Peregrino que habita nuestras tierras”, afirma Lanusse.

En otros casos, el interés está puesto -desde el comienzo- en el vehículo que funciona como restaurante móvil. “Buscamos reflejar una crêperie francesa. Con elegancia y distinción, colores sobrios e imagen pulcra. Para eso compramos un Chevrolet Grumman Olson, que es el clásico ‘food truck’ americano”, explica Bouquet. Pero también, y en sintonía con el espíritu de renovación constante que atraviesa de pies a cabeza a este modelo de negocios, hay quienes eligen que la fachada no permanezca estática. “El diseño de un ‘food truck’ es lo mismo que la ambientación de un restaurante. Buscamos reflejar las ideas y los sabores que nos inspiran, y es por ello que vamos cambiando de diseños periódicamente”, explica Diego Zuccari, responsable de marketing y comunicación de Cuk Truck.

A pesar de la amplia gama de propuestas, todos los puestos rodantes comparten un objetivo: democratizar la cocina de autor. Comer mejor y variado es la bandera que levantan aquellos que se encuentran de ambos lados de la ventanilla o mostrador de estos puestos que, a pesar de sus dificultades, no dejan de rodar.

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