Burbujas a la italiana

La demanda de bebidas livianas abre el juego a un novedoso vino de estilo espumoso que se impone esta temporada. Se trata del ‘prosecco’, que con su sabor suave y toques cítricos enamora a los paladares

Txt.: Daniela Hegouaburu Ph: Gentileza bodegas    

 

Los espumantes clásicos como el ‘champagne’ o la sidra son una elección muy acertada para el verano, pensando en la opción refrescante que amenice todo encuentro. Lo mismo sucede con la cerveza que encanta por igual en cualquiera de sus estilos. Pero también, entre las bebidas típicas de esta época, hay lugar para lo nuevo -sobre todo si ofrece burbujas y frescura-.

La opción, entonces, llega del viejo continente bajo el nombre de ‘prosecco’ y se perfila como el espumante más elegante, y tan versátil que puede beberse solo o en un ‘cocktail’ mezclado con frutas y licores.

 

Vino D.O.C.

Todos los vinos espumosos de acuerdo a su origen, tienen denominaciones que los diferencian, así como sus diferentes procesos de elaboración, aunque todos estén hechos en base a uvas. Dadas sus característica particulares y el lugar de donde provienen, los más populares son el ‘champagne’, la cava, la sidra y el ‘prosecco’, este último representante de Italia y único ‘spumante’ en su especie.

Proviene del norte de Italia, de la región de Véneto específicamente, lugar donde se cultiva una variedad de uva muy aromática llamada también ‘prosecco’, que se ha utilizado para la elaboración de vinos desde la época de los romanos y es todo un clásico entre los vinos del país. Es de color amarillo verdoso, con forma redonda levemente puntiaguda y un sabor fragante que llena el paladar.

El nombre de la cepa también es el del vino que genera y está protegido con la Denominación de Origen Controlada que permite utilizar esta marca tan solo a los productores de las regiones de Conegliano y de Valdobbiadene, lugares donde se garantizan todas sus características tan especiales.

Además, la D.O.C. contempla el proceso de elaboración, que es el método ‘charmat’, usado también en otro tipo de espumantes. Se trata de una segunda fermentación del mosto que se lleva a cabo en grandes tanques de acero inoxidable que están presurizados. Este proceso permite que el vino mantenga el sabor propio de esta variedad de uva (ya que se oxida menos y conserva sus notas florales) y permite un mayor volumen de producción a menor costo; a diferencia del tradicional ‘champenoise’ (la fermentación se da en la propia botella del producto) que caracteriza a los ‘champagnes’ franceses.

El resultado final es un vino espumoso deliciosamente balanceado, de color amarillo paja brillante, de aromas frutales y con notas cítricas, que lo hacen muy refrescante al paladar, pero a la vez seco. Además, sus persistentes y finas burbujas son el condimento especial que lo identifica, al igual que su baja graduación alcohólica, de entre el 11% y 12%.

Existen en tres versiones: Brut, Dry, y Extra Dry, con lo que su maridaje se amplia a diferentes platos y funciona como aperitivo o acompañando postres. Es perfecto para celebrar una ocasión especial o simplemente para beber una copa al borde de la piscina en un día caluroso.

Sus características y sabor inconfundible lo hacen un buen vino para servirse solo muy bien refrigerado o en un cóctel, pues tiene múltiples variantes para combinarse.

Burbujas a la italiana

El aperitivo perfecto

Los ‘vermouth’ o aperitivos tradicionales, han hecho base en el país ganando cada día más adeptos, como el Campari, el Martini, el Cinzano, el Aperol o el Cynar, que se impusieron desplazando a la habitual cerveza o a las bebidas blancas tan clásicas de los bares.

Lo mismo comienza a suceder cuando el espumante típico conocido va quedando relegado solo a la mesa navideña y aparece en escena su pariente italiano con todo el estilo moderno y ligero que las nuevas generaciones prefieren en su copa.

Primero desembarcó en la barra de los bares más selectos que elaboran tragos según el manual, siempre con sus bebidas originales. Luego, su alta aceptación generó interés en esta bebida de sabor suave y burbuja tan finita que cosquillea la nariz delicadamente. Y finalmente salió de la barra y ahora se toma en casa, porque es fácil de beber y muy amigable en su sabor.

En su versión originaria de Italia, se consiguen algunas pocas opciones. Uno de los más recientes en el mercado es Canevari Millesimato, producido por Distilleria Bottega. Procedente de una única añada, se elabora en base a uvas Glera (otro nombre que recibe la ‘prosecco’) cosechadas temprano. Después, la vinificación se hace a baja temperatura, para obtener un vino altamente aromático, con reminiscencias florales de acacia, durazno, cítricos y manzana. La segunda fermentación, en tanques de acero inoxidable bajo el método ‘charmat’, lo convierte en un espumoso seco, de alcohol moderado, fresco y muy aromático pero equilibrado, con notas de fruta, ideal para disfrutar en cualquier momento del día.

 

Versión local

Al más puro estilo Italiano, la única bodega que se da el lujo de producir este espumoso es Viniterra, que dentro de su espectro de vinos alta gama, incorporó esta variedad tan poco común bajo el nombre de Viniterra Prosec. Para su elaboración se buscaron variedades de uva en Mendoza similares al ‘prosecco’ y así se obtuvo un corte de Chardonnay, Ugni Blanc, Chenin y Viognier, que resultan en un espumante liviano, muy fresco y con un dejo de fruta muy sutil, que lo hace rápido de tomar y muy apto para mezclas. Este espumante de alta calidad se distingue además con su aroma a frutas como ananá, durazno y flores de acacia con miel.

Por su parte, la opción más moderna, llega de la mano de la emblemática marca italiana de bebidas Martini con Spumante Prosecco, creado especialmente para el mercado argentino, elaborado 100% de uvas Prosecco y estilo ‘extra dry’. Tiene una burbuja fina, no demasiado persistente e interesantes aromas frutales. También sus notas de durazno y de cítricos dulces como la mandarina, generan una fresca acidez que balancea su dulzor. Se sirve bien frío y tiene contenido de alcohol moderado, un 11,5% vol. Con más de un siglo haciendo de sus bebidas una cultura, la casa italiana continúa influenciando a las nuevas generaciones que se atreven a romper el molde de los clásicos aperitivos.

Burbujas a la italiana

La mezcla perfecta

Buena parte de la fama que ha alcanzado el ‘prosecco’ como espumante, se debe al éxito de los cócteles que con él se preparan. Es perfecto para mezclas porque no tiene esa nota de levadura tan característica del ‘champagne’, ni su burbuja tiene tanta presión. Entonces es más fácil de combinar con frutas o almíbares.

Tal es el caso del trago Bellini, creado en los años ’40 por Giuseppe Cipriani, el propietario del famoso Harrys’ Bar de Venecia, donde lo han bebido grandes personajes de la historia contemporánea, como Orson Welles o Ernest Hemingway. Allí mezclaba este espumante con jugo de durazno y lo bautizó con ese nombre en honor al pintor renacentista Giovanni Bellini, que creaba en tonos rosados. Una receta sencilla pero tan perfecta que nunca dejó las barras.

También es clave para la elaboración del Spritz, un tradicional cóctel tan veneciano como su origen. Nace de los invasores austríacos que gustaban de la cerveza y como allí no había, se les ofrecía vino con ‘bitter’, que lo hacía más amargo y agua con gas para hacer algo lo más similar posible. De allí su nombre Spritzer, que en alemán, significa “salpicar” y el Spritz no es otra cosa que un vino salpicado con otros ingredientes.

Otros clásicos como Rossini y Mimosa también se preparan con esta bebida, que nada tiene de aquella sequedad de los buenos espumantes franceses. Aunque sea estilo Dry, tiene altos niveles de azúcar residual que se sienten pero nunca empalagan ni saturan al paladar.

Los ‘prosecco’ en todas sus versiones llegaron para quedarse y con tan buena aceptación es difícil pensar que se trata de una moda pasajera. Los impulsores son los segmentos de consumidores más jóvenes que buscan en las bebidas, salir de lo tradicional con vinos ligeros y fáciles de tomar que traducen cualquier ocasión en alegría y diversión.

Pensando en las tardes de verano que llegan, los tragos están a la orden del día y que mejor excusa para incorporar un espumante mucho más accesible (en todo sentido) que su par francés, que hará de aquellos momentos, un disfrute con mucho estilo.

 

Cocktails con Prosecco

Bellini
2/3 de ‘prosecco’
1/3 de puré de durazno (pulpa o natural)
Se mezclan todos los ingredientes en frío dentro de la misma copa donde se va a servir. Para darle una coloración más rosada puede usarse espumante ‘rosé’ y un toque de acidez con unas gotas de limón al finalizar.
Negroni Sbagliato
1/3 parte de vermut rojo
1/3 parte de Campari (bíter)
1/3 parte de ‘prosecco’
En un vaso bajo y ancho Old Fashioned con hielo, se colocan partes iguales de los licores y se decora al final con una rodaja de naranja. Su nombre Sbagliato (que significa incorrecto) hace referencia a una variante más suave del clásico Negroni porque sustituye el Gin por espumante.
Martini Bianco Royale
1 parte de Martini Bianco
1 parte de Martini Prosecco
Jugo de lima
Menta
Llenar una copa con hielo, servir Martini Bianco y Martini Prosecco.
Exprimir encima un gajo de lima y decorar con una rama de menta.