Vinos de origen

La Denominación de Origen Controlada es el sello de calidad que engrandece nuestra industria vitivinícola porque manifiesta la procedencia de las uvas y les imprime un carácter especial e irrepetible a los vinos; los hace exclusivos y dignos de los más exigentes mercados internacionales.

Txt: Daniela Hegouaburu Ph: Gentileza bodegas

 

En Argentina, al igual que en otros países de Europa, la Denominación de Origen Controlada (D.O.C.) garantiza la alta calidad enológica que hay en cada botella de vino y nos da una pista del lugar de donde vienen nuestros mejores exponentes.

Dichas iniciales corresponden a un tipo de identificación geográfica aplicada a un producto agrícola o alimenticio, en el que su calidad esta íntimamente relacionada a ese lugar y además expresa una manera específica sobre cómo se produce y elabora.

Por ende, todo productor o empresa que quiera pertenecer a este selecto grupo dentro de su zona protegida se compromete a respetar los métodos de elaboración acordados y a utilizar solo materia prima del lugar, entre otros requisitos. La idea, entonces, es que los productos tengan un valor agregado y una identidad que los diferencie de sus pares en otras regiones.

Existe, en contraparte, un organismo público que actúa como regulador de esta Denominación de Origen, que controla los procesos y da el visto bueno para que las etiquetas ostenten este preciado título descriptivo. Del otro lado, también el consumidor, conocedor o no de vinos, elige confiado al momento de la compra un vino que representa lo mejor de su ‘terroir’, un lugar único con condiciones climáticas y de suelo que lo hacen especial y diferente. Esto mismo además le garantiza un nivel de calidad que se mantendrá en el tiempo.

La certificación D.O.C. también puede incidir en la formación de un precio, pero su máxima ventaja es la garantía de seriedad que da a los vinos, siendo esta la más requerida por los mercados internacionales.

Vinos de origen

D.O.C. del mundo

Este sistema para categorizar las bebidas nace en Europa como una forma de proteccionismo legal. Quizá el ejemplo más conocido sea el de Champagne, una región de Francia, en la cual mediante el método ‘champonoise’, se elabora su mítica bebida espumante que lleva el nombre del lugar. Esto da una idea de que solo allí habita el original y, por eso, otros países que produzcan vinos de estilo similar no pueden usar el mismo nombre.

En sus comienzos, nacida como una estrategia de comercialización que aprovecharon los franceses para vincular sus bebidas emblemáticas con algunas tierras determinadas, este trabajo ha sido imitado por otros países productores como Italia, España, Portugal y Alemania, incluso agregando otras designaciones (vinos de mesa, vinos típicos del país, vinos de región, etc.).

Así la D.O.C se extendió a todos los países que, mediante este sello de identidad, certifican una calidad óptima y, por sobre todo, su procedencia con sus características climatológicas particulares, una uva determinada y un modo único de hacer vinos.

Vinos de origen

Los primeros pasos

La bodega Luigi Bosca, fundada por Leoncio Arizu, fue la pionera en impulsar la Denominación de Origen en 1989 en la localidad de Luján de Cuyo donde se situaba, con la idea de proteger la elaboración de vinos finos en esta zona alta del Río Mendoza. Alberto Arizu fue su principal referente y, tras mucho trabajo, en 1999 se estableció la D.O.C bajo la Ley 23.136, que comprende los distritos de Ciudad, Mayor Drummond, Vistalba, Las Compuertas, Carrodilla, La Puntilla, Chacras de Coria, Perdriel y Agrelo.

La finalidad de la D.O.C no es solo técnica respecto a la elaboración del vino, sino que también involucra una visión enológica y vitícola. Algunos de los requisitos implican que no puede haber mas de 550 plantas por hectárea, sistema de espaldares, recolección y tipos de poda. La producción no debe ser superior a los 100 quintales y luego los vinos deben tener mínimo un año en barrica y por lo menos otro en botella, siendo ambos procesos en la misma región en la que se cultivó la uva.

Las 10 bodegas que integran esta D.O.C. son Luigi Bosca, Norton, Weinert, Cabrini, Nieto Senetiner, Lagarde, Cavas de Perdriel, Chandon, Etchart y Robino. Pero desde 2005, son cuatro las que están elaborando vino bajo la certificación en tan solo 500 hectáreas de Malbec (de las 11.923,63 Has cultivadas).

El mismo ejemplo siguió San Rafael, que se funda como D.O.C gracias al trabajo de algunas bodegas propulsoras como Bianchi, Suter y Goyenechea, entre otras, que se sitúan al sur de Mendoza, en un valle de suave pendiente y altura entre 500 y 800 metros, con suelos de buena calidad y el clima moderadamente frío. El agua allí es escasa pero los ríos Diamante y Atuel, junto con el deshielo, proveen a la zona.

Esta región se caracteriza por un sistema en el que las bodegas no trabajan solas, sino como una gran institución que aúna las prácticas, incluidas la temperatura de fermentación, el seguimiento del vino y los controles.

Otra zona protegida es el Alto Valle de Río Negro, pero aún en estado de estudio la D.O.C para sus vinos, donde la bodega Humberto Canale es la principal impulsora y ya exhibe sus botellas con la identificación “vinos finos de la zona fría”.

Por su parte, en el Centro de Estudios Enológicos del INTA se estudia la cualidad enológica de cepajes diferentes al Malbec en las distintas áreas, como base para futuras denominaciones. Incluso ya se habla de un proyecto en Maipú, Mendoza y también en La Rioja, para categorizar su famoso Torrontés.

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Más allá del Malbec

Malbec Luján de Cuyo fue la primera Denominación de Origen y hasta ahora el máximo protagonista, pero dejando también lugar a otra uva, la Semillón, una de las más representativas de la zona que recientemente presenta su único vino D.O.C en la variedad.

Esta cepa blanca fue una de las primeras que llegó al país (originaria de Burdeos, Francia) y en los años ’50 gozó de gran popularidad como base de espumantes. Su redescubrir y posterior denominación tiene que ver con que está muy arraigada, culturalmente, a nuestra tradición en vinos.

Gracias a ello, siguiendo rigurosos procesos se logró un vino de alto perfil internacional por parte de la bodega Nieto Senetiner que lo presentó como su más reciente innovación en el mercado local: Nieto Senetiner Reserva Semillón DOC 2013. “Con este Semillón quisimos revalorizar el patrimonio genético de una de las uvas con más historia en nuestro país”, advierte el enólogo de la bodega, Roberto González.

Es un vino de aspecto límpido y cristalino, de color amarillo medio con matices dorados. En nariz es muy aromático, con notas a frutas como el durazno y el damasco, banana y miel combinados con vainilla y especies dulces, debido a sus 6 meses de paso por roble francés. Con un potencial de guarda de 7 años y una graduación alcohólica de solo 13 grados, se perfila como un gran representante varietal de Luján de Cuyo.

La necesidad de exportar llevó a nuestro país a modernizarse en cuanto a técnicas y estilos de vinos, pero siempre apuntando a lograr un producto especial que tuviera la identidad de estas tierras bien grabada. Y entonces nació la primer D.O.C. que, además de ser una forma de regionalizar los vinos, va mucho más allá de la ubicación geográfica, porque comprende un acuerdo entre bodegas para que integren sus prácticas enológicas y, por sobre todo, las culturales en los viñedos.

 

Los distinguidos D.O.C.

Norton Malbec DOC: de color rojo violáceo intenso. Aromas a ciruelas maduras, especias y pimienta negra. De buena estructura en boca, con taninos dulces, es redondo y aterciopelado. Tiene capacidad de guarda hasta 5 años.
Bianchi DOC San Rafael Chardonnay: vino fresco, joven y de paladar sedoso, con notas tropicales y de acidez equilibrada. Su aroma recuerda a duraznos, ananá maduro, peras y flores blancas.
Lagarde Malbec DOC: proveniente de viñedos centenarios, tiene 12 meses en barrica de roble francés que le aporta toques de vainilla, chocolate y ahumado. Ideal para maridar con pastas, quesos duros y carnes rojas.
Luigi Bosca Malbec D.O.C : clásico varietal con aromas a cerezas y ciruelas maduras. Es especiado, con notas a café y moras, de acidez equilibrada y gran redondez.