Vinos que vuelven

Aquellos que trascendieron todas etapas de la viticultura nacional, se consagran como verdaderos clásicos de la mesa familiar y se modernizan sin perder su tradición.

Txt: Daniela Hegouaburu Ph: Gentileza bodegas

 

El prestigio de una marca o producto no se construye en base a la crítica especializada, ni a fórmulas mágicas del ‘marketing’ promocional. Más bien, está asociado a los consumidores y a esa elección emocional que hacen a diario cuando se trata de buscar el vino para su asado, las pastas de la abuela o un momento especial. Aquellas marcas de antaño que uno veía desde chico en la mesa familiar se grabaron en la retina y aún hoy continúan siendo ese protagonista indiscutido de las comidas. Porque a pesar de que el mercado de vinos nacional creció inmensamente y ofrece vinos para todos los gustos y bolsillos, hay algo en aquellos clásicos que los ha perpetuado volviéndolos verdaderos abanderados de las bodegas.

Aquellos vinos

Así como las bodegas crecieron, también lo hicieron sus productos con variantes para todos los paladares en vinos ‘premium’, nuevas cepas, ‘blends’ y una vasta selección de espumantes. Desde los años dorados de la vitivinicultura (años ‘70), la decadencia y la renovación en los ’90, muchos usos y costumbres se han modificado en cuanto a los vinos que se ofrecían en el mercado y el conocimiento y preferencia de los consumidores.

Al principio, imitando el estilo europeo e influenciados por sus vinos, se utilizaban las denominaciones francesas Borgoña, Margaux, Champagne o Chablis para referirnos a los vinos tintos, blancos y espumantes, en vez de utilizar el verdadero nombre de las cepas que los componían.

El clásico vino de mesa de gusto popular que tanta aceptación tenía, era el mal llamado Borgoña, que según cada bodega surgía de la combinación de cepas fuertes como Bonarda, Syrah y Malbec, y era producido a partir de grandes volúmenes de uva, con excelente relación precio-calidad.

Pero con la presión de las denominaciones de origen en Francia, los nombres de estos vinos fueron cambiando a los de los cepajes o la leyenda “tipo Borgoña” que las bodegas –tímidamente- comenzaron a escribir en las etiquetas, para no perder ese refinamiento que pretendían sus productos.

Un gran representante en esta categoría es el Borgoña elaborado por Casa Bianchi de color rojo violáceo intenso, robusto, de buen perfume, aterciopelado sabor y, por sobre todo, de sabor rotundo. Fue el primero de este tipo elaborado por la bodega y a 80 años de su nacimiento, aún se mantiene como un ícono gracias a su reconocida identidad y gran calidad.

 

Marcas indelebles

Un clásico nunca pasa de moda y siempre mantiene su prestigio sosteniéndose en el imaginario popular durante muchos años. Esto es lo que sucede con aquellas etiquetas de vinos memorables que hoy conviven en la góndola con las nuevas generaciones de vinos jóvenes, frutados y los Grand Cru que ponen a nuestra industria viñatera entre las ‘top’ del mundo.

Semejantes exponentes mantienen eterna vigencia y se venden solos, entre otras cosas porque son fácilmente identificables, como el caso de Don Valentín Lacrado, otro legendario de Casa Bianchi, que ha sido un éxito de ventas desde su creación en 1965. Sobresale con su etiqueta amarilla y el sello de lacre antiguo rojo sobre el vidrio, identificando el logo de la bodega y un pequeño librito donde destaca sus cualidades.

En otras épocas se marcaba el estatus de un vino al adornar con elementos no convencionales los envases, como el vino Canciller, emblema de bodegas Giol, que pasó por diferentes diseños: desde etiqueta dorada grande en 1974 y luego etiqueta negra con colores (toda una novedad para 1998), hasta dar con su gran identificador. Una pequeña medalla de plomo con la letra “C” que colgaba del cuello de la botella como símbolo de la categoría del vino, y que hoy se reconvirtió en un dibujo para su nueva etiqueta blanca y despojada.

Y si de diseño original se trata, la botella caramañola de San Felipe (bodega La Rural) fue la gran apuesta, al ser la primer botella de vino fino en el país y con una etiqueta innovadora ilustrada por el artista Alejandro Sirio. Comenzó en 1945, primero con el nombre de Cepa Borgoña San Felipe y luego rebautizado como Cepa Tradicional. Con los años quedó establecido su nombre corto San Felipe para este ‘blend’ de Cabernet Sauvignon, Malbec y Merlot. Un tinto que ha sido, en gran medida, responsable del éxito de esta bodega a través de los años y que continúa vigente sumando otros tres exponentes en la línea: Blanco, 12 uvas y Rosé de Malbec.

vinos que vuelven

Clásicos ‘reloaded’

Los vinos clásicos se juegan a diario el prestigio ganado tras años de ser una elección indiscutida, frente a los nuevos vinos de perfil más moderno que pretenden conquistar las nuevas generaciones. La puja es constante y ha obligado a los más antiguos a renovarse sin perder su mística.

Tal es el caso de Saint Felicien Cabernet Sauvignon (Catena Zapata), que nació en 1964 como vino ícono de bodega Esmeralda y no llevaba nomenclatura varietal. Su característica más llamativa era su distintivo detalle de presentación, un cuadro del artista Carlos Alonso, que hacía que la etiqueta envolviera a toda la botella hasta 1985, cuando aggiornó su imagen hacia una más acorde con lo que se usaba. La apuesta fue fuerte porque se cambiaba parte de su esencia, pero aún así, a lo largo de las décadas, se ubicó como un vino elegante, menos intenso y más delicado que sus pares del mercado.

Pero el cambio para estos grandes no está solo en su imagen, sino que algunos aprovechan el prestigio de un vino ampliando su línea para llegar a más consumidores, evolucionando así a los clásicos. Don Valentín Lacrado, por ejemplo, comenzó agregando la versión blanca de su vino ícono en 2012. El éxito hizo lugar a una nueva opción de varietales de alta demanda: Cabernet Sauvignon, Malbec y Torrontés, que tienen el aval de una marca con mucha trayectoria.

En este camino, la bodega Santa Ana, reconocida por haber puesto en el mercado el primer Champagne (hoy espumante) elaborado en Argentina y haber dado a conocer el Syrah, también innovó con la idea de describir a los primeros varietales en la etiqueta y generando un vino de calidad (línea Selección) para el consumo diario a principios de los ’80. Hoy, Santa Ana se enfoca en hacer crecer ese segmento. La apuesta es una nueva línea, integrada por Santa Ana Clásico Borgoña, un vino Malbec y Bonarda, con taninos suaves y dulces, junto con Santa Ana Clásico Chablis, un dúo de Chenin y Ugni Blanc, con delicado aroma floral y frutal que marca una calidad extraordinaria para el típico vino de mesa.

Casi un siglo de historia vitivinícola está contenida en estos vinos que son verdaderos paradigmas del vino nacional. Han estado por generaciones en la mesa familiar gracias a sus fieles seguidores que los buscan por su gran arraigo emocional, pero también porque, a pesar de los años, no han cambiado su perfil ni calidad.

Del lado de las bodegas, aún cuando ya no son ese símbolo de vinos refinados de otra épocas, se continúa cuidando la producción y se les dan nuevos toques contemporáneos pero siguiendo el clasismo original. Porque no se duermen en los laureles del éxito, sino que se adaptan a los nuevos tiempos para conquistar nuevos paladares.

 

Vinos de siempre

 

Montchenot de Bodegas López: fue lanzado en 1966 al mercado como un tinto de alta gama y hoy lo sigue siendo. Es un corte de Cabernet Sauvignon, Merlot y Malbec, criado en toneles grandes durante diez años y luego seis en botella para lograr un paladar suave y bajos taninos.

Suter Etiqueta Marrón de Bodega Suter: 100% Chenin Blanc, con tonos amarillos verdosos suaves y brillantes. Se presenta con un aroma floral y frutado. Fresco en boca, es un blanco ideal como aperitivo.

Carcassone Clásico de Bodegas Escorihuela Gascón: una gran opción que ha evolucionado para adaptarse a las exigencias del consumo. Es un corte 55% Cabernet Sauvignon que le aporta la estructura y potencia, y 45% de Malbec que le da su intenso color y el toque frutado con taninos suaves.

López Malbec de Bodegas López: desde 1973 está en el mercado y ahora advierte el varietal inconfundible de su sabor. Ideal para acompañar carnes y pastas con salsas suaves.

 

+info_

www.vinosanfelipe.com
www.bodegas-santa-ana.com.ar
www.bodegaslopez.com.ar
www.catenawines.com