El desafío de enfrentar grandes cambios

Santiago Bilinkis se define a sí mismo como emprendedor serial. Es autor del libro Pasaje al Futuro y uno de los organizadores de TedxRíodelaPlata. Un hombre que nos invita a reflexionar sobre los cambios que se aproximan y a debatir sobre el futuro de la educación.

Txt: Luisa Solazzi
Ph: Gentileza Santiago Bilinkis

 

Cuando era chico, Santiago Bilinkis quería ser inventor. Este espíritu creador sobrevivió con los años y lo llevó a convertirse en emprendedor y pionero de los negocios web. Empezó de muy joven –luego de recibirse de Lic. en Economía–, fundando la empresa Officenet, junto a su amigo Andy Freire. Después de este puntapié inicial, siguieron otros proyectos, como las compañías Wanako Games, Otro Mundo, Restorando y Avenida. Amante de la tecnología y la ciencia, es también uno de los organizadores de TEDxRíodelaPlata, franquicia local del mundialmente reconocido TED: un programa de charlas para difundir grandes ideas. El último de estos eventos, realizado en Buenos Aires, estuvo enteramente dedicado a la educación. “Nos estamos animando a cuestionar cosas que antes eran dogmas inquebrantables”, advirtó Bilinkis al respecto.

En 2010, fue una de las ochenta personas del mundo elegidas para participar de un curso en Singularity University, la Sede de la NASA en Silicon Valley. Allí pudo escuchar a las mentes más brillantes y estudiar lo más avanzado de la ciencia en campos como la inteligencia artificial, la robótica y la neurociencia. “El mundo va a cambiar muchísimo más de lo que creemos, y estamos muy poco preparados para lo que se viene”, advierte.

A partir de esta experiencia, Santiago se abrió camino como divulgador científico y comunicador en un intento por compartir lo aprendido. Así empezó a dar la conferencia “El futuro del futuro”, a tener una columna en La Nación Revista y a participar del programa “Basta de todo” en radio Metro. Pero fue incluso más allá y escribió el libro Pasaje al Futuro, en el que relata los cambios que se avecinan y dedica un capítulo final para analizar la educación en este nuevo contexto.

 

¿Cómo surgió la idea de comenzar con las charlas Tedx en Argentina?

Junto a Gerry Garbulsky, un gran amigo con quien hago la columna de radio, teníamos ganas de armar un evento al estilo de las charlas TED. En ese momento, la organización TEDx, una licencia que te permite realizar charlas TED locales. Con esta oportunidad, creamos TEDxRíodelaPlata, y ya hicimos más de diez eventos en cinco años. Es un proyecto muy lindo. En definitiva, nuestra gran meta es volver a darle valor a cuestiones que creemos que son importantes y apasionantes, pero que no tienen lugar en la agenda pública. Las charlas cubren áreas muy diversas. Queremos que el trabajo de un montón de personas que hacen cosas increíbles, sea visible.

¿Cómo empezaron a instalar las charlas TEDx como parte de la enseñanza y el debate en las escuelas?

Hace alrededor de un año organizamos un grupo de educación que se encarga de hacer guías pedagógicas que sirven al maestro como material de trabajo con los alumnos, luego de la proyección de las charlas en el aula. Creemos que se puede aprender mucho de estas charlas, por eso buscamos instalarlas en las escuelas. Tenemos un grupo de Facebook con más de 6000 docentes inscriptos y una sección en nuestra página web dedicada a este tema.

El último TEDx estuvo orientado a la educación. ¿Cuáles fueron las principales conclusiones?

Creo que cada uno saca sus conclusiones personales. Justamente, mucho del trabajo de curadería de un TEDx consiste en exponer un mosaico de ideas muy variado para que las personas tengan el desafío de pensar cómo procesar toda la información que les llovío en la cabeza durante la jornada del evento. Lo principal que generó este TEDx de educación fue una avidez muy grande por discutir el tema. Nos estamos animando a cuestionar cosas que antes eran dogmas inquebrantables. Lo mismo sucedió con el capítulo sobre educación de mi libro. Creí que iba a ser recibido con bastante negatividad o indiferencia. Sin embargo, para mi grata sorpresa, descubrí que muchos docentes de colegios debaten esa parte del libro entre ellos. Por eso, hace un par de semanas, logré que la editorial me diera permiso para compartir este capítulo en PDF, a través de mi página web, para que todos tengan acceso a leerlo.

En el capítulo vos planteás que la educación no se ajusta a los grandes cambios que hubo en la sociedad. ¿Cuál creés que es el principal desafío en este nuevo contexto?

A mi modo de ver, la educación tiene dos roles: uno positivo, relacionado con preparar a los chicos para el mundo que van a enfrentar cuando sean adultos; y otro normativo, que se propone influir en el mundo de mañana a partir de la forma de educar a los chicos. En cualquiera de los dos casos, la educación es siempre acerca del futuro. Sin embargo, hoy no estamos preparando a los chicos para el futuro, porque si bien el mundo cambió mucho en los últimos tiempos y la infancia actual es enormemente diferente a la de mi generación, la educación sigue siendo igual. Y ese es el problema más grande que tenemos. No hay un ajuste ni un ejercicio de pensar cómo va a ser el mundo dentro de veinte años y qué habilidades se van a necesitar.

¿Cómo influye la tecnología en la educación?

Influye muchísimo, pero es un medio y no un fin. Si bien la tecnología es importante, corremos el peligro de que el árbol tape el bosque. Pensamos, por ejemplo, que la solución pasa por incorporar ‘notebooks’ en las aulas, pero no se considera de qué manera el maestro las va a utilizar en la enseñanza. Hay que replantear qué queremos que los chicos aprendan y cómo usamos todas las herramientas tecnológicas para crear una experiencia pedagógica infinitamente más rica que la de una persona hablando sobre una lección que leyó en un libro.

Cambio de paradigma

¿Cómo creés que debería ser la forma de evaluar a los alumnos?

Hace treinta años, la memoria era una habilidad muy importante. Si precisabas un dato específico que no sabías, tenías que ir a buscarlo a una biblioteca. En cambio hoy en día, podés tener esa misma información en tan solo unos segundos gracias a internet, y por eso es innecesario entrenar tanto la memorización. A pesar de esto, el sistema educativo actual te enseña que lo que hace falta es memorizar y no pensar. La mayoría de los exámenes se responde de memoria. Así seguimos evaluando, premiando y castigando a los chicos por su capacidad de memorizar. Creo que habría que abrir camino a la incorporación conceptual, que es algo mucho más interesante que simplemente memorizar.

¿Creés que la educación actual no apunta al objetivo de hacer pensar?

La mayor parte del tiempo no, porque, justamente, hay mayor énfasis en la memorización que en la conceptualización. A los chicos se les enseña muy poco sobre el pensamiento científico, que sirve para establecer si un razonamiento es sólido. Y esto es fundamental para que no se promuevan creencias injustificadas. Yo quisiera que la escuela genere este tipo de espíritu crítico y cuestionador en los chicos para que puedan elegir bien en qué creer.

¿Cómo influyen el juego y la creatividad en la educación?

Hoy la educación es más lúdica de lo que era en mi época. Es cierto que todo lo relacionado con la creatividad o la expresión artística tiene un estatus de segunda respecto a matemáticas, sociales, lengua o naturales. Si uno le pregunta a un chico qué aprendió de música en el secundario, probablemente sea muy poco. A todos les gusta la música, pero la materia no les suele interesar porque se la plantea desde los conocimientos teóricos y no desde el aspecto creativo. Y eso está bueno, pero no para la etapa de la adolescencia. Lo primero, en todas las áreas de conocimiento, es generar preguntas y despertar curiosidad para que después lo que uno enseña venga a satisfacer una necesidad de aprender.

La comunicación se fue haciendo cada vez más bidireccional con internet y las redes sociales. En cambio, la educación sigue siendo bastante jerárquica, sin mucha retroalimentación entre maestro y alumno. ¿Qué pensás acerca de esta cuestión?

El proceso educativo tiene como meta que el chico se forme; por lo tanto, hay una asimetría de base. Históricamente, el maestro era el que sabía todo frente al chico que no sabía nada. Hoy en día, está claro que hay cosas que los chicos conocen mejor que los maestros, sobre todo lo referido a la tecnología. Esto requiere que la autoridad del maestro no se sustente, como antes, en la superioridad de conocimiento. En definitiva, su rol pasa de ser un transmisor a ser un curador que abre las puertas al conocimiento. El maestro vendría a ser un puente entre el conocimiento de grandes pensadores y científicos, y el alumno.

¿Por qué decís que se viene un cambio en nuestra relación con el trabajo?

El reemplazo del trabajo humano por máquinas es un fenómeno muy antiguo. En el sigo XIX, el 80% de la población trabajaba en la producción de alimentos. Cuando apareció la maquinaria agrícola, solo el 2% de esta población se quedó en el campo y las personas empezaron a ir a las fábricas. Con los avances tecnológicos en la industria, gran parte de las personas pasaron a las oficinas. Pero este tipo de trabajos también van a ser reemplazados por máquinas en la medida en que las computadores puedan hacer muchas de las cosas que hoy hacemos los humanos, como tareas cognitivas, traducciones, e incluso medicina o atención al cliente.

Un futuro incierto nos cuestiona qué debemos aprender y cómo. Los trabajos demandarán aún más creatividad y conocimientos de programación y diseño. “Hoy no estamos preparando a los chicos para el futuro”, sentencia Bilinkis, casi exigiendo la necesidad de un cambio de paradigma en la educación.

 

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www.bilinkis.com
Para descargar gratis el capítulo sobre educación de Pasaje al futuro: www.libro.bilinkis.com/educacion/