Carrera hacia el liderazgo: Lidia Heller

El poder, la maternidad, las desigualdades invisibles y los estereotipos de género bajo la lupa de la investigadora Lidia Heller, especialista en programas de liderazgo, diversidad y mercado de trabajo.

Txt: Dolores Vidal
Ph: Gentileza Lidia Heller

El mundo se ha llenado de malabaristas!, opina la consultora Lidia Heller, cuando intenta describir a las argentinas de hoy en sus vidas cotidianas. La autora de seis investigaciones sobre las mujeres y sus carreras profesionales sabe bien de qué habla. Publicó, entre otros títulos, “Voces de mujeres”, “Las que vienen llegando – Nuevos estilos de liderazgo femenino”, y acaba de publicar un nuevo libro: “Mujeres y varones en las organizaciones. Ambiciones y aspiraciones”.

Según Heller, las malabaristas, mientras atajan objetos en el aire para que no se desintegren en el piso, intentan avanzar contra viento y marea en sus carreras. “¿Por qué llegan las que llegan? Esa fue la pregunta que me formulé hace más de 20 años, cuando comencé -como investigadora en el Instituto de la Administración Pública- a analizar la baja proporción de mujeres en cargos de decisión en la Argentina. Allí pude comprobar que existían varones con primario incompleto en cargos de dirección y mujeres universitarias realizando funciones administrativas”, apunta esta doctora en administración (UBA) y consultora de organismos internacionales como el Banco Mundial, BID y la OIT.

Ya pasaron dos décadas, ¿cuánto se avanzó desde ese primer libro “Porqué llegan las que llegan”?

No ha cambiado sustancialmente el tablero. Las mujeres ocupan alrededor del 40% de la fuerza laboral mundial, pero sólo el 5% accede a los puestos más altos de decisión. Estamos transitando un nuevo siglo, somos mayoría en las aulas universitarias, obtenemos los mejores promedios y, sin embargo, en las empresas y en cualquier otra organización, la cumbre está reservada sólo para los varones.

¿Y por qué no llegan todas las que deberían llegar?

Por las llamadas “condiciones del medio”: climas hostiles y entornos laborables poco favorables. Los ejemplos van desde los más obvios, como no contar con un lactario, un baño para mujeres o un lugar de estacionamiento reservado para embarazadas, hasta otros de fondo como anuncios de vacantes de gerencia donde especifican que se busca profesionales de sexo masculino, la falta de horarios flexibles o las reuniones para fidelización de clientes organizadas en torno a un partido de fútbol o golf, actividades principalmente masculinas, donde las mujeres quedan implícitamente excluidas.

¿El avance tecnológico ha hecho más por las mujeres que cualquier legislación que promueve la igualdad?

La tecnología permite que los trabajos se realicen en menos tiempo, pero tenemos una organización laboral de la época de la era industrial. Se sigue pensando que sos eficiente si estás ahí, si “calentás la silla”. Ese es un modelo que no va con las mujeres. Por otro lado, ¿una puede estar en la sala de parto mandando mails como propone Marissa Mayer (directora de Yahoo)? Es un modelo utópico. Hay temas culturales que son difíciles de desarmar. Yo creo se puede hacer una carrera exitosa sin la necesidad de estar 50 o 60 horas semanales en la empresa.

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En el nuevo libro “Mujeres y varones en las organizaciones” hay un capítulo dedicado al síndrome de la súper mujer. Este modelo de la mujer que lo puede todo, ¿sigue vigente?

La pregunta más habitual que hacen las jóvenes profesionales es: “¿Se puede tenerlo todo?” Casa, pareja, hijos, éxito profesional…” Y yo les digo que sí, se puede. Lo que no se puede es tener en todo un 10. Pretender que los hijos estén perfectos, tener cuerpo de modelo y ser la ejecutiva top es una actitud esquizofrénica. Hay que tomar decisiones y buscar el propio equilibrio.

¿Se está imponiendo un nuevo paradigma: de la súper mujer a la mujer real?

Sí. Están surgiendo nuevos modelos de mujeres “imperfectas”: la que quiere realizarse profesionalmente, pero decide trabajar unas horas menos para disfrutar más de sus hijos, de su pareja, de su familia, de los amigos… de sí misma. La que se está reconciliando con la sensualidad y las curvas de su cuerpo. Algunas también se dan ciertos permisos en sus agendas y realizan yoga o aprenden alguna habilidad especial. Se atreven a gozar sin estar todo el tiempo rindiendo examen.

El libro dice que se ha conquistado el derecho legal a la igualdad, pero no la igualdad en lo cotidiano. ¿No hay mayor paridad hoy en la distribución de roles?

Muchos hombres, sobre todo los jóvenes, se están involucrando en la crianza de los hijos, pero en los aspectos más sencillos de estas tareas, no se alcanzó la co-responsabilidad. Nosotras tenemos una doble jornada: después de 8, 10 o más horas diarias de trabajo, nos toca organizar el hogar, ocuparnos de los chicos, de los ancianos y otras tantas cosas que surgen en el día a día. A veces los varones ayudan, pero se ven todavía pocos modelos de co-responsabilidad.

¿Cómo conviven las distintas generaciones en el mundo laboral?

Es todo un desafío. Hoy conviven los Baby Boomers con la Generación X, la Y e incluso la Z. Se requiere un gran ejercicio de flexibilidad y aceptación. Muchas empresas están haciendo mentorías cruzadas. Por ejemplo, jóvenes que mentorean a sus colegas más grandes y también hay una tendencia por el ‘mentoring mums’: madres profesionales que ayudan a mujeres que van a ser madres. Las guían cuando vuelven al trabajo después de la licencia. Es un momento clave para retener ese talento.

¿De qué manera evolucionaron las mujeres ejecutivas? Antes sacrificaban todo para llegar al poder, ¿hoy priorizan el equilibro entre vida personal y carrera laboral?

Los Millenials, en general, no quieren largas jornadas laborales, cambian de empleo si el trabajo no es desafiante, les gusta mucho viajar. Las mujeres de esta generación no están dispuestas a tanto sacrificio y no resignan la maternidad. Tienen maridos más colaboradores, sobre todo los que son profesionales independientes, consultores o entrepeneurs. Hasta que no llega el hijo la mujer piensa que va a poder con todo. En algunos casos pueden, pero en base a un sacrificio enorme. Hoy se posterga la maternidad. El problema es que entre los 30 y 40 años se toma conciencia del reloj biológico y hay una demanda extrema en la carrera profesional.

¿Cómo se concilia la vida en pareja cuando los dos trabajan en corporaciones?

Es muy difícil una pareja de dos corporativos, especialmente cuando nace un hijo. Son jornadas de 10 horas, mucho viaje y el ascenso está vinculado a la mudanza al exterior. Si llegás a un cargo regional, una semana por mes hay que estar afuera. De todos modos, creo que las organizaciones se van a tener que adaptar a los nuevos tiempos.

¿Qué modelos de líderes pueden inspirar a las mujeres para avanzar en sus carreras hasta donde quieran llegar?

Necesitamos líderes más reales y cercanos. De mujeres que corren, porque tienen múltiples roles, pero que también pueden delegar en sus parejas. A mí el modelo que me gusta y, es uno de los más innovadores que ha dado la política, es el de María Eugenia Vidal. Hay días en que la ves cansada, destruida, quizás el cargo hasta le costó su matrimonio. Es una mujer real, de su época, que ha logrado derribar ciertos estereotipos. Yo soy optimista a futuro. Espero que las nuevas generaciones avancen más rápido que nosotras en términos de equidad de género.