Creadora de fuegos: Felicitas Pizarro

Figura de la gastronomía en pantallas diversas, Felicitas Pizarro acaba de ganar un Martín Fierro por su programa de cocina. En esta charla, habla de sus metas, sus cuentas pendientes y sus primeros vínculos con la gastronomía.

Txt: Nicolás de la Barrera
Ph: Gentileza Felicitas Pizarro

 

Dice que todavía no está preparada para tener su restaurante, que hace consultas a sus colegas y que, al principio, hasta sentía vergüenza de estar al lado de las figuras históricas de la gastronomía local. A los 31 años, la cocinera y sommelier Felicitas Pizarro no peca de presumida, aunque, si lo hiciera, podría justificarse: en 2013 ganó un concurso mundial de videos organizado por el influyente chef Jamie Oliver y su nombre saltó a los títulos de diarios y revistas. Tras ese impulso, en su haber ya tiene su primer libro de recetas y ahora prepara el segundo. Además, se convirtió en referente de Youtube, plataforma que usa para subir sus videos de cocina a su propio canal.

Sin embargo, hay una alegría que, por estos días, no puede ocultar: la de ser la ganadora del último Martín Fierro de cable en la terna Mejor programa culinario por Las recetas de Felicitas, que ya finalizó su primera temporada en El Gourmet y ahora va por la segunda.

¿Esperabas el premio?

Para nada, ni siquiera la nominación. Fui a la ceremonia a disfrutar como espectadora. Pensé que se lo iban a dar a Osvaldo Gross, otro de los ternados, por su trayectoria y porque es un genio. Es la primera temporada que hago en El Gourmet, y me pareció que siempre se premia más la trayectoria, entonces fui pensando que no ganaba, así que cuando dijeron mi nombre fue una sorpresa total.

¿Fue fácil la adaptación a la pantalla de cable tras hacer tus videos en Youtube?

Más o menos, en esta segunda temporada creo que le encontré más la vuelta. Cuando grabo para Youtube lo hago con una cámara que se me acerca mucho. Hay una intimidad que en El Gourmet no había, y por eso el primer año me costó un poco. Además se graba en un estudio y hay un montón de gente, que también te intimida un poco. Pero en la segunda temporada creo que estuve mucho mejor porque pude decir las cosas que me ponían incómoda y las cambiamos. Entonces ahora se asemeja más a lo que hago en Youtube, una cosa más informal, que también era lo que quería el canal. Incluso mi segundo libro va a ser con el estilo de los videos, con más recetas y con fotos no tan producidas sino que muestran lo que se va cocinando.

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Trabajaste en restaurantes, diste clases, tuviste tu empresa de catering, ¿queda algo pendiente?

Me queda pendiente trabajar afuera, poner un lugar propio, crecer como profesional y aprender más, que mi carrera crezca, y hablo de mi carrera como cocinera, no en la tele.

¿Hay alguna razón para que todavía no tengas tu propio restaurante?

En algún momento lo voy a hacer, pero no me apuro. Prefiero estar más sólida como cocinera, me falta recorrer más camino. Muchos me preguntan que cómo no tengo mi lugar, y de verdad es que creo que me quedaría un poco grande. Necesito cocinar más, viajar, volver a laburar en cocinas antes de meterme en una mía.

Es común escuchar o leer acerca del sacrificio en el mundo de la gastronomía. ¿Vos lo vivís de esa forma?

Hoy no. Por ahí cuando empecé, que estás horas y horas pelando papas, ahí sí era más un sacrificio porque no había ninguna devolución, sino que es pelar una bolsa de papas entera y al día siguiente otra. Pero cuando uno empieza a cocinar, a producir algo interesante, el esfuerzo que hacés vuelve enseguida. Después sí, se trabaja hasta tarde y se pierde mucho lo social, no tenés sábados ni domingos. Pero como no estoy en un lugar fija, tengo las dos cosas: fines de semana que no paro de trabajar y otros que puedo descansar. Es un trabajo sacrificado, pero que vuelva un plato vacío, o que te vuelvan a llamar para un trabajo para mí es la mejor retribución.

¿Alguna vez pasaste por una crisis vocacional?

Sí, al principio cuando hacía pasantías, pasaba trece horas en una cocina y no me hallaba. Pensaba en estudiar cualquier otra cosa, algo corto que tuviera salida laboral. Veía a mis amigos que salían después de trabajar y se iban a tomar algo, entonces sentía que me perdía algunas cosas. Después le fui encontrando la pasión a la cocina. Por suerte seguí, porque hoy soy una afortunada en poder trabajar de lo que me gusta, pero al principio era aprender y aprender, y no sentía nada con la cocina.

¿Cómo sos como comensal?

No tiene nada que ver a lo que soy como cocinera. No soy súper crítica, soy una persona que nada más quiere comer rico y pasarla bien. Obviamente me gusta que me atiendan bien, sentirme cómoda, que el baño esté limpio, las cosas básicas. No soy una detallista que quiere averiguar cómo hicieron una salsa, por ejemplo.

Alguna vez dijiste que había pocas mujeres que cocinaban en la parrilla, ¿seguís sosteniendo eso?

Sí, no hay muchas mujeres que cocinen al aire libre con fuego. Sí hay muchas que lo hacen con fuegos de hornalla y hornos, que es igual de pesado que estar al lado de una parrilla, pero a lo que me refería es que estamos muy acostumbrados a que los hombres estén en la parrilla. Sin embargo, cada vez veo a más mujeres que cocinan de esta forma.

¿Qué es lo que más te atrae de la parrilla?

Todo, desde el momento en que empieza el fuego hasta los aromas, la leña, los cortes de carne. Es como un espectáculo y tiene otra magia que te diga de hacer algo en el disco o a la parrilla, a que te diga que vengas a comer a mi casa y haga unos fideos, no por menospreciar a la pasta. Pueden ser pizzas o pescados a la parrilla, pero para mí el fuego es muy mágico.

¿Cómo es la relación con tus colegas?

Bárbara. Cuando entré a este mundo después del concurso y empecé a estar en ferias o a dar clases y a codearme con gente que yo seguía, sentía que tal vez no lo merecía. Y la verdad es que el resto de los cocineros me dio una bienvenida tal que sentí que ese era mi lugar.

Con la distancia que otorga el tiempo, ¿qué te significó haber ganado el concurso de Jamie Oliver?

Todo. En mi carrera fue un vuelco. Gracias a que Oliver decide apuntarme con el dedo y decir “miren lo que hace esta chica”, mi cocina que era puertas adentro y no la conocía nadie, pasó a ser pública. Me cambió la vida entera.