NUEVA YORK DESDE ADENTRO

 

Rafael de Cárdenas es considerado uno de los interioristas top del momento. Autorde locales icónicos de Manhattan. Tiene como clientes a Nike, Cartiery Baccarat, entre otros. Acaba de serelegido “el arquitecto del año” porla organización Maison & Object Américas.

Txt: Dolores Vidal Ph: Gentileza Rafael de Cárdenas

 

Hace 10 años fundó un pequeño estudio de arquitectura en el Chinatown neoyorkino. Hoy, Rafael de Cárdenas tiene una oficina en Manhattan y otra en Londres. Es un creativo global. Trabaja tanto en Europa como en Estados Unidos y Asia. Su equipo es multidisciplinario -está integrado por arquitec­tos, diseñadores, artistas, fabricantes y artesanos- y es tan flexible como para asumir el reto de un proyecto residencial, comercial, u otro que involucre equipamiento y productos de distinta índole. Un universo amplio y sofisti­cado, con cierta nostalgia por los ’80. Su estilo neopostmoderno conquista cada vez más a marcas prestigiosas como Nike, Cartier, Cappellini, Baccarat y la joyera top Delfina Delettrez, entre algunos ejemplos.

Invitado por DArA (Diseñadores de Interiores Argentinos Asociados) para participar en el Encuentro Internacional de Interiorismo y Diseño, DArA ID 2016, Rafael de Cárdenas vino a Buenos Aires y fue entrevistado por BA MAG en los jardines del Park Hyatt Hotel en el Palacio Duhau, donde habló del presente y futuro del diseño. No pudo separarlo del momento político, mostró mucha preocupación por el “efecto Trump”. Y resumió en pocas pa­labras su incertidumbre actual: “Hay que vivir el día a día”. Un espíritu libre que no reconoce fronteras.

Rafael, ¿es tu primera vez en Buenos Aires? ¿Qué conociste?

Sí, el domingo pasé el día en San Telmo, vi antigüedades, fue lo que más me gustó de Buenos Aires. También estuve en Puerto Madero.

¿Cuáles son las tendencias predominantes hoy en el mundo del diseño? ¿Hacia dónde va el interiorismo?

No lo sé. Nosotros tomamos en consideración lo que hay en el aire, el mun­do está cambiando rápidamente. Trabajamos en proyectos muy distintos: desde edificios y casas privadas hasta distintos productos. Hace poco lanza­mos una línea de ‘sunglasses’. Es bien diversificado. Yo llegué a la arquitectu­ra y al diseño medio tarde, el estudio cumple 10 años en dos semanas, antes trabajé en moda y en instalaciones comerciales y artísticas.

¿Cómo fue el crecimiento del estudio en esta década?

Hemos tenido mucha suerte en estos 10 años. Yo soy nacido y criado en Nueva York, soy gringo, hablo algo de español porque mi padre es cubano. Con mis proyectos quiero contribuir a todo tipo de cultura, alta y baja; porque yo siempre me he inspirado mucho en las culturas más populares de Nueva York, Londres y París. Aunque el efecto es pulido, yo soy como Madonna (se ríe).

En tus creaciones hay una apelación al pop, al humor. ¿Esa mirada le quita solemnidad al resultado final de una obra?

El humor es importante para mí. También las cosas que más me interesan de la arquitectura y el diseño es cómo afectan a las personas. Me gustan los juegos cromáticos, ver cómo se comporta la gente de acuerdo al espacio que creamos. Lo que menos me interesa de la arquitectura es el elemento perma­nente. Cuando yo era niño decía que quería dirigir y editar videos de música. Lo efímero me atrae mucho. La ligereza de un espacio también.

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¿Qué te inspira?

Yo viajo mucho, por negocios sobre todo. Tengo piso en París y Nueva York. Lo que más me inspira son las películas que vi de niño en los años ’80. So­bre todo, la estética del film The Hunger de Tony Scott, protagonizada por Catherine Deneuve, David Bowie y Susan Sarandon. Los videos de música también me inspiran mucho. Yo lo digo medio en broma que soy como Ma­donna, porque ella genuinamente salió de un movimiento de Nueva York, no fue una artista fabricada por una discográfica como Britney Spears. Es la calle la que produce algo culturalmente interesante. Una de las razones por las que digo que Nueva York se ha vuelto una ciudad menos interesante es, justamente, porque se ha transformado en una ciudad de gente rica. Yo creo que se necesita un cierto desorden, el caos, para poder crear. Esto se ha ido de Nueva York y encuentro ahora ese espíritu en ciudades como México DF, San Pablo, por ejemplo. Son lugares muy potentes con artistas y músicos muy interesantes.

¿Cómo cambia el lenguaje del interiorismo, Rafael? ¿Qué tipo de espa­cios necesitan hoy las nuevas generaciones, los millenials?

En eso justamente estamos trabajando en el estudio. Es un desafío. Tenemos muchos clientes que no han podido captar a ese grupo. Es una generación que tiene un gran conocimiento de la tecnología, entonces ir a una tienda puede resultarle muy aburrido. Necesitan videos en el espacio, elementos interactivos. En mi opinión tiene que ser un espacio con mucho movimien­to, que cambie permanentemente. Flexible. Es que estamos atravesando un momento histórico con esas características. Con todo lo que está pasando en el mundo, hay que apreciar más que nunca el presente. No se puede planear.

 

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www.architectureatlarge.com