Hacedora de sueños, Alejandra Leguizamón

Creó Mamá Emprende para asesorar a las mujeres que deciden armar sus propios negocios. Organiza talleres online y presenciales para emprendedoras de todo el país. A los 31 años, tiene miles de seguidoras en las redes, a quienes inspira y estimula con sus consignas.

Txt: Dolores Vidal Ph: Gentileza Alejandra Leguizamón

Reinventarse: idear un nuevo proyecto y lanzarse contra viento y marea para volverlo realidad. Esta puede ser una buena definición de la vivencia, en estos últimos meses, de Alejandra Leguizamón, “Ale” para sus 16 mil seguidoras en las redes, quien a comienzos de 2017 presentó Mamá Emprende (@mamaemprendearg) para ayudar a “crear tu marca”, según sus propias palabras. Ella se define como “potenciadora de mujeres valientes y creativas”, una especie de ‘coach’ en los negocios que motiva y acompaña en sintonía con su propia experiencia de vida laboral y familiar. Está casada y es mamá por dos: Salvador (7) y Vicente (2).

¿Su antecedente emprendedor? Qué Monono, un bazar y tienda ‘handmade’ de productos al ‘crochet’ para la casa, que creó con una compañera de la facultad para salir del mundo de la publicidad cuando tuvo a su primer hijo. Así lo cuenta: “Estudié Dirección de Arte Publicitaria y trabajé desde los 18 años en agencias de publicidad. Un ámbito laboral que exige estar presente desde temprano hasta las 10 de la noche. No es muy compatible con la crianza de un hijo. A los 23, con el nacimiento de Salvador, me cuestioné qué tipo de vida quería. Así surgió Qué Monono y fue una experiencia buenísma. Al año ya nos daba un sueldo a cada una, creció muy rápido, hasta nos largamos a alquilar una oficina. Habíamos encontrado la vuelta para dejar de ser un emprendimiento artesanal para formar una red de tejedoras y vender a mayoristas de distintos lugares del país. A lo largo del tiempo, muchas chicas que nos seguían en las redes (Facebook: 150 mil fans), empezaron a preguntarnos cómo habíamos desarrollado nuestro negocio. Y así, en 2014, con la necesidad interna de ir tras nuevos desafíos, comencé a dar talleres para emprendedoras, me encantaba el feedback con las mujeres y poder sumar mi granito de arena en la construcción de sus proyectos. En 2016 estuve trabajando junto al CMD (Centro Metropolitano de Diseño) y Fundación PROEM en el Programa “Integración Emprendedora” en el barrio 21/24 de Barracas. A comienzos de este año ya había tomado la decisión de soltar Qué Monono para dedicarme a pleno a Mamá Emprende”, explica.

¿Y cómo fueron los primeros pasos?

En enero ya tenía definido el nombre, registrado el dominio y la página armada. Cuando yo tengo una idea en mente, soy como una topadora. Tenía también pensado el contenido de los talleres para emprendedoras de todo el año. Hago dos por mes presenciales los días sábados y tengo otros online, que están buenísimos para las chicas que viven en el interior, me los piden mucho. Hay lugares donde no hay ninguna capacitación para emprendedoras.

¿Cómo están armados los cursos online?

Yo los filmo, los edito y los subo a la página. Son videos de 15 a 20 minutos, que están pensados para la mamá que está muy ocupada. Se compran a través de la página, se envía a por mail un link de descarga y se ven por la compu. Por ahora, tengo tres armados: el ABC emprendedor, tienda online y marketing digital. Cada video me lleva mucho tiempo de filmación y edición, pero ya voy a producir más. Lo bueno del negocio online es que no tenés fronteras, podés llegar a cualquier lugar del mundo.

¿Qué balance hacés de estos primeros meses?

Estoy muy entusiasmada, disfruto mucho de lo que me está pasando. En el último taller que organicé en Moii de Belgrano se anotaron 45 mujeres. Estoy conociendo a muchísimas emprendedoras, conecto a unas con otras… Mis charlas son muy motivadoras. Se genera una red de chicas que están en la misma búsqueda, con las mismas ganas. Hay mucha contención entre ellas. Nos pasa a todas que las familias muchas veces minimizan nuestros proyectos. Cuando todo va bien, no hay problema. Pero cuando vienen tiempos difíciles, porque el negocio no está rindiendo, aparecen los cuestionamientos. Y la pregunta: “¿Cuándo vas a trabajar en serio?”, por ejemplo. En cambio, cuando una está en un contexto emprendedor, te sentís bien, ganás coraje, te animás. Hay que salir del ‘tupper’: relacionarte con pares, hacer networking. Te conectás con la energía de la acción.

¿Cuántas horas trabajás por día?

Yo soy muy ‘workaholic’, porque soy muy apasionada. No me mido mucho. Yo trabajo en casa, tengo mi oficina en el living  y trato de cortar cuando llegan los chicos del cole, a las 5 de la tarde. Pero con el celu es bastante complicado y, además, todo depende de mí. Cuando hay trabajo, hay que aprovecharlo.

¿Qué consejos les das a las emprendedoras?

Confiar en una misma, no escuchar a la gente negativa. También hay que estar en movimiento constante, capacitarse e invertir en el propio negocio: tiempo y dinero. Si crees en tu marca, debés invertir en ella, no quedarte a mitad de camino, hacer una buena apuesta. Hay que tener un plan de negocios, salir de la actitud de ‘hobby’ y desarrollar tu proyecto en serio.

¿Qué es lo mejor de ser emprendedora?

Sentirse orgullosa de una misma, de generar algo desde cero que te da un sueldo. Es grandioso, hagas lo que hagas. Unir la pasión a tu modo de vida es increíble. Hay que encontrar algo que te guste mucho, tener desafíos. Y cuando sos mamá, si se te enferma un hijo, te quedás en casa y no pasa nada; nadie te va a retar ni despedir. Yo tengo amigas que trabajan en empresas, salen a las 8 de la mañana y vuelven a las 6 de la tarde, y no pueden faltar pase lo que pase. Eso es terrible para las madres, es despiadado.

¿Cuáles son los planes futuros de Mamá Emprende?

El crecimiento que tuve desde enero hasta hoy es impresionante. ¡Ni yo lo puedo creer! Pero también siento que me lo súper merezco, hay mucho laburo detrás de este emprendimiento, hace rato que la vengo remando. Hoy el plan es seguir a pleno con los talleres presenciales y online. Desarrollar todos los temas que necesita una emprendedora para desarrollar su propia marca. Desde fotografía para Instagram, contabilidad, coaching ontológico, redes sociales. Las posibilidades son infinitas. Tal vez, en un futuro me encantaría escribir un libro con mi experiencia, ¿por qué no?