Los secretos de Vietnam

Navegar el delta del río Mekong, pasear en bicicleta por la distinguida Saigón, visitar la bahía de Halong con sus montes kársticos o probar el tradicional ‘pho’, pueden ser parte de una gran aventura por este fascinante destino asiático.

Txt y Ph: Esteban Mazzocini

 

Son las dos de la madrugada y el avión aterriza en Ho Chi Minh o Saigón, como suelen llamarla los lugareños. El aeropuerto está lleno de viajeros que vienen y van de un lado para otro. Me uno a un grupo de uruguayos que conocí en el vuelo y salimos en busca de un lugar para dormir.

Después de registrarnos nos vamos a descansar, pero tengo la mala fortuna de tener el sueño bastante liviano y cualquier ruido, por más suave que sea, me despierta. Son las ocho de la mañana y el timbre de la entrada hace de despertador. El lado positivo es que la mañana es mi horario preferido para salir a caminar.

Decido cambiar mis típicos gustos y dejo de lado el desayuno tradicional de tostadas con café con leche para probar ‘pho’, un plato que consiste en una sopa de pollo con fideos de arroz y otros ingredientes. Es una comida bien potente para empezar el día. Por eso, la mayoría de los 7 millones de habitantes que viven aquí recurren a élla.

Pero… ¿cuál será la mejor manera de recorrer esta ciudad que se divide en doce distritos urbanos (‘quam’), nombre derivado de los ‘quartier’ franceses? Me decido por los dos más importantes, que son el Cholón o gran mercado chino -un indicio del importante papel que han jugado tradicionalmente los chinos en su economía- y el distrito uno, el centro. Camino por sus calles, donde es habitual ver a las colegialas vestidas con el tradicional ‘ao dai’ de seda, como también a monjes budistas en busca de limosnas o a vendedores de ‘baguettes’. Y Saigón empieza a ser una ciudad con aire francés.

Para algunos turistas, la guerra es su principal marco de referencia, por lo que consideran como lugares históricos la Embajada de Estados Unidos, el Palacio Presidencial y los túneles de Cu Chi (una red subterránea que se extiende por más de doscientos kilómetros hasta llegar a los límites con Camboya). Esos túneles fueron construidos durante la guerra de Vietnam por los comunistas vietnamitas y fueron la base de operaciones del Vietcong para la ofensiva del Tet llevada a cabo en 1968.

Esos sitios se encuentran entre los lugares más destacados en la mayoría de los itinerarios, pero la ciudad es anterior a la participación estadounidense. Por eso me hago tiempo para también visitar la Pagoda Giac Lam construida en 1744, según dicen, la más antigua de la ciudad. Es en la Pagoda del Emperador de Jade donde me dejo tentar y prendo algunas barritas de incienso. Este tradicional ritual sirve para armonizar y perfumar el ambiente, ayuda a la concentración y, para la mayoría, es una forma de conectarse con uno mismo. No sé exactamente sus orígenes, pero mis conocimientos llegan hasta Japón, donde la práctica de quemar incienso coincidió con la introducción del budismo en el siglo VI.

Postales del Mekong

Cuando viajo me gusta moverme en todo tipo de transportes. Usar los trenes y mezclarme con los locales, alquilar una bici, una moto y hacer dedo. Todo es válido para trasladarse. En este caso estoy por hacer uso de mi primera experiencia asiática en un transbordador o ferry que va desde Saigón hasta Mytho, una de las zonas rurales más hermosas del delta del río Mekong.

La travesía lleva unas seis horas por un río que nace en la meseta tibetana y atraviesa China, Laos, Birmania y Camboya, antes de alcanzar Vietnam.

El delta es una densa extensión de campos de arroz, pantanos y bosques entrelazados por canales que constituye un lugar fantástico para explorar. Desde las primeras horas del día, embarcaciones de distintos tamaños se pasean por los mercados flotantes. En una de las paradas aprovecho para comprar unos ‘noodles’ (fideos) y cruzo al otro lado del puente. Cuando fijo la vista nuevamente en el horizonte encuentro la imagen perfecta del río Mekong con sus botes navegando de un lado a otro.

Cada ciudad que encuentro en el delta tiene su atracción particular. Cao Lanh es famosa por su diversidad de aves, Sa Dec por el colorido mercado de flores, y So Trang por el festival de Ghe Ngo, en el que la comunidad ‘jemer’ se reúne en el río para jugar carreras con sus botes. Alquilo una bicicleta y me dejo llevar por los campos y sus granjeros con sus sombreros cónicos, una de las imágenes más características de Vietnam.

La DMZ y año nuevo chino

Continúo hacia el río Ben Hai, más conocido como la zona desmilitarizada (DMZ), la cual dividió a Vietnam en dos durante muchos años.

Estoy parado en el famoso puente de Hien Luong, el que tantos dolores de cabeza le debe haber dado a la población de esta región, ya que acá tuvo lugar uno de los combates más sangrientos de toda la guerra de Vietnam. El bombardeo fue tan intenso que los habitantes de Vinh Muoc tuvieron que construir túneles subterráneos parecidos a los de Cu Chi. Durante cinco años, de 1966 a 1971, unas 300 personas vivieron bajo tierra. Finalmente, los dos países se reunificaron oficialmente en 1976, tras el desplome de Vietnam del Sur.

Hanoi tiene un aire de población provincial, ideal para relajarse del caos vietnamita. El distrito principal está formado por grandes avenidas arboladas y por casas coloniales de estilo francés. Me impresiona su arquitectura, como también saber que por acá, antes que los franceses, estuvieron portugueses, españoles y hasta holandeses.

Mientras un grupo de ancianos practica artes marciales en la plaza de enfrente, una niña reparte panfletos. Me acerco para que me entregue uno. Es una pequeña “promotora” de uno de los espectáculos tradicionales más interesantes para ver en Hanoi: el teatro de marionetas de agua. En esa obra las actuaciones consisten en rememorar la vida rural o acontecimientos históricos acompañados por el baile de las marionetas en el agua. Y si bien la función está en la lengua vietnamita, es una manera divertida para conocer más sobre la cultura y las costumbres del país. Disfruto de la música en vivo, de la creatividad con la que los actores manejan a estas marionetas y también de reconocer alguna que otra palabra que fui aprendiendo por las calles. El pequeño teatro, lleno de extranjeros y locales, aplaude de pie al terminar el espectáculo.

Hoy es el año nuevo lunar o fiesta del “Tet” en Vietnam. Se trata del día más especial de todo el año, ya que los buenos deseos y las muestras de cariño hacia los seres queridos marcarán la suerte del nuevo año que comienza. En occidente lo conocemos como Año Nuevo Chino, donde la ciudad se viste de rojo y amarillo, los colores de fiesta. Mientras camino hacia una de sus avenidas principales, la frase “Chuc mung nam moi”, feliz año nuevo, se repite a cada instante. En mi caminata me uno a dos argentinos que también están de recorrida por el Sudeste Asiático. Llegamos hasta el lago Hoan Kiem, donde cientos de botes desparramados por sus aguas lanzan fuegos artificiales. El cielo se tiñe de luces coloridas ante el asombro de los presentes.

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Maravillas vietnamitas

Con sus tres mil islas de piedra caliza que surgen entre unas aguas claras de color esmeralda en el golfo de Tonkin, la Bahía de Halong es una de las maravillas naturales del mundo. No por casualidad, la famosa película Indochina, con Catherine Deneuve, fue filmada aquí.

Pregunto entre los conductores de lanchas si alguno se ofrece a ser mi capitán. Cuesta convencerlos ya que la embarcación tiene espacio para varios viajeros y uno solo no es buen negocio para ellos. Charlo, entonces, con tres franceses algo indecisos en su plan de viaje y los convenzo para que se unan a mi aventura. Negociamos el precio y finalmente salimos a navegar por un canal silencioso, dejando atrás los barcos pesqueros. Bu, que en vietnamita significa líder, maneja el timón con determinación. No es joven, pero sí fuerte a pesar de su contextura delgada. Su piel, algo lastimada por el sol, refleja sus años de trabajo del puerto.

Las primeras islas están cubiertas de vegetación y salpicadas por innumerables playas. Mis compañeros de viaje son tres estudiantes de cartografía, y con ellos me encuentro aprendiendo a leer mapas en medio de la niebla de la Bahía de Halong. Me entienden cuando les cuento que de chico me pasaba horas aprendiendo nombres de regiones pequeñas, buscando ríos de pueblos de montañas y desiertos inexplorados. Ellos me cuentan la historia del primer mapa que se hizo del mundo.

Bu nos propone llegar hasta una aldea flotante de pescadores para comer mariscos frescos. Suena bien. El recorrido hacia allá continúa en ‘zigzag’, a través de enormes rocas kársticas que emergen del agua. Algunas de ellas, por sus formas, han ido cobrando distintos nombres como “Cabeza de hombre”, “Búfalo enfurecido” o “Los gallos”. Tal es la importancia del lugar que, en 1994, la UNESCO incluyó a la bahía en su lista de Patrimonio Mundial Natural. Si bien la bahía fue, tiempo atrás, testigo de numerosas batallas navales, hoy cuenta con una paz que invita a quedarse.

Después de comer unos ricos mariscos, jugamos a las cartas. Por la tarde la bruma desciende entre las islas y nos obliga a dormir en la aldea.

El motor de una lancha pesquera nos despierta temprano, y continuamos viaje hacia el Parque Nacional Cat Ba, ubicado en la isla del mismo nombre. Aquí caminamos por senderos selváticos, escalamos una montaña, apreciamos un bosque de manglares en la costa y finalmente remamos en kayak cerca de un arrecife de coral. Por la tarde, nuestro guía-conductor nos deja en el muelle donde nos conoció y yo me despido de mis compañeros europeos, con ansias de seguir descubriendo esta exótica Vietnam y todos sus secretos.

 

Datos útiles

La mejor época para viajar a Vietnam es durante la estación seca, de diciembre a marzo.
Es indispensable sacar la visa antes de viajar. La embajada de Vietnam en Buenos Aires está ubicada en el barrio de Belgrano: 11 de septiembre 1142 (www.vietnamembassy.org.ar). También se puede tramitar en Bangkok, Tailandia.
Se recomienda llevar el certificado de vacunación contra la fiebre amarilla.
Actividades imperdibles: navegar el río Mekong en balsa, visitar los mercados de frutas y verduras de Hanoi, explorar la Bahía de Halong, alquilar una bicicleta para recorrer la ciudad imperial de Hue y visitar los túneles de Cu Chi, testigo de la guerra.
Viajar por Vietnam es muy seguro y muchos recorren este destino en familia. Como en otros lugares del mundo, hay que estar más atento en las grandes ciudades.