Mercados del mundo

Pasillos angostos, aromas intensos y una gran muchedumbre. Nos adentramos en los mercados de Turquía, Japón, México, Marruecos y la India para compartir la experiencia de comprar en el exterior de una forma distinta.

Txt y Ph: María Clara Mayer

 

Todas las grandes ciudades marroquíes tienen dos caras: la medina o ciudad antigua y la parte moderna. La medina es el corazón del pueblo, donde los artesanos y pequeños comerciantes viven y venden sus productos. Las viviendas, agrupadas unas contra otras, crean multitudes de callejuelas laberínticas y pasadizos casi imperceptibles. También hay plazas, mezquitas, escuelas y zocos.

La palabra zoco, ‘souken’ en árabe, significa “gran desorden” y en buena parte, así es. Son mercadillos tradicionales de los países árabes, que generalmente son al aire libre y abren un día determinado de la semana o en una época específica del año. Por ellos transitan latoneros, curtidores, ebanistas, especieros, confiteros, perfumistas, ancianos de aspecto bíblico y vendedores de lo invendible que persiguen al turista hasta lograr su cometido.

Caminar por cualquier mercado en Marruecos es un festín para los sentidos. Sería posible caminar con los ojos cerrados y reconocer en qué zona uno se encuentra, a partir de los aromas. Por momentos huele a azafrán o comino, indicando el área de las especias; la zona de los perfumes y productos de belleza está inunda por una fragancia a jazmín y rosas. Y la parte más reconocible es donde se vende carne o queso, un aroma fuerte y por momentos rancio, que no nos anima a detenernos mucho tiempo.

Pero no sólo los aromas pueden ser intensos, los vendedores también. Apenas ingreso al zoco, varias personas se me acercan y empiezan a hablarme en español. No se cómo se dan cuenta de donde soy, pero nunca se equivocan. Me nombran a Maradona, Messi, incluso a Borges. Ofrecen llevarme al mejor lugar para comprar cerámicas o alfombras y por supuesto, al restaurante más rico de todo Marruecos. Gracias a Makmut, mi guía por el día, conozco las curtidurías de Fez, y desde la terraza de un negocio de carteras, veo cómo trabajan los hombres tiñendo el cuero. Enormes piletas de variados colores y mucha gente saltando de una a otra trabajan hasta que se hace de noche.

A 500 kilómetros de Fez se encuentra una de las ciudades más importantes del país, Marrakech. El alma de la ciudad es la Plaza Yamaa el Fna. Miles de personas se reúnen en este espacio público llenándolo de color, cultura y negocio. Contadores de cuentos, maestros exponiendo sus enseñanzas, encantadores de serpientes, bailarines, dentistas, acróbatas y mujeres que sin consultar, comienzan a pintarte la mano con henna para después pedir una propina.

Infinitas actividades y personas se juntan y van abarrotando la plaza y sus calles adyacentes hasta que termina el día. Por la noche la plaza se llena de pequeños puestos de comida, con mesas y sillas. No hay que dejar de probar el Tajine, una especie de guiso hecho con cous cous, verduras y carne. En los bordes de la plaza se han establecido un buen número de cafés y restaurantes de todas las categorías, que abren sus terrazas hacia el espectáculo que se forma en esta monumental parte de Marrakech.

Otro mercado con características similares se encuentra en la capital de Turquía, Estambul, y se llama Gran Bazar. Ubicado dentro de un enorme edificio, alberga más de 3000 tiendas en un recorrido de 64 calles. En este mercado es posible comprar desde medias, televisores, comida, hasta un nuevo corte de pelo a un precio más que accesible. Un clásico son las camisetas de futbol. Uno de los vendedores dice que la camiseta más vendida es la de Argentina que dice Messi; esa tiene un valor de 10USD. También hay de Tevez y Agüero. Tanto en Marruecos como en Turquía, me han mencionado a muchos jugadores argentinos. Sucede que son fanáticos del fútbol argentino, e incluso siguen más nuestros torneos locales que los de su propio país. Para obtener un sabor más autóctono, el mejor lugar para recorrer es el Bazar de las Especias, ubicado a pasos del Puente de Gálata, un típico punto turístico de Estambul. El mercado es una explosión de color, donde miles de recipientes contienen las más variadas especias y frutos secos. Un punto a favor que tiene este lugar, es que todos los puestos tienen degustación gratis, asi que nada mejor que pasarse horas probando todo tipo de delicias dulces. Y es que la repostería en Turquía es una de las mejores del mundo; muchas almendras, nueces y miel. Además, los vendedores son menos intensos que en Marruecos y mucho más amigables.

 

Sabor, aroma y color

Pero si de amabilidad hablamos, nadie como los hindúes para venderte algo al triple de su valor con una sonrisa en la cara. Es difícil distinguir donde empieza un mercado en India y donde termina. Los puestos y las carretas se mueven al ritmo de la calle y la gente. Las personas viven dentro de sus puestos ¿Será por eso que siempre te hacen sentir como en casa cuando venden algo?

Me llama la atención que la mayoría ofrecen cosas para mujeres: pulseras de distintos colores y materiales, tobilleras, aros, collares, muchos vestidos y sobre todo, telas con bordados increíbles. Una de las pocas cosas que un hombre puede hacer en el mercado es disfrutar de unos buenos masajes, un corte de pelo o afeitarse con navaja. Entre local y local, hay restaurantes para los turistas; la gente de la ciudad come parada en puestos que ofrecen desde guisados muy picantes o fideos, hasta tragos con yogur conocidos como Lassi.

Además de la venta de productos, también hay una gran comercialización de flores. Pero no, no es que India es el lugar más romántico del planeta, ese título bien ganado se lo tiene París. En India, las flores son para los dioses; es tradición hacer guirnaldas y dejarlas en el templo del Dios que corresponde a su casta.

Otro apasionante mercado del mundo es el de Japón. Son ancianos y familias enteras las que pasean por los pasillos del mercado de Tsukiji en Tokio. Fiel a la cultura japonesa, lo primordial es el orden y la organización. Cada barrio tiene su propio mercado especializado en algo: Nakano Broadway para artículos animé, Ameyayokocho para productos chinos o Fukushima para productos agrícolas. El más interesante es el de Tsukiji, allí se puede disfrutar de distintos tipos de ‘delicatessen’, todo en torno a los pescados y mariscos. Hay un puesto que ofrece pequeños calamares, que en su centro tienen un huevo cocido o peces disecados (sólo para valientes). Es una gran oportunidad para probar comida que de otra manera no conoceríamos. Cada puesto tiene muestras y se considera mala educación no aceptarlas cuando son ofrecidas. El mejor momento para visitar este lugar es bien temprano por la mañana, hay menos gente y se disfruta más el ambiente.

Por su parte, los mercados de México tienen todo el sabor, aroma y color que uno pudiera desear. Aquellos especializados en artesanías, como telas bordadas a mano, las típicas blusas con flores, manteles y frazadas, se encuentran casi siempre en las plazas frente a las iglesias. Los otros mercados, con más variedad de productos, se ubican en alguna otra plaza o simplemente son mesas con sombrillas en alguna calle.

En San Cristobal de las Casas el mercado principal muta con el correr del día. Por la mañana abren los puestos de panadería y verdulería. Al mediodía los “restaurantes” de tacos ofrecen 2 tacos por 4 pesos mexicanos (3,50 pesos argentinos), y a la tarde abren más puestos de productos regionales: maderas talladas, mochilas, cinturones y artesanías varias. También es normal ver a mujeres cargando grandes bolsas de productos en los hombros, que ofrecen por la calle o a los que comen en restaurantes.

 

El arte de comprar

Negociar un precio es un arte, hay que disimular el interés, actuar, gesticular y no dar el brazo a torcer. En los países musulmanes y asiáticos el buen regateador es respetado; es un código, es su cultura y está bien visto. El primer precio que menciona el vendedor, nunca es el verdadero valor.

Para empezar, hay que pensar una cifra para el producto y dar un monto inferior a ese. El vendedor dirá que es imposible, que no se puede bajarlo tanto, pero con el ir y venir de los números, se llegará a un acuerdo. Incluso es una buena táctica, irse del local, y entonces el vendedor saldrá corriendo para finalmente aceptar el precio. Al principio puede ser una práctica rara e incómoda, pero hay que entender que es parte del juego y que es fundamental para adentrarse en el mundo de los mercados.

 

DATOS ÚLTILES

Marruecos
Dónde: Zoco de Fez y Plaza Yamaa el Fna
Qué comprar: alfombras, lámparas, artesanías de cuero
Turquía
Dónde: Gran Bazar y Bazar de las especias
Qué comprar: especias, frutos secos, repostería
India
Dónde: Mercado de Jaipur
Qué comprar: joyas, telas, ropa, especias
Japón
Dónde: Mercado de Tsukiji
Qué comprar: pescados, mariscos, arroz
México
Dónde: Mercado de San Cristobal de las Casas
Qué comprar: frutas, especias picantes como el chile o el ají, ropa y mantas bordadas