Viajeros de largo aliento

Dejaron la comodidad del hogar y la seguridad del sueldo fijo para salir al mundo. Con mochila al hombro e itinerarios bastante flexibles, estos nómadas posmodernos cuentan, desde distintos puntos del planeta, qué los impulsa a viajar durante meses u años, y por qué no planean plantar bandera.

Txt: Carmen Manresa Ph: Gentileza entrevistados

En la Prehistoria fuimos nómadas, nos desplazamos incansables por los cinco continentes hasta que un día conseguimos comida, abrigo, techo y más tarde, lo que llamaríamos “un trabajo”. Lo que fue sobrevivencia, pasó a ser una excentricidad cuando nos convertimos en sedentarios. Sin embargo, como un gen que se resiste a desaparecer, cada vez más viajeros se lanzan a recorrer el mundo, insaciables, como una suerte de nómadas posmodernos que no se conforman con los límites geográficos impuestos por un país y se animan a abrir la ventana para mirar desde otro lado, cargando sus mochilas con razones más existencialistas que mundanas y mucha sed por conocer.

Viajar transforma, ¿qué duda cabe? Y es en la juventud cuando más se atreven a marchar sin un rumbo determinado, dejándose llevar por la aventura o el destino. Claro que no se trata de un llamado espontáneo después de los 18 años. Para muchos es una inquietud que comienza a corta edad, como una llama interna que se enciende con las primeras experiencias en familia y luego con amigos.

Sin embargo, cuando las vacaciones y los feriados comienzan a ser períodos demasiado limitados para esa necesidad urgente de estar en movimiento, se genera el primer estallido. Y la onda expansiva alcanza al círculo más cercano de afectos, quienes se debaten entre la nostalgia anticipada por la ausencia y el amor incondicional que permite dejarlos partir. El último eslabón es dejar los trabajos, pero en la mayoría de los casos esta tarea es lo más sencillo de la historia.

Entonces el mundo se transforma en carta abierta para deambular. Un pasaje económico puede determinar la puerta de entrada, mientras el resto de las paradas permanecen en un itinerario mental con ciertos hitos a conquistar.

Tal vez los destinos más demandados sean el Sudeste Asiático, Europa y ahora también Oceanía, gracias a las visas Working Holidays de Australia y Nueva Zelanda, que permiten juntar un poco de dinero para iniciar un periplo que puede durar meses e incluso años.

Dame una razón

Dejarse sorprender por los lugares, las personas o las culturas, suele ser una buena unidad de medida para decidir hacia dónde girar. Y para eso se necesita tiempo. A Mercedes Valencia (28 años), oriunda de Victoria, Argentina, le gusta el paso lento. En 2012 se fue a trabajar con chicos de la comunidad gitana en Rumania, gracias al Servicio de Voluntariado Europeo. “Cuando volví a Argentina no me podía adaptar, no me hallaba. Después de varios meses me di cuenta que quería seguir viajando, moviéndome, conociendo gente de todas partes del mundo”, recuerda desde Ibiza, España.

En 2016 partió junto a su prima hasta España para abrir el mapa y apostar por el trabajo social. “Cuando hice el voluntariado sentí que pude palpar bien la cultura local y para mí eso es lo mejor. Con el tiempo que llevo viajando podría haber recorrido muchos lugares más, pero me gusta ir lento”, afirma Mercedes, aunque en su pasaporte ya se registran  24 países visitados.

Laura Lazzarino (31 años), de San Nicolás de los Arroyos, comenzó viajando sola en 2008, pero dos años después conoció a Juan Villarino y el camino comenzó a ser de a dos. Hoy escriben juntos sobre sus viajes: su libro “Caminos Invisibles” va por la cuarta edición y en 2018 se viene el libro sobre su recorrido por África. El blog de viajes de Laura (losviajesdelanena.com) fue el ganador de los Premios Bitácoras 2016.

Sus trayectos pueden durar años y los hacen a dedo, una parte fundamental de este proyecto de viajar y narrar. “No lo hacemos así por una cuestión económica, sino porque es la manera más interesante que encontramos para contar historias, para interactuar con el destino, dejar que lo imprevisto nos sorprenda”, cuenta desde Madrid esta licenciada en Turismo, que ya suma 62 países en su travesía.

Las razones para viajar son casi tan diversas como cada viajero. “La mía es la curiosidad y el querer expandirme”, afirma Solano López Villagra (28 años), un cordobés que partió a Nueva Zelanda hace tres años para juntar dinero y seguir camino junto a su novia. Desde Barcelona, este licenciado en Administración de Empresas reflexiona acerca de su aventura: “La idea es salir de la rutina de vivir siempre en la misma ciudad, la misma casa, con la misma gente. Me sirvió para hacer planes, para pasar tiempo conmigo mismo, para pensar en la vida, en lo que realmente quiero y no estar condicionado por las convenciones sociales”.

La misma avidez por descubrir fue la que motivó a Jenifer Linares (30 años), de Barcelona, España. Su primer viaje largo fue a los 19 años, cuando estudiando Lenguas Eslavas se fue a vivir a Rusia, Finlandia y Polonia. Consiguió un buen trabajo al regresar, pero a los 28 años dejó todo para seguir marcha.

“Soy muy curiosa en todos los aspectos, siempre quiero saber, conocer, descubrir. Tengo un espíritu explorador e intrépido, y cuando viajo me gusta mucho aprender sobre la comida típica, estar con la gente del país, no voy a un resort. Yo defino al viajero como un explorador”, cuenta desde Sídney, Australia, donde consiguió trabajo en la misma empresa que dejó al partir. En un año espera seguir su camino por Sudamérica y sumar destinos a los más de 30 países que ya conoció.

Y si de ir y volver se trata, Francisco Grancelli (29 años) está en plena etapa de readaptación en Buenos Aires, luego de dos años viajando por Europa, Asia y Oceanía, llegando a 44 países visitados a lo largo de su vida. “Volví hace poco y todavía estoy procesando todo lo que me pasó y viendo cómo me adapto a esta vieja realidad renovada”, comenta el licenciado en Administración, Marketing y Ventas. “Lo que más me gusta de viajar es esa conexión con distintas culturas y lugares, experimentar cómo vive su gente. Tuve la oportunidad de encontrarme a mí mismo y tener tiempo para estar tranquilo, pensar y hacer cosas que me gustan. Y en otros momentos tuve la suerte de encontrarme con personas a las que quiero mucho, con otros que fui conociendo y lo pasé muy bien”, cuenta.

¿Y ahora qué?

El viaje tiene una gran capacidad de transformar a las personas. Nadie vuelve a ser el mismo cuando se ha entregado por completo a la experiencia. “Estar en situaciones donde cuestionás la normalidad, tener que aprender, estar en lugares donde nadie habla tu idioma o comparte tu código cultural, es también un ejercicio de humildad. Te enseña muchas cosas y te ayuda a ser mejor persona. Hay algo espiritual en el viaje y es la forma que encontré de ser feliz, es la manera en que quiero y elijo vivir mi vida”, asegura Laura.

Además de los aprendizajes, son muchos los que remarcan la hospitalidad y bondad que existe en todo el mundo.  “Se da mucha solidaridad, siempre alguien te ayuda. Algunos hablan de religión, pero yo creo en las personas, hay mucha gente buena en todas partes. Siempre me sentí muy cuidada viajando, y de hecho, no viajo tanto por los lugares, sino por las personas”, comenta Mercedes, quien volverá a Argentina para ver su familia y sacar un nuevo pasaje, esta vez con destino a Centroamérica.

En tanto, Jenifer relata su experiencia y resalta el miedo como el obstáculo a derribar. “Salí con mucho miedo, con la incertidumbre de perder mi estabilidad, preguntándome si algún día podría reincorporarme a un entorno laboral, y el viaje me ha enseñado a no tener miedo, porque solo tienes una vida y debes hacer lo que deseas”.

Desde su nueva oficina en Buenos Aires, Francisco saca también sus conclusiones: “En Nueva Zelanda estuve con viajeros de largo plazo y me di cuenta de que me gustaría repetir una experiencia de este tipo, pero tal vez en pareja o en familia. Cumplí mi sueño, pero si sos viajero siempre vas a desear partir. Si no podés viajar dos años, tal vez sean seis meses, buscarás la forma, porque el tiempo te permite vivir los lugares de otra manera”.