El encanto de comer con desconocidos

Cada vez más restaurantes porteños ofrecen mesas comunales para compartir la comida con otras personas. En esta nota, las mejores propuestas y un recorrido por la historia de esta costumbre.

Txt.: Luisa Solazzi Ph: Gentileza restaurantes y cafés

 

La comida siempre fue una ocasión para el encuentro. Un rico té entre amigas, un asado en familia o incluso el almuerzo de todos los días con los compañeros de trabajo nos permiten frenar con la rutina y juntarnos en torno a una mesa para compartir mucho más que los alimentos. Son momentos para unirnos, acercarnos, reírnos y acompañarnos. Por todo esto dicen que es bueno comer con otra gente. ¿Pero qué pasa si ese otro es alguien que no conocemos? La idea ya no resulta tan extraña. En Europa hace tiempo que los restaurantes incorporan mesas comunales para que las personas se sienten libremente y puedan interactuar. Hace algunos años, esta costumbre llegó también a Argentina y pareciera que va ganando cada vez más adeptos.

El precursor fue Alain Coumont, fundador de las panaderías Le Pain Quotidien. Al abrir su primer local en Bruselas, el espacio era tan pequeño que decidió poner una mesa grande de madera que había comprado en un local de antigüedades. Creyó que sería una buena forma para reunir a sus comensales. Así, gracias a la intuición de este gran emprendedor, las mesas comunales se mantienen en el centro de cada uno de los locales de Le Pain Quotidien, para invitar a la gente a disfrutar de la comida de una manera diferente. “Tomá asiento al lado de tu vecino y compartí el desayuno, el almuerzo o la merienda. No te olvides que, incluso en las grandes ciudades, somos una comunidad”, afirma la marca en su página web.

Una invitación a compartir

Para la socióloga Carola Chaparro, directora de la Agencia Prensa Gastronómica, las costumbres en torno a la comida reflejan mucho a un grupo social y a su época. En tiempos pasados, eran muy usuales las mesas comunitarias y los grandes banquetes. “El espíritu individual, típico de la modernidad, todavía era algo desconocido para estos hombres que veían en la comunidad su propio sentido”, explica. Las comidas grupales tenían un valor social importante, porque en ellas se generaban ventajas, alianzas y negocios. Con la modernidad, esta costumbre ancestral de los hombres reunidos en la misma tabla unificadora se fue abandonando para pasar a la clásica mesa de a dos, que estamos acostumbrados a ver hoy. “El uso individual o para pocos de los bienes y servicios es la forma de apropiarse de un sentido del mundo y de una forma de pensarlo”, aclara Chaparro. Sin dudas, vivimos con un ritmo acelerado, en un clima donde prevalece el sentido del yo por sobre lo grupal.

Cabe preguntarnos, entonces, si las mesas comunales son solo una moda en el ámbito culinario que busca, permanentemente, sorprender con algo novedoso. O si, además, vienen a jugar otro papel con un trasfondo más profundo.

En un mundo donde estamos todo el tiempo conectados por la tecnología y las redes sociales, pareciera, paradójicamente, que el hombre vive cada vez más aislado de los otros. Quizás estas mesas sean una manera de acercarnos al prójimo y rescatar el valor de la comunidad y la importancia de compartir.

Frente a esto, ¿cuál es la reacción de la gente? “En Estados Unidos y en Europa la moda parece imponerse sin que a nadie le incomode, pero en Buenos Aires la cuestión no levanta tantos seguidores: la gente prefiere relacionarse con quienes ya conoce y no utilizar la comida como lugar para nuevos vínculos”, opina Chaparro.

Sin embargo, hay cada vez más restaurantes que se animan a apostar por las mesas comunales y lo hacen con éxito. Para Fátima Cebral, Brand Manager de Le Pain Quotidien Argentina, la tendencia es hacia la aceptación. Basta dar una mirada al local de Sucre 2151, en Belgrano, para comprobar esto. Aunque hay mesas individuales vacías, podemos ver a tres señoras disfrutando de un rico desayuno sentadas en la mesa comunal, en compañía de dos jóvenes que están tomando café mientras trabajan en sus computadoras. “Algunos se ubican en la mesa comunal porque vienen solos y, de esta forma, se sienten más acompañados; pero hay quienes vienen en grupo y también la eligen. A veces se generan conversaciones entre la gente”, cuenta Fátima. Así lo demuestra Stella Sinner, clienta habitual del local: “Con mis hijas siempre venimos a tomar el té. Además de los ricos panes, nos encanta la mesa comunal. Me encuentro hablando con gente que no conozco y les aconsejo qué pedir de la carta”.

La estrella de Le Pain Quotidien es el pan, hecho con la misma receta original que desarrolló Alain Coumont en sus comienzos: “un pan orgánico, hecho a mano, con una excelente corteza y de rebanada firme”. El menú incluye comida simple, pero fresca y saludable, que apunta a tener la mayor cantidad de productos orgánicos certificados. ‘Brunchs’, tartines, ‘croissants’, ‘muffins’ y ‘pain au chocolat’ son algunas de las delicias que se ofrecen en este cálido lugar, ambientado con muebles de madera reciclada.

Bajo este mismo concepto de panadería comunal, nació el restaurante Boulangerie Cocu, en la esquina de Malabia y Gorritti, en Palermo. “Pusimos mesas comunitarias porque en Francia se estilan mucho. Los argentinos se fueron acostumbrando de a poco; ahora este tipo de mesas siempre están ocupadas, sobre todo por extranjeros y gente que viene sola”, revela Anais Gasset, una de sus dueñas. Entre cafés, ‘croissants’ y panes se generan encuentros espontáneos entre las personas que se animan a dialogar. Como reconoce Micaela Marino, quien un sábado al mediodía eligió comer un ‘brunch’ con su novio en una de estas mesas: “Nos sentamos sin estar muy convencidos. De repente nos pusimos a hablar con unos chicos ingleses que teníamos en frente. Les recomendamos qué lugares visitar, qué transportes utilizar, y hasta terminamos agregándolos a Facebook”.

En Pizza Cero, afirman que su misión es “innovar cada día”. Como la barra es un ícono del lugar, en el local de Tagle y Libertador, en Palermo, buscaron ampliar este espacio incorporando una mesa alta con butacas. La gente se entusiasmó tanto con sentarse allí que pronto decidieron agregaruna mesa común mas.

Otro rincón en la ciudad con una propuesta similar es Camping Beer Garden. Ubicado en las terrazas de Buenos Aires Design, este ‘spot’ se posiciona con una oferta atractiva y novedosa, especial para disfrutar en verano. El concepto del local hace alusión a los ‘biergarten’ (jardines de cerveza), que nacieron al sur de Alemania, en el siglo XIX, con el fin de vender comida y cerveza en un espacio comunitario ‘outdoor’. Siguiendo esta tradición, pero con un aire más porteño, Camping tiene largas mesas comunes en la terraza y vende cerveza artesanal, además de contar con una carta que incluye sándwiches, ensaladas, milanesas, menús vegetarianos y sopas. Sus dueños lo definen como “un lugar para revivir el espíritu de campamento”. Porque aquí no hay camareros y todo es como en casa: cada uno es responsable de buscarse la comida, devolver la vajilla y dejar su lugar limpio.

Aunque tengamos la sensación de que estas mesas son más bien para un entorno informal y relajado, la tendencia llegó hasta la gastronomía más elegante, como es el caso de Elena del Four Seasons. El restaurante combina comida de primer nivel con un ambiente cuidado en cada detalle. Cuenta con dos pisos, patio con techo de vidrio y una gran mesa comunal, ubicada frente a la cocina abierta. Cuando está reservada, sirve para eventos corporativos o cumpleaños; si está libre, se usa para que la gente se mezcle y socialice.

“Una mesa larga es una invitación a compartir con otro. Es suponerse, de algún modo, en el mismo universo”, concluye Chaparro. En definitiva, una opción que vale la pena aventurarse a probar.

 

Otros restaurantes con mesas comunales

Mineral: En pleno microcentro, ofrece un menú con productos naturales y sanos que demuestra que la gastronomía rápida también puede ser de alta calidad.
www.mineralbsas.com.ar
Le blé: Ideal para desayunos, ‘brunchs’ y meriendas. La carta incluye panes, pastelería artesanal, ‘crèpes’ y sandwiches, entre otras cosas. Cuenta con varias sucursales en distintos puntos de Capital Federal.
www.leble.com.ar
Farinelli: Restaurante ubicado en Palermo con comida variada. Especialidades: ensalada de quínoa, salmón rosado con ‘gremolatta’ y ‘cheesecake’ de mascarpone.
www.farinelli.com.ar
HG (Restaurante de Hotel Fierro): con cocina de autor, a cargo del chef Hernán Gipponi, ofrece las más exquisitas combinaciones de sabores y texturas en cualquier momento del día.
www.fierrohotel.com
El Burladero: En el corazón de Barrio Norte, se encuentra este restaurante de comida típica española. Se pueden disfrutar de platos como gambas al ajillo, tortillas, escabeches, paellas y pescados.
www.elburladero.com.ar

 

+info_

 www.lepainquotidien.com.ar
www.boulangeriecocu.com
www.pizzacero.com.ar
www.facebook.com/CampingBA
www.fourseasons.com