Una reliquia moderna

En un rincón parisino, un pequeño edificio en ruinas se convirtió en una cálida casa familiar distribuida en cuatro niveles. La luz omnipresente y el manejo ecológico de la construcción, las dos claves del diseño.

Txt:Paula Mom  Ph:Gentileza v2com

Distrito 10 de París. La parte trasera de un patio. Un edificio pequeño, oscuro, antiquísimo y semi-abandonado, cuya estructura de madera había sido atacada completamente por hongos domésticos. El desafío era crear un hogar adecuado para una familia de la manera más ecológica posible y con un toque moderno.

En mayo de 2016 las arquitectas francesas Alia Bengana y Capucine de Cointet pusieron manos a la obra. La remodelación demoró 8 meses y costó 400.000 euros. El reducido edificio se convirtió en una cómoda casa familiar de 120 m² que se distribuyen en cuatro plantas. Además de la planta baja y dos pisos superiores, 38 m² de sótanos abovedados albergan ahora el cuarto de lavado y un espacio de usos múltiples que se puede usar como sala de juegos o cine.

Oasis de luz

Bajo la premisa de dejar entrar la mayor cantidad de luz posible en la casa, y al mismo tiempo, mantener la privacidad de los residentes, ciertos niveles se abrieron con pisos de media altura para capturar mucha más luz del sur. “Sugerimos rehacer los pisos por completo y nos dispusimos a buscar tantas fuentes de luz como fuera posible, utilizando tragaluces y también proponiendo una planta baja de dos niveles para que la sala de estar pueda recibir la luminosidad de las aberturas del primer piso”, explicaron las arquitectas a cargo del proyecto.

La gran escalera, ubicada frente a la fachada, está coronada con un techo de vidrio, lo que permite que dicha estructura de madera quede iluminada y aporte más luz a la planta baja. Y debido a que los espacios están restringidos a una sola exposición -a excepción de los tragaluces-, los arquitectos usaron algunas paredes de vidrio en el interior, como en el dormitorio principal. Este recurso es el más original del diseño interior. “Difunde la luz y permite a los padres vigilar a sus hijos”, aclararon desde el estudio.

Simpleza y calidez

En cuanto a los materiales, la premisa fue utilizar aquellos simples y nobles, que a su vez colaboran en la creación de espacios bien acogedores. La fachada se aisló desde el exterior con fibra de madera y todos los marcos de carpintería y ventanas se rediseñaron en alerce, proponiendo un diseño más puro. Para la escalera se eligió roble macizo y para la barandas, hierro. Sin embargo, el protagónico de este hogar a primera vista se lo lleva el gran muro de piedra arenisca, que aporta el justo toque rústico a todo el hogar.

El gran contraste aparece en la cocina, de tonos grises y negros, que datan elegancia, modernidad y minimalismo. Solo la salpican de color los azulejos hexagonales en el piso, que también dicen presente en los baños, aunque cada ambiente tiene su propio esquema de color. Las líneas diagonales reaparecen también en las barandillas y protecciones de hierro exteriores, suavizando las rectas horizontales y verticales.

En el baño principal, se destaca una bañera antigua blanca, invadida por la luz natural que se cuela por las ventanas y por el gran vidrio-pared presente en este ambiente. En el baño secundario, los rayos del sol llegan a través de un tragaluz y se expanden mejor gracias a los cerámicos blancos.

En cuanto al desempeño ambiental, la recreación de los pisos permitió la fácil instalación de conductos de ventilación que también recuperan rápido el calor. Se optó siempre por ventanas de doble vidrio y aberturas de primera calidad. También se tendieron alambres en la fachada para permitir que crezcan las vides y se procuró la plantación de especies que puedan crecer hasta cubrir el exterior por completo.

Una remodelación absoluta y ecléctica, donde el juego de niveles y luces, junto a los materiales nobles, lograron un hogar invadido por la luz natural y la calidez familiar. Ejemplos que valen de inspiración.