Hay pequeños gestos que pueden lograr grandes cambios en la vida de las personas. Hablamos con cuatro organizaciones que todos los días aportan su granito de arena para hacer de este, un lugar mejor.
Txt.: María Clara Mayer
Ph: Gentileza organizaciones
A veces sentimos que lo que hacemos es tan sólo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara una gota”. Cuánta verdad hay en estas palabras de la Madre Teresa de Calcuta, una profunda reflexión sobre lo que significa la solidaridad. Por suerte, en Argentina hay muchas de esas gotas que aportan para cambiar el mundo.
Este es el caso de la organización “Un litro de luz”, que busca iluminar los hogares de gente que vive sin electricidad, “Un café pendiente”, que promueve la solidaridad en bares y restaurantes, “Las Sacheteras”, que impulsan un movimiento para abrigar a quienes viven en la calle, y también “Proyecto Plato Lleno”, que logra redistribuir alimentos a distintos comedores.
En esta nota, nos sumergimos en cada una de estas grandes ideas.
Luz y fuerza
Imaginá vivir en la oscuridad, en una casa demasiado cercana a la de tus vecinos, donde no entra la luz del sol, donde no sólo falta espacio sino también la electricidad. ¿Sabías que para mucha gente la solución a este problema, viene en forma de botella?
Martina Sasso, Santiago Ortiz, Soledad Jorge y Matías Selva fueron los responsables del nacimiento de “Un litro de Luz” en Argentina. Se trata de una organización que tuvo sus orígenes en Brasil, donde Alfredo Mosed ideó un sistema único en el mundo para llevar luz a los barrios más humildes. ¿Cómo funciona? Se agujerea la chapa de la vivienda para incorporar una botella de plástico, que contiene agua purificada y unas gotas de lavandina que reflejan la luz del sol, con la potencia de un foquito de 55 watts. El proyecto luego fue desarrollado por el Massachusetts Institute of Tecnology (MIT) y replicado en varios países.
El movimiento promueve un sistema limpio, fácil y ecológico. “El elemento principal (la botella de plástico), es también basura. Al recolectarlas y reutilizarlas se contribuye con el medio ambiente de la zona”, explica Sasso. Otro beneficio es la seguridad y la salud, ya que los hogares que no cuentan con acceso a alumbrado, normalmente utilizan velas, lámparas de kerosene u otros dispositivos similares que contaminan el aire dentro de la vivienda. La botella solar evita intoxicaciones y posibles incendios.
Por su parte, Sasso comenta que la reacción de la gente al principio es dura, porque “tenés que convencer a alguien que le vas a hacer un agujero en el techo de su casa”. Para ayudar a entender el resultado, armaron un prototipo en una caja. “Después de eso, la gente se mostró súper entusiasmada con el proyecto, y muchos siguen contactándonos para ver de qué forma pueden ayudar, o informándonos de zonas sin electricidad”, explica la mentora de Un Litro de Luz, y agrega: “Este no es ‘nuestro’ proyecto, nosotros decidimos plantar una semilla para que la gente se entusiasme y quiera hacerlo en diferentes zonas”.
Café y bondad
Hace un tiempo empezó a circular por las redes sociales un cuento de Tonino Guerra que hablaba sobre una muy conocida tradición italiana. En Nápoles es costumbre tomar un café y dejar uno pago, esperando a que alguien en situación de calle lo reclame. Este acto es llamado Caffe Sospeso. En Argentina y gracias a Sol Verdier es conocido como Un Café Pendiente”.
Tras conocer esta historia, la diseñadora gráfica creó una web y un sitio en Facebook. “A los pocos días convencí a una amiga dueña de un café para que se sume, y lentamente fueron apareciendo los ‘me gusta’”. Estos ‘likes’ ya se convirtieron en cincuenta mil; la idea creció y llegó a 20 provincias del país e incluso a Chile y México.
Verdier explica al respecto, “cada establecimiento tiene un logo identificatorio de Café Pendiente en material autoadhesivo y un pequeño afiche tamaño A4 con la información necesaria”.
¿Cómo fue la reacción de los restaurantes?
Verdier: La mayoría son comentarios positivos. A muchos bares desde el vamos les encanta la idea y varios, por iniciativa propia, le suman algo para comer. También están los lugares que no quieren dejar entrar este tipo de personas en sus locales. En esos casos, a veces dan el café en vasos descartables o lo llevan a hospitales y comedores. Ambos casos me parecen súper valorables. Hay que ver el lado positivo, están dando la posibilidad de hacerles llegar algo caliente a personas que de otra forma, no lo consiguen.
¿Cuál creés que será el futuro de la propuesta?
V: El proyecto no sólo apunta a ayudar al otro, sino que también busca convertir a nuestra sociedad en otra un poco más amigable y más solidaria. Si esto funciona y se incorpora bien, el día de mañana me animaría a hablar de una ‘comida pendiente’.
Panza llena, corazón contento
Corre el año 2013, Alexis Vidal y Paula Martino toman un café y charlan, hablan de sus vidas y sus trabajos. Vidal es organizador de eventos y tuvo, durante muchos años, una empresa de catering. Le comenta a Martino la horrible experiencia de tener que arrojar la comida a la basura al final de un evento.
Así surge Proyecto Plato Lleno, una organización que rescata la comida excedente de eventos y restaurantes, y la distribuye en distintos hogares y comedores de CABA y GBA. De este modo se evita que esa comida termine entre los residuos.
¿Cómo es el proceso desde el contacto con los organizadores del evento hasta que llega la comida a destino?
Martino: El primer paso es contarnos que va a haber un evento y que quieren donar el excedente de comida. Luego les hacemos algunas preguntas, como por ejemplo, cantidad de invitados. Una vez que todas las partes están de acuerdo (organizador del evento, catering, agasajados, Plato Lleno), se arregla a qué hora retirar la comida. Una vez en la cocina del evento, con nuestros materiales -bandejas, film, cajas-, envasamos todo lo que haya quedado sin consumir, y directamente lo llevamos al hogar o comedor que hayamos designado para esa entrega.
¿Cuál es el mensaje que quiere transmitir Proyecto Plato Lleno?
M: Que la comida debe ser respetada. Que todos sepamos que siempre hay otra opción antes de tirar la comida en buen estado, siempre puede haber alguien dispuesto a recibirla. Sería bueno que Plato Lleno sirva para concientizar no sólo en el ámbito de la comida en eventos, sino también en nuestras casas, trabajos y en los colegios.
Amor en sachet
La leche es el alimento principal y el más importante en el crecimiento de los niños. Ahora, gracias al proyecto “La Sachetera” también puede dar calor y abrigar a la gente que duerme en las calles. Goga Dodero creó un grupo de mujeres que se reúne una vez al mes para coser y sellar sachets de leche y transformarlos en bolsas de dormir. El movimiento ya tiene filiales en Gran Buenos Aires, La Plata, Puerto Madryn y Puerto Pirámides.
Para hacer una bolsa se utilizan 76 sachets, no lleva cierre ni velcro e incluye una capucha. La bolsa aísla la humedad. Dodero explica que “el abrigo lo proveen los grupos de recorrida, como las mantas de cuadraditos tejidos”. En los momentos que pueden también confeccionan mantas de retazos de polar con los descartes de los talleres textiles.
En los encuentros Sacheteros (una vez al mes) confeccionan y enseñan a nuevos voluntarios. También, tienen el apoyo de muchas escuelas a través de sus talleres solidarios. “Los niños cosen con ayuda de las mamás, organizan kioscos para comprar selladoras y coordinan con los grupos de recorrida de la zona”, comenta Dodero. Y concluye: “Hay muchos grupos muy comprometidos, que necesitan todo el tiempo una mano. Este es el camino, alentar a otros a ayudar. Hay pequeños cambios que ayudan a muchas personas”.