Alquilar una isla para irse de vacaciones es hoy una opción posible en varios rincones del mundo. Recorremos las cinco alternativas más espectaculares, que ofrecen una perfecta combinación de tranquilidad y confort.
Txt: Stephanie Chernov
Ph: Gentileza islas y hoteles
La posibilidad de pasar unos días en una isla secreta y desierta hoy traspasa las pantallas de Hollywood y se convierte una realidad. En las películas suelen ser náufragos los que llegan a un archipiélago tipo paraíso, con agua turquesa, arena blanca y una exuberante selva verde detrás. Deben ingeniárselas para sobrevivir al peligro y encontrar alimento, lo cual también suele conllevar una búsqueda espiritual y de aprendizaje.
Gracias a la globalización, hoy en día se puede alquilar uno de estos edenes insulares y encontrar la paz absoluta. Eso sí, los alimentos y la falta de confort no serán un problema, pues las islas albergan una estructura perfecta para descansar como si fuéramos reyes.
Si lo que se busca es una experiencia distinta a todo, cualquiera de estas cinco islas son adecuadas. Cada una queda en otro lugar del mundo y ofrecen propuestas para distintos gustos viajeros, aunque también tienen algo en común: todas se asemejan al paraíso. Algunas se pueden rentar enteras y así obtener intimidad total, y otras poseen un solo hotel boutique con pocas vacantes. Todas proporcionan la posibilidad de conectar con la naturaleza en su máxima expresión, y además, se encargan de llevar el lujo al extremo para ofrecer las vacaciones más maravillosas. Y si bien el precio para acceder es bastante elevado, vale la pena cada centavo…
Satellite Island
Un tiempo atrás, esta imponente Isla llamada Satellite fue la casa del escritor, pintor y poeta Ian Alstergren. Pero cuando su sobrino Will la heredó, le quiso dar a otras personas la oportunidad de compartir la experiencia de sumergirse en esta isla virgen, con su extravagante naturaleza, su colorida vida marina y su abundancia de aves nativas. En los últimos dos años, muchos turistas tuvieron el placer de quedarse y caer ante su hipnótico hechizo. Con forma de ballena, esta isla de 339.936 metros cuadrados forma parte del Canal D’Entrecasteaux, en Tasmania.
La vida aquí, al contrario de lo que se podría creer, no se trata de la adrenalina. Consiste en relajarse y conectarse con la naturaleza. Se pueden pasar los días caminando alrededor de las rocas, mirando las olas chocar contra los acantilados y escuchar al viento soplar alrededor de los árboles. Las actividades, naturalmente, rotan según la estación. El manager, Richard Roe, ofrece una variedad de planes, que van desde sacar ostras frescas de las rocas y preparar una deliciosa comida, llenar baldes de mejillones y hasta bucear en búsqueda de peces.
Cuando el clima no ayuda, hay una alternativa para refugiarse: una casa sobre el agua de dos ambientes o una casa de tres ambientes al norte de la isla, que alguna vez supo ser la morada de Will Alstergren y su esposa Kate, quienes, con sus tres hijos adolescentes, repartían su tiempo entre este lugar y la ciudad de Melbourne, en Australia.
Los precios rondan entre las 650 libras por una noche para dos personas en la casa sobre el agua y las 1740 libras por la estadía en la casa de tres ambientes.
Thanda Island
Thanda tipuede definirse de dos maneras: como una isla de uso privado, que recién a partir de abril de este año empezó a recibir turistas, o bien como una reserva marina privada,término que eligen sus dueños al hablar de ella.
La justificación de esta ambigüedad viene de lo que rodea a este cayo de ocho hectáreas. Bordeada por un arrecife de corales, Thanda se ubica en el medio de la ruta migratoria utilizada por ballenas y tiburones (que pueden ser vistos en las aguas entre octubre y febrero) y, ocasionalmente, recibe además a los dugongos, una especie en extinción perteneciente a la familia de los manatíes. A su vez, de las cinco especies de tortugas marinas que nadan en las aguas de Tanzania, dos de ellas, viven en la isla.
Los dueños de Thanda, los suecos filántropos y emprendedores, Christin y Dan Olofsson, dirigen la reserva y son consientes de su responsabilidad para asegurar que este hábitat natural se mantenga cuidado y virgen. La energía aquí es solar y los Olofsson se comprometieron en educar a la juventud local acerca de la importancia del cuidado de la naturaleza.
Aquellos turistas que eligen la exclusiva villa de cinco habitaciones pueden conocer mucho más acerca de esta increíble isla. Las actividades que ofrece van desde nadar en las aguas cristalinas, hacer snorkell, bucear o andar en kayak hasta tomar sol en la piscina, probar una pizza casera e incluso disfrutar de un almuerzo hecho por el staff en el mirador de la casa. Se puede, además, visitar otra paradisíaca isla vecina llamada Mafia, donde viven 60.000 personas.
Turistas que deseen disfrutar de esta experiencia se tendrán que comprometer a quedarse tres noches a un precio de 10.000 dólares cada una. La villa puede recibir hasta 10 personas y el precio incluye los ‘transfers’ en bote ida y vuelta hasta la Isla Mafia y todas las actividades que dispone Thanda Island.
Tetiaroa Island
“Tetiaroa es hermosa más allá de mi capacidad de describir. Se podría decir que Tetiaroa es la tintura de los Mares del Sur.” Marlon Brando se enamoró de la Polinesia Francesa al explorar las islas de la región en 1962, cuando filmó la película Rebelión a Bordo. Y también allí, de su tercera esposa, Tarita Teriipia, la belleza de Tahití que protagonizó junto a él la película. En un esfuerzo por mantener las islas cerca del corazón, Brando trató de comprar su propia porción del paraíso y puso su mirada en este lugar bendecido por la madre naturaleza que, desde este verano, ejerce como un nuevo y ecológico resort de lujo.
Tetiaroa siempre había sido un lugar muy codiciado. Había pertenecido a la familia real de Tahití y, posteriormente, pasó por las manos de muchos propietarios privados, hasta que en 1966, después de varios intentos fallidos, el actor por fin consiguió el contrato de arrendamiento por 99 años, que le concedió la propiedad exclusiva. Con los años, este atolón fue su escondite en el que se refugiaba, huyendo de su agitada vida en Hollywood. Un lugar que Brando quiso mantener como un prístino paraíso y que a su muerte, en 2004, siguió siendo ese hábitat sostenible y ecológico con el que soñó. Hoy aquí se preserva la riqueza cultural, la belleza natural y la biodiversidad del entorno.
The Brando Resort ha abierto sus puertas cuando se conmemoró el décimo aniversario de la muerte del actor y acoge 35 villas de lujo, construidas al más puro estilo polinesio a lo largo de la costa de Motu Onetahi y ocultas entre la vegetación. Cada una ha sido cuidadosamente diseñada con mobiliario confortable y servicios de lujo, como una piscina privada. El complejo cuenta además con dos restaurantes gourmet, dos bares, un spa sobre el agua, y un huerto de frutas y verduras orgánicas.
Laucala Island
Un millonario estadounidense, Malcolm Forbes, tenía todo lo que un hombre podría querer: un avión, cinco barcos, globos aeroestáticos, un chateau francés y una colección de Harley Davidsons. Antes de morir, Forbes declaró que había sólo una posesión de la que no quería separarse: su Isla de Fiji, Laucala, donde se encuentra enterrado.
En términos de naturaleza, la isla tiene todo: montañas con vistas a las aguas de color turquesa, bosques tropicales con flores y pájaros exóticos, y acuíferos repletos de agua fresca. En el aire se puede sentir el olor de las frutas que provienen de los árboles. Una docena de playas embellecen la costa. Y a la distancia se puede ver un arroyo, con especies marinas de todos los colores.
La meta de Mateschitz, el nuevo dueño, es hacer de Laucala uno de los tres mejores hoteles del mundo. Para cumplir el objetivo, cada detalle se lleva a la perfección, ya sea en las 25 villas con vistas al océano o en los cinco restaurantes, que ofrecen comida exclusiva de los mejores chefs del mundo.
Laucala te da la sensación de que todo es posible. Escalar una montaña, bucear, andar a caballo, practicar ski acuático y recibir un reconfortante masaje el mismo día; todo puede hacerse aquí.
Las villas cuestan entre 2.500 y 24.500 libras la noche, incluyendo comida, bebida y actividades, con una estadía mínima de cuatro noches.
Dolphin Island
Forma parte de una de las tres islas que pertenecen al empresario Alex van Heeren. Como sus hermanas, Huka Lodge en Nueva Zelanda y la Grande Provedence en Sudáfrica, Dolphin Island ofrece a sus invitados una porción de paraíso.
Apenas se accede al deck de madera de la isla, que descansa sobre agua brillante y cristalina del sur del Pacífico, uno cae en la cuenta de haber llegado a un lugar tan exclusivo como extraordinario.
Resistiendo las ganas de descansar debajo de las palmeras sobre la arena blanca, se llega al hall central, donde al huésped le espera un lugar inolvidable que supera las cinco estrellas de muchísimos hoteles.
Sólo hay cuatro habitaciones y cada una tiene una decoración imponente. Están hechas de paredes de madera, y poseen cómodas camas de grandes tamaños y baños que invitan al relax total. Cada una posee una vista hacia los jardines de la isla, que se destacan por su naturaleza verde y por la paz que habita en el ambiente, sin ningún ruido que perturbe la estadía.
El staff, por su parte, es discreto y amable, y siempre estará dispuesto a proveer lo necesario, desde el material para hacer kayak y reposeras para descansar al sol hasta el mantenimiento constante de la habitación y el resto de la inmaculada isla.
En cuanto a las actividades disponibles, se puede descansar a la orilla del mar con un trago refrescante en la mano o hacer snorkel, navegación, pesca y buceo. La estadía mínima es de cuatro días y los precios rondan los 2.300 dólares por persona cada noche.