Lejos quedó la idea de que un robot era tan sólo un aparato inteligente capaz de hacer lo que se le ordene. La tecnología ha logrado lo que se creía imposible: una máquina sociable. Algunos, incluso, se ven como humanos, son capaces de sonreír, de mantener una conversación, de hacer deportes y hasta de convertirse en artistas.
Txt: Andrea Palombo
Ph: Gentileza empresas
En los orígenes de la robótica, los robots eran pensados como una herramienta para la ciencia, el ejército o la NASA, como explorador de tierras lejanas; pero gracias a las novelas “El hombre bicentenario” y “Yo, robot”, del escritor de ciencia ficción Isaac Asimov, los humanos comenzaron a plantearse cómo sería convivir con un robot asumido como un par. Más de 60 años después, se crearon en el mundo 1,4 millones de robots industriales que pueden cocinar, conversar, tocar instrumentos y hasta jugar pin pon. Aunque una de las limitaciones más importantes de los robots es la “falta de sentimientos”, los científicos están avanzando a pasos agigantados sobre este tema y ya hay robots que pueden responder a emociones y sonreír cuando algo les causa satisfacción.
No obstante, y aunque denota una conquista de la tecnología de avanzada, el robot sociable o humanoide, como se lo conoce, genera cierto recelo en la sociedad que teme un futuro superpoblado de máquinas capaces de realizar las labores del humano en menor tiempo y con mayor eficiencia. “Ante retos como el envejecimiento de la población, los robots sociales pueden ser una solución para hacer frente a una fuerza de trabajo que se reduce, convirtiéndose en compañeros personales para niños y ancianos en el hogar, e incluso servir como una plataforma para los servicios de salud en el futuro”, explica Nadia Thalmann, directora del Instituto de Innovación en Medios que dirigió el desarrollo de Nadine, un robot social que asemeja a una mujer de entre 35 a 40 años y que actualmente trabaja como recepcionista en la Universidad Tecnológica de Nanyang, en Sigapur.
A diferencia de los robots convencionales, Nadine tiene su propia personalidad y hasta un cambiante estado de ánimo, puede pasar de la tristeza a la felicidad según la conversación. Funciona con un software inteligente, similar a Siri de Apple o Cortana de Microsoft, que le permite sonreír al saludar, mirar a los ojos al hablar y hasta dar la mano. “Puede ser un compañero real y consciente de lo que está sucediendo a su alrededor. Así, en el futuro, estos robots socialmente inteligentes podrían ser como C-3PO, el icónico androide dorado de Star Wars, con el conocimiento de la lengua y la etiqueta”, reflexiona Thalmann.
Pero Nadine no es el único caso que evidencia el cambio de paradigma que presenta la inteligencia artificial. En Nagasaki, Japón, el hotel Henn-na es atendido por diez robots humanoides que son capaces de saludar a los huéspedes, transportar el equipaje, limpiar las habitaciones y atender la recepción. Creados por la Universidad de Osaka y fabricados por Kokoro, hablan japonés, chino, coreano e inglés.
Otro ejemplo es Amazon, que ha comprado la empresa Kiva Systems por casi 600 millones de dólares con el único objetivo de utilizar sus robots para la logística, siendo capaces de mover estanterías y cajones repletos de productos.
Pero, sin dudas, Google es una prueba infalible de que los robots son el presente de la humanidad. A través de “Magenta”, el gigante de internet quiere que las máquinas sean capaces de aprender por si mismas retos tan complejos como crear obras de arte o componer música.
Robots en sociedad
Diseñados para ser compañeros, cocineros, rescatistas, oficiales de seguridad y hasta mascotas, los robots se preparan para, en un futuro no muy lejano, vivir en sociedad. En 2008, un estudio español rezaba que para el 2020 “los robots serán capaces de ver, actuar, hablar, dominar el lenguaje natural y ser más inteligentes”. “Para entonces nuestra relación con ellos será más constante y más cercana”, estimó hace unos años Antonio López Peláez, un profesor de Sociología de la Universidad Nacional de Educación a distancia (UNED). Según su análisis, para dentro de cuatro años, los robots androides contarán con funciones y niveles de inteligencia tales que se convertirán en compañeros para la especie humana y de hecho, su inteligencia llegará a ser equiparable a la del hombre.
En algunos casos, esto ya está sucediendo. Por ejemplo con Asimo, el robot que Honda creó para ayudar a personas con necesidades. Puede correr, subir y bajar escaleras, y tiene motricidad fina que le permite, por ejemplo, servir agua en un vaso sin volcar ni una gota. Además puede reconocer voces y utilizar el lenguaje de signos.
Otro robot que genera expectativas es Pepper, la primera máquina humanoide creada por la empresa Aldebaran Robotics, que puede leer las emociones y actuar en consecuencia. También puede llevar adelante una conversación sin mayores problemas. Pero no es el único en esta categoría, Kobian es otro ejemplar capaz de mostrar emociones, desde llorar hasta enojarse.
La curiosidad aumenta cuando de Petman biola se trata. No hay nada que no pueda hacer este robot, desde ayudar con los quehaceres domésticos, atender a enfermos hasta interpretar piezas musicales con un violín.
Asimismo, en los últimos años han tenido gran repercusión los robots que imitan la apariencia de los humanos. Además de Nadine, en Japón crearon a Actroid, una “mujer” japonesa que puede hacer poses, gesticular y conversar; y se puede adquirir por sólo un millón de euros.
También se puede encontrar en el mercado de la robótica a Aibo, una mascota que no necesita compañía, no ensucia ni demanda un paseo diario y hasta recarga su batería automáticamente; a Guardrobo D1, una especie de oficial de seguridad que sirve para patrullar por oficinas, bancos, museos y centros comerciales y cuenta con la habilidad de apagar pequeños incendios y comunicarse con las autoridades frente a alguna señal de alarma; y a Topio, el experto jugador de ping-pong que creó la firma vietnamita TOSY Robotics.
En sintonía con las casas inteligentes y la automatización del hogar, los robots chef le están ganando protagonismo a las aspiradoras autónomas. La empresa británica Moley Robotics diseñó un prototipo de cocinero automatizado que utiliza dos brazos y dos manos robóticas para reproducir los movimientos de un cocinero experto a partir de una grabación en 3D de la preparación de un plato que registra hasta el último movimiento.
Y hasta se ha visto al robot humanoide más avanzado del mundo, Geminoid H4, dictar una charla en el Congreso del Futuro junto a su creador, Hiroshi Ishiguro, sobre el uso cotidiano de la inteligencia artificial. Es idéntico a Ishiguro y fue diseñado para replicar desde su habla, incluso la entonación de las palabras, hasta sus gestos y movimientos.
No se puede que negar que hoy la robótica está obligando a la especie humana a hacerse planteos que viene postergando respecto a qué es lo que nos hace humanos frente a un futuro en el que los ingenieros pronostican que las diferencias entre las máquinas y los hombres serán mínimas. Lo cierto es que mientras algunos los pueden ver como una competencia desleal en el mercado laboral, otros prefieren verlos como el nuevo compañero del hombre.