Pretender sintetizar los mejores restaurantes de la capital francesa peca, necesariamente, de reduccionismo; sin embargo, sí vale la pena recomendar algunos de nuestros rincones preferidos para que la próxima visita a la Ciudad de las Luces sea un mimo al paladar.
Txt: Rosario Oyhanarte
Ph: Gentileza restaurantes
Los hay históricos y clásicos. Los hay nuevos, a la vanguardia. Los hay célebres e ignotos. Masivos y selectos. Si hay algo que abunda en París son opciones donde comer y platos que probar. ‘Foie gras’, quesos, trufas, ‘macarons’; sopa de cebolla, pescados, ‘baguettes’ y ‘croissants’. La gastronomía francesa es, sin dudas, uno de los mejores baluartes del país.
Cada región destaca por una especialidad propia, pero en París confluyen todas ellas. Por eso, para la próxima visita a esta capital epicúrea recomendamos apuntar ciertos nombres y organizar la agenda con anticipación. A estos fines, presentamos algunos de nuestros favoritos en la capital que, desde siempre, rinde tributo al arte del buen comer.
Maison Kayser
Desde 1996, Maison Kayser se jacta en ofrecer la mejor ‘baguette’ de París. Semejante atributo quizás no sea comprobable; pan de calidad se encuentra en cada ‘boulangerie’ de la capital. Pero sí es cierto que vale la pena probar la del establecimiento que tiene más de treinta sucursales en Francia y ciento veinte en todo el mundo. Sin embargo, lejos de ser una cadena, cada una de las locaciones cuenta con su propia atmósfera y diseño, para reflejar la ciudad y el distrito que la aloja. “El buen pan no miente: dice todo acerca de la calidad de sus ingredientes y la experiencia de quien lo prepara. Ser un verdadero panadero es producir un milagro diario, al transformar ingredientes simples (agua, levadura, sal y harina) en sabores complejos y variados. Esta es mi pasión y quiero compartirla con todo el mundo”, afirma Eric Kayser, creador de la firma. Hijo, nieto y bisnieto de panaderos, el empresario sabía lo que hacía cuando se dispuso a ser parte del renacimiento del pan de masa fermentada, adaptándolo a necesidades contemporáneas. Además, la casa ofrece tortas, ‘croissants’ y pastelería. Sin embargo, la ‘vedette’ es el pan. Para un mítico almuerzo parisino, nada mejor que dirigirse al Jardín de Luxemburgo con alguno de sus sándwiches bajo el brazo.
Angelina
Este clásico parisino cuenta con más de un siglo de historia. Desde sus comienzos estuvo imbuido en el espíritu de la Belle Époque, que fue cuando nacieron los salones de té franceses. El nombre del espacio corresponde a la mujer de René Rumpelmayer, encargado del establecimiento fundado en 1903 en 226 rue de Rivoli. La pasión de esta familia austríaca conquistó a la alta sociedad parisina y Angelina se convirtió en su punto de encuentro. Generación tras generación, el espacio siempre conservó su elegancia. Proust y Coco Chanel siempre se sentaban en la misma mesa y, en la actualidad, sus salones rebosan de vida. Reciben a locales y extranjeros, quienes llegan en busca de desayunos, almuerzos y/o manjares para la hora del té. Sin dudas, una de las especialidades es el chocolate caliente y el postre Mont-Blanc, creado por Angelina a principios del siglo pasado. Su nombre alude a los orígenes austríacos de la familia Rumpelmayer y se cree que su forma fue inspirada en los peinados femeninos de la época.
Le Meurice
Sofisticación a la francesa: esto ofrece el hotel Le Meurice. Opulento en cada uno de sus ambientes, cuenta con dos restaurantes, Le Meurice y Le Dali. El primero, cuyo nombre completo es Le Meurice Alain Ducasse, ostenta dos estrellas Michelin y celebra la filosofía culinaria del gran Ducasse. Sus platos reinterpretan la ‘haute cuisine’ clásica y se disfrutan en un salón inspirado en el Paix del Château de Versailles. Por su parte, Le Dali es el indicado para la hora del té. Todos los días, desde las 15.30 hasta las 6 de la tarde, y bajo un techo Ara Starck, sirve manjares en vajilla Bernardaud. La pastelería lleva la firma de Cédric Grolet, quien deleita con scones recién horneados, sándwiches y tortas. Muy recomendada es la opción de las almendras frescas Caroline, preparadas con caramel y crema Chantilly. Los fanáticos de la ‘patisserie’ francesa no se irán defraudados con la tarta de limón y, quienes tengan menos apetito, estarán satisfechos con los fantásticos ‘eclairs’ o pasteles glaseados.
Merci
Uno de los barrios que no se puede dejar de visitar en París es Le Marais. Entre sus calles laberínticas se despliegan reductos de todo tipo. En general, esta es la zona elegida para el ‘brunch’ (Café Charlot es un gran recomendado) o para probar platos al paso, como los famosos ‘falafels’ de L’As du Falafel. En la zona de Haut Marais, la tienda Merci es un punto obligado. Creada en 2009 por los fundadores de Bonpoint, el espacio ofrece lo mejor del diseño y la moda, además de deleitar con productos para el hogar. Pero, más allá de ser el rincón preferido por fashionistas, el espacio también destaca por sus cafés. El primero, Used Book Café, es ideal para probar los huevos de la casa, mientras se toma prestado uno de los 10.000 libros de su biblioteca. Por otra parte, Cinéma Café se asoma a la terraza y al boulevard. Ofrece ensaladas y sopas que se disfrutan mientras se proyecta algún film clásico. Por último, The Merci Canteen se abre a un pequeño jardín y acerca almuerzos saludables, preparados con vegetales frescos y de estación. Se sirven tragos hechos con frutas y postres caseros que son un manjar.
Mariage Frerès
La ‘maison’ de té más antigua de Francia abrió sus puertas en el siglo XIX y, desde entonces, ofrece los tés más lujosos del mundo, considerados el ‘haute couture’ del rubro. En los locales de Mariage Frerès más de 600 variedades se despliegan para que cada cliente pueda elegir su versión preferida. Además, para acompañar la experiencia se ofrece ‘patisserie’ exquisita. Algunas de las celebrities que se declaran fanáticas de la firma son Claudia Schiffer, Gwyneth Paltrow, Juliette Binoche, Charlize Theron y Jessica Chastain, por nombrar unas pocas. Cabe destacar que la estirpe Mariage estuvo ligada al mundo del té desde que este hizo su aparición en Francia, en el siglo XVII. Nicolas Mariage viajó a Persia y las Indias para establecer acuerdos comerciales con Francia y su hermano, Pierre, partió rumbo a Madagascar. Doscientos años después, sus descendientes, los hermanos Henri y Édouard, seguían inmersos en la industria del té. El 1º de junio de 1854, fundaron la compañía Mariage Frères en París y se convirtieron en los mejores importadores del país, abasteciendo a hoteles y restaurantes de primera categoría. En 2004, la marca celebró su 150 aniversario. La esencia de esta compañía atemporal todavía se encuentra en su local de Le Marais, en rue du Bourg-Tibourg, que se divide en tres espacios: comptoir de thé, salon de thé y musée du thé.
Café de Flore
Quienes sientan la nostalgia del París de comienzos del siglo XX deben dirigirse a Café de Flore, fundado en 1887 y uno de los más emblemáticos de Saint-Germain-des-Prés. Este café ‘brasserie’ supo ser el elegido por artistas e intelectuales y su vecino, les Deux Magots, comparte la misma gloria. Guillaume Apollinaire, André Breton, Georges Bataille y hasta Picasso fueron algunos de sus habitués. El dúo Beauvoir-Sartre también era asiduo; Sartre llegó a afirmar que «en el Flore nos sentimos como en casa». Ernest Hemingway, claro, Truman Capote y Lawrence Durrell tampoco fueron ajenos a su misticismo. En la actualidad, la galería es ideal para deleitarse con los personajes que desfilan por Saint Germain. Ni las guerras ni la cantidad de turistas que hoy visitan al café pudieron corromper su encanto. En el interior, un salón Art Déco sirve distintos platos, salados y dulces. A considerar: el lugar suele estar muy concurrido y la atención puede pecar de informal… pero esto es parte de su magia, que está intacta.
Terminar la lista de recomendados parisinos con solo seis restaurantes suena casi a sacrilegio. ¿Cómo no nombrar a otros puntos históricos, como Tour D’Argent o Le Procope? Si de tomar el té y probar ‘patisserie’ francesa se trata, ¿podemos soslayar a Ladurée ? Dedicaríamos páginas enteras a los restaurantes de los museos, como Le Frank, Café Marly o Georges, en el Pompidou…
Lo cierto es que la gastronomía francesa es, por muchos, considerada la mejor del mundo; para quienes sientan la voracidad de probar todos los restaurantes más codiciados, entonces esto puede ser una mala noticia, porque la lista es eterna. Pero, si somos optimistas, la buena nueva es que la calidad de la materia prima francesa es tan buena, que en cada esquina uno puede sorprenderse con un local que sirve quesos y panes exquisitos, aunque no sean afamados. Así como recorrer sus museos, sus tiendas o jardines, emprender una ruta gourmet por París puede ser un itinerario en sí mismo. A veces, lo mejor es no tener el GPS lleno de recomendados, sino lanzarse a las calles en busca de un favorito que sea propio, no por lo que dicen bocas ajenas, sino por lo que la propia saboreó.
+info_
maison-kayser.com
angelina-paris.fr
dorchestercollection.com
merci-merci.com
mariagefreres.com
cafedeflore.fr