Problemáticas económicas, sociales y medioambientales desafían a las ciudades de todo el mundo y las conducen a gestionar políticas públicas que logren paliar esta situación. El foco está puesto en alcanzar un equilibrio que permita el desarrollo de la economía local, bajo un cuidado responsable de la naturaleza y el entorno. En esta nota, cuáles y cómo son las metrópolis más ‘eco-friendly’.
Txt: Soledad Gherardi
Durante décadas los seres humanos han prolongado una explotación poco consciente de los recursos y los espacios naturales. La contaminación y el calentamiento global han enfrentado a las sociedades a nuevas problemáticas de las que no se tenía registro algún tiempo atrás. La resiliencia, entendida como la capacidad de adaptarse y superar adversidades, se ha transformado en un término recurrente y una preocupación para numerosos centros urbanos en todo el mundo, que, con mayor frecuencia, se ven afectados por eventos climáticos que también han aumentado en intensidad.
Por otra parte, el crecimiento de la población y las oleadas migratorias de la periferia a la metrópoli, protagonizadas por familias en busca de nuevas y mejores oportunidades laborales, hacen que las ciudades se enfrenten a una profunda escasez en la disponibilidad de bienes y servicios. Insuficiencia que, a su vez, incide en el incremento del valor de los mismos.
Ante este escenario, la palabra sustentabilidad ha comenzado a resonar cada vez con más fuerza y se proyecta como una vía que muchos gobiernos y comunidades han adoptado para resolver de manera integral algunas, y por qué no la mayoría, de estas problemáticas.
La consultora internacional Arcadis -especializada en temas de diseño y sustentabilidad- publicó, en 2015, un ranking realizado por el Center for Economics and Business Research (Cebr) que analiza la performance de 50 ciudades en el mundo en relación a diversos indicadores económicos, sociales y ambientales, determinando de esta manera, cuáles son las más y cuáles las menos sustentables.
“La mayoría de las ciudades en el mundo se enfrentan al mismo desafío de convertirse en cada vez más sustentables. Ellas están luchando contra la rápida urbanización y el aumento de su población, lo que pone una gran presión sobre la explotación de los recursos naturales. Sin embargo, el principal impedimento para ser sustentables está, principalmente, relacionado con la infraestructura y la falta de planeamiento e inversión”, explica Karin Ferrara Formigoni, Presidente de la División de Medioambiente de Arcadis en Latinoamérica.
En el Top 7
En este reto por encontrar el balance ideal entre las tres dimensiones mencionadas, son las ciudades europeas las que ocupan las primeras posiciones, con Frankfurt a la cabeza. La quinta urbe más grande de Alemania se destaca por un sostenido y equilibrado desempeño en lo que respecta a la economía y a las oportunidades laborales proporcionadas. Además, en los últimos años, la ciudad se ha enfocado en disminuir sus emisiones de carbono a través de un fuerte trabajo de concientización y un programa de eficiencia energética, que incluye plantas de cogeneración y estrictos estándares de sustentabilidad para las nuevas construcciones.
Por su parte, es la capital alemana la que sobresale en el sexto lugar del ranking general y segunda en el subíndice medioambiental, debido a sus políticas de administración responsable de deshechos y a un bajo índice de contaminación atmosférica. Con una población de tres millones y medio de habitantes, Berlín también se consagra por el papel protagónico que le otorga a la naturaleza, donde casi el 50% de la superficie está compuesta por espacios verdes o ríos.
A orillas del río Thames, Londres se presenta como una de las ciudades más sostenibles a nivel económico y con una oferta de alto nivel en relación a los servicios educativos y de salud, lo que permite a sus habitantes alcanzar buenos estándares de vida. Sin embargo, el incremento en el costo de la vivienda, muy por encima de los salarios promedio, dificulta las chances de instalarse en el centro. Por otro lado, con una gran cantidad de edificios construidos bajo las normas de sustentabilidad, el gran desafío de la capital inglesa sigue siendo evitar que el desarrollo económico repercuta de manera nociva en el medio ambiente.
Copenhague, por otro lado, combina exitosamente el crecimiento económico con la calidad de vida de su gente y el cuidado del hábitat. Nombrada Capital Verde de Europa en 2014, la ciudad busca convertirse, para 2025, en la primera con emisión cero de CO2. A la vera del estrecho Øresund, la limpieza del puerto permitió la generación de nuevas oportunidades de negocio a su alrededor, al mismo tiempo que le otorgó a los copenhaguenses un nuevo espacio donde disfrutar del aire libre y realizar actividades físicas.
También con un balance perfecto entre los tres pilares analizados, Ámsterdam se ubica en el cuarto lugar del ranking. Grandes inversiones estatales en políticas sustentables la colocan a la cabeza en el uso y desarrollo del transporte eléctrico. A su vez, la ciudad de los canales es el punto elegido de numerosas empresas internacionales para producir productos sostenibles que tienen un impacto relevante en el mercado global. Otra de las ciudades holandesas que figura en los primeros lugares de esta clasificación es Rotterdam, que ocupa el quinto puesto gracias a sus altos niveles de alfabetización y al equilibrio logrado por sus habitantes entre las horas trabajadas y el tiempo libre del que disponen. La reducción de emisiones de carbono, la prevención de las consecuencias producidas por el cambio climático, la mejora de la calidad del aire y la disminución de la contaminación sonora, son algunas de las bases de un exitoso programa municipal de sostenibilidad.
Mientras tanto, Seúl es la primera ciudad asiática que se asoma entre las diez posiciones superiores. En el puesto siete, la capital de Corea del Sur es reconocida por tener una población saludable con alta expectativa de vida, así como por permitir el acceso a servicios educativos de excelente calidad. La oferta de amplios espacios verdes y una desarrollada infraestructura en lo que respecta al transporte, son factores claves para su posicionamiento. Sin embargo, la cantidad de horas trabajadas perjudica la calidad de vida de sus habitantes y se convierte en uno de los principales desafíos a resolver.
Con ciudades europeas ya maduras y asentadas, ocupando las posiciones más destacadas de este análisis transversal de sostenibilidad, es importante entender que la forma en la que las ciudades son planificadas y construidas, es una cuestión que necesita redefinirse y repensarse continuamente en función del impacto social, económico y medio ambiental que ocasionan.
¿Qué pasa en Latinoamérica?
Con un índice liderado por las principales ciudades europeas, el estudio también analizó algunos de los centros urbanos más importantes de Latinoamérica, que no pudieron superar la mitad de la tabla en la evaluación general.
En ese orden, Santiago de Chile se posiciona en el puesto número 30, seguido inmediatamente por San Pablo y Ciudad de México. Buenos Aires se encuentra en el lugar 38, mientras que Río de Janeiro está en el 40º lugar.
Destacadas por sus políticas medioambientales, en los últimos años las dos primeras ciudades han enfocado sus esfuerzos en la gestión de deshechos y en implementar métodos que sean más amigables para el ecosistema, como el compost o la conversión en energía. Estas iniciativas les han valido un mejor posicionamiento. Sin embargo, más allá de sus iniciativas verdes, San Pablo corre con la misma suerte que Río de Janeiro, donde la situación económica perjudica las oportunidades laborales y la calidad de vida de sus pobladores.
Con la desigualdad social como factor común, las ciudades de Latinoamérica se enfrentan al desafío de proporcionar mejores servicios y condiciones estables para el desarrollo sostenido de sus economías y comunidades.