El estudio mexicano Taller Héctor Barroso fue el encargado de darle forma a ‘Entre Pinos’, un conjunto de cinco viviendas unifamiliares realizadas con madera y tierra en medio de un bosque encantador.
Txt: Laura Piasek Ph: v2com
Recorriendo tan solo dos horas en auto desde Ciudad de México se llega hasta Valle de Bravo, un pueblo irresistible conocido en las guías turísticas principalmente por su bosque frondoso, sus ríos y sus lagos. Este mismo lugar ha sido el elegido por el estudio local Taller Héctor Barroso (comendado por el arquitecto con el mismo nombre) para levantar ‘Entre Pinos’, un conjunto de cinco casas de fin de semana construidas íntegramente con materiales del lugar, que se caracterizan por dialogar abiertamente con la vegetación de la zona en la que están enclavadas. Una de las metas que, desde los inicios, guío a este multipremiado proyecto -este año recibió el prestigioso premio AZ Award en la categoría Best in Architecture, Residential Single Family Interiors- ha sido lograr una fusión completa entre la edificación y la topografía en la que se encuentra emplazado.
Con este fin en mente, los responsables de este complejo residencial, lejos de transformar el paisaje, buscaron la manera de utilizar los pinos, protagonistas indiscutidos del lugar, a su favor. Por eso, no debe asombrar que desde todas las ventanas la naturaleza asome y sorprenda.
Cada uno de estos volúmenes monolíticos, todos idénticos entre ellos, cuentan con dos pisos. En la planta baja se encuentra la cocina, el comedor, la sala de estar y uno de los dormitorios. Subiendo las escaleras, se llega hasta las tres habitaciones restantes con baño en ‘suite’ incluido. Estos últimos ambientes miran todos hacia el patio central, núcleo de este proyecto, que además de ofrecer una vista única también se encarga de aportar intimidad a las distintas unidades. Mientras que la fachada de la casa que da hacia la calle de acceso es hermética para fomentar la privacidad, la parte sur -que mira hacia el patio- cuenta con una mayor cantidad de aperturas y ventanales para propiciar un diálogo con el entorno y aportar luz a los espacios interiores.
Las escaleras son otros de los elementos que llaman la atención cuando estas residencias se aprecian por la primera vez. Cada una de las viviendas cuenta con tres estructuras de este tipo, encargadas de conectar a las habitaciones del piso superior directamente con el exterior, sin necesidad de pasar por la planta baja. De esta manera, los habitantes de la casa gozan de una independencia absoluta y pocas veces vista.
Como fruto de la tierra
Edificar una obra entera exclusivamente con los recursos naturales del lugar donde irá ubicada puede parecer complicado. Pero los arquitectos detrás de ‘Entre Pinos’ no solo cumplieron con esta consigna a rajatabla, sino que también consiguieron redoblar la apuesta. Además de haber integrado materiales regionales como ladrillo y madera certificada de proveedores de la región, las paredes de las residencias fueron recubiertas con tierra proveniente de la mismísima excavación que demandó el proyecto. Es decir, estos restos, que muchos podrían haber descartado, en este caso fueron reutilizados para darle una impronta personal a las viviendas.
Este anhelo por conseguir formas orgánicas, realizadas a partir de recursos regionales, se traduce también en el color terracota que inunda todo el complejo, y que hace que el mismo pueda mimetizarse, sin esfuerzos, con el entorno. Así, esta serie de casas de fin de semana pueden ser consideradas como un verdadero fruto de su tierra, como una prolongación del paisaje con el que conversa.
La calidez que emanan los materiales utilizados para la construcción también se extiende a los interiores de estas residencias. Una vez más, la madera vuelve a ser protagonista. La vemos en las vigas expuestas en los techos y en los marcos de las paredes, pero también en un gran porcentaje de su mobiliario: desde mesas y sillas, pasando por armarios, hasta camas. El suelo de piedra natural, por su parte, vuelve a recordarnos que estamos en una vivienda que honra al entorno natural donde fue erigida.
En definitiva, ‘Entre Pinos’ es una casa que emerge desde el suelo, pero que enseguida se proyecta al cielo. Desde sus exclusivos balcones, y por encima de la vegetación, asoma un paisaje delicioso. Una arquitectura que nace de su intención de volverse, puertas para afuera, casi invisible, y puertas adentro, lo más habitable posible.
El artesano de las formas
“Para mí es igual de importante la naturaleza que la arquitectura”. Esta frase alcanza para resumir la filosofía del Héctor Barroso, el joven arquitecto de solo 36 años que de la mano de ‘Entre Pinos’ logró ganarse reconocimiento internacional. Para este artesano de las formas orgánicas, la vegetación en torno a la cual se levantan los cimientos no solo debe ser respetada, sino homenajeada en cada metro cuadrado.
Hoy en día sus proyectos más salientes están dispersos por Estado de México, Puebla, Santa Fe, Valle de Bravo y California. Pero sin importar donde hayan sido enclavadas, todas sus obras se alinean siempre bajo una premisa fundamental: lograr espacios minimalistas y depurados al máximo, que contribuyan a borrar los límites entre interior y exterior.