Con el palacio Somerset como escenario, se llevó a cabo por primera vez, la Bienal de Diseño de Londres. Arquitectos, diseñadores, científicosy artistasparticiparon en representación de 37 naciones, bajo la temática Utopía by Design. Inmigración, escasez de recursos, contaminación e igualdad social fueron algunos de los conceptos más desarrollados.
Txt: Soledad Gherardi Ph: Gentileza Bienal de Diseño de Londres
En los últimos años, el formato de ciudades, tal como está planteado en la actualidad, entró en cuestionamiento y ha comenzado un proceso de decadencia, convirtiéndose en una problemática que figura en la agenda de los principales líderes mundiales, así como de empresas, organizaciones y profesionales, que buscan tener una incidencia positiva en la transformación urbana.
En sintonía con este escenario, la primera Bienal de Diseño realizada en Londres eligió como consigna el concepto “Utopía por diseño”, en conmemoración al 500° aniversario del libro Utopía de Tomas Moro. En él, el filósofo describe la constitución de una nueva sociedad con ideales diferentes a los de las comunidades que le son contemporáneas.
Somerset House, un palacio de estilo renacentista de mediados del siglo XVI y ubicado a las orillas del Río Thames, fue la locación elegida para la exhibición. Diseñadores, arquitectos, científicos y artistas participaron en representación de 37 países que expusieron su visión acerca de cómo la temática propuesta los afecta a nivel local. Sustentabilidad, inmigración, contaminación, innovación tecnológica, igualdad social y escasez de recursos, fueron algunas de las problemáticas que se abordaron en los distintos espacios.
Liderado por 12 expertos en creatividad, el jurado internacional fue el responsable de entregar las distinciones de la Bienal en tres categorías: la medalla de la Bienal, a la contribución más excepcional; la medalla Utopía, a la interpretación más inspiradora sobre la temática planteada; y la Jaguar, auspiciada por la lujosa marca de autos, al uso de la innovación en el diseño.
La primera distinción fue para el Líbano, con una instalación que le permitió trasladar un fragmento de la vida cotidiana de las calles de Beirut, a Londres. La arquitecta Annabel Karim Kassar, responsable del diseño, interpretó la utopía a partir de la diversidad y creatividad con la que originalmente los habitantes de su ciudad ocupaban socialmente los espacios. Puestos de falafel y cafés en funcionamiento, una pequeña sala de cine, carretas y una auténtica barbería, compusieron el proyecto que puso a Beirut a los pies de los visitantes de Somerset.
La medalla Utopía fue para Rusia, con un trabajo llamado “Archivos Perdidos del Diseño Soviético”, a través del cual el público se sumergió en un mundo ideal creado exclusivamente a partir de las bases del diseño soviético. Rememorar la búsqueda por la perfección y la utopía futurista durante el período de apogeo de la ex Unión Soviética, fue el eje de esta representación en la que archivos descubiertos contaron la historia de proyectos ya olvidados, ideados por el Instituto de Estética Técnica y los Estudios de Diseño de la ex Unión Soviética, entre 1960 y 1980. En ese período, historiadores, sociólogos, filósofos y diseñadores pusieron su trabajo en función del desarrollo de teorías de diseño e investigación.
Por su parte, Suecia se hizo acreedora del reconocimiento a la innovación, con una instalación llamada “Welcome to Weden”. El reemplazo de la sílaba Swe por We (nosotros) en el nombre del país, invitaba a los visitantes, desde el comienzo, a repensar el diseño y la producción colectiva en el terreno artesanal. Quince diseñadores y productores trabajaron de manera conjunta para la instalación, creando distintos objetos de diseño que compusieron la exhibición. En contraposición a los modelos vigentes de producción a gran escala, “Welcome to Weden” acercó la posibilidad de considerar la elaboración local en pequeña escala, con proyectos en los que ganancias y riesgos sean equitativos y compartidos.
Finalmente, luego de sumar 1533 votos de los 4500 emitidos por los visitantes durante la primera semana de la Bienal, Albania fue destacada con el Premio del Público, gracias a una instalación creada por el albanés Helidon Xhixha. En ella, el artista hizo referencia a un planeamiento urbano utópico, mediante una disposición concéntrica de columnas de acero inoxidable, en las que, las más altas, poseían superficies espejadas que producían reflejos y generaban la posibilidad de interacción. A su vez, el proyecto estaba acompañado de bancos, pensados exclusivamente para estimular la auto-reflexión y la solidaridad. Su disposición circular buscaba facilitar las discusiones y el intercambio democrático, así como acentuar la necesidad de una sociedad comunitaria y unificada. El delineamiento de las fronteras europeas en el centro de la instalación aludió a la crisis de los refugiados y a ese espacio que, hoy, parece una utopía para miles de ellos.
La propuesta latinoamericana
Cuba, Chile y México también tuvieron su participación en la primera Bienal de Diseño de Londres. Sus stands hicieron eco, desde una perspectiva latina, de cuáles son las principales problemáticas que atraviesan sus respectivas comunidades.
“Parawifi” fue el título que seleccionaron Luis Ramirez y Michel Aguilar para manifestar las variaciones causadas por los primeros signos de evolución digital en la isla, desde su revolución política en 1959. En la actualidad, Cuba cuenta con menos de 200 espacios desde los que se puede acceder a wi-fi, lo que ha modificado algunas prácticas sociales y ha llevado a que determinados espacios públicos se conviertan en un punto de reunión para gran cantidad de personas. De esta manera, los representantes de la Fundación Caguayo, destinada al desarrollo y la promoción de las artes aplicadas cubanas, crearon un sistema modular biodegradable que combate los factores de incomodidad a los que se enfrentan los locales al momento de buscar conexión. Alimentado energéticamente mediante un panel de celdas fotoeléctricas, los módulos tienen garantizada su iluminación y ventilación, al mismo tiempo que brindan la posibilidad de carga para dispositivos móviles.
La participación de Chile estuvo relacionada con la rememoración de un proyecto llamado Cybersyn, gestado durante el gobierno socialista de Salvador Allende. La iniciativa buscaba proveer al gobierno de un Sistema Electrónico Democrático que funcionara como columna vertebral y permitiese a ministros y funcionarios visualizar información económica en tiempo real, para poder tomar decisiones a partir de los datos recibidos desde un hub electrónico. Diseñada por el estudio FabLab de Santiago y curada por los arquitectos Andrés Briceño Gutierrez y Tomás Vivanco Larraín, “The Counterculture Room” relató la historia de esta experiencia.
Por su parte, la instalación de México retomó la problemática migratoria con la propuesta de la primera ciudad binacional. Realizado por el arquitecto Fernando Romero, el prototipo fue planteado en un plano hexagonal, en el que se situó a la urbe en la frontera entre México y Estados Unidos. Titulada “Border City”, esta comunidad encuentra su origen en las migraciones que existen entre ambos países, y guarda valores fundacionales como la igualdad, la sostenibilidad y la libertad de elección. Diseñador del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, Romero busca que las fronteras transnacionales sean funcionales a la resolución de conflictos generados por el crecimiento poblacional.
De esta manera, Londres cerró la primera edición de su Bienal de Diseño en la que las distintas naciones participantes expresaron algunos de los temas críticos que sus sociedades están enfrentando en la actualidad. En palabras del Director de la Bienal, Christopher Turner, ex-editor de la revista inglesa de arquitectura Icon, “la puesta ha sido extraordinaria con un rango muy variado de proyectos. Las 37 instalaciones lograron proveer un energizante e inspirador tour alrededor del mundo, a través del diseño.”
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londondesignbiennale.com