LA VIDA QUE INSPIRA

 

Una nueva disciplina, la biomímesis, impacta en la arquitectura y el diseño. ¿De qué se trata? La consigna es imitar las mejores ideas de la naturaleza para construir un mundo más amigable.

Txt: Dolores Vidal Ph: Gentileza Mónica Cohen

 

El futuro es hoy. Así lo creen quienes se empeñan en rescatar al planeta de la destrucción humana. Algunos vaticinan tiempos muy oscuros y otros descubren ciertas estrategias para sostener una mirada más optimista. En este último grupo se encuentra la bióloga estadounidense Janine Benyus, fun­dadora y directora del Biomimicry Institute 3.8, de San Francisco, EEUU. Una mujer clave para esta nueva disciplina que gana seguidores expertos en todo el mundo. En 1997 publicó una suerte de biblia sobre esta tendencia, “Biomimicry: Innovation Inspired by Nature”, que popularizó el nombre, enseñó sus premisas y le dio un impulso globalizado a nivel industrial.

Hoy Benyus asesora y educa sobre las estrategias que adopta la naturaleza para sobrevivir. Tiene como clientes a más de 250 compañías de distintos sectores: desde constructoras de edificios hasta fabricantes de aviones. “Los seres humanos llevan apenas unos años en la tierra, pero hay millones de especies que cuentan con casi cuatro billones de años de supervivencia. Estas especies tie­nen su tecnología probada y nos ofrecen millones de ejemplos para funcionar de manera eficiente y en las mejores condiciones para la vida. Los modelos están allí, entonces no perdamos tiempo en errores”, explica Benyus en su libro.

Uno de sus principales desafíos es conectar a ingenieros, educadores, biólo­gos, arquitectos, diseñadores y líderes en negocios para alcanzar un mundo más sustentable. Desde pinturas para exteriores con poder de autolimpieza hasta modelos de autos que copian la figura de un pez para ganar eficiencia son los aportes de la biomímesis (así es su nombre en castellano). Bio, del griego, significa vida y mimesis, imitar. Se trata del arte de copiar las mejores ideas de la naturaleza, tanto para crear materiales como procesos, con el fin de construir entornos saludables para la vida.

Según los estudios demográficos, en 2050 la mitad de la población mundial vivirá en las ciudades. Frente a este pronóstico Benyus promueve el desarro­llo de tecnologías que reduzcan el impacto. Ya existen placas que se instalan en las fachadas de los edificios y absorben la luz solar durante el día, y por la noche irradian esa luz e iluminan de manera económica las calles. También ya son una realidad los muros verdes que ayudan a mantener frescos los in­teriores de los edificios y resultan así una solución energéticamente eficiente.

Benyus investiga, junto al estudio Hok Arquitects, cómo construir ciuda­des sustentables. Y frente a este reto, pregunta: “¿No deben nuestras ciudades rendir lo mismo, en términos de servicios de ecosistema, que los sistemas nativos que han reemplazado? ¿Por qué no investigamos el mecanismo de la fotosíntesis para aplicarlo a nuestra arquitectura?”, cuestiona esta bióloga innovadora que hoy forma parte de la junta directiva de The US Green Building Council (USGBC).

Edifico en Brisbane, Australia
Edifico en Brisbane, Australia

Edificios en movimiento

Los arquitectos e interioristas, subidos a esta nueva corriente, se preguntan: “¿Cómo puede ayudarnos la naturaleza para crear espacios de bienestar y belle­za?” Las soluciones, inspiradas en la biomímesis, armonizan con la Tierra. “Esto significa valorar la naturaleza, no por lo que se puede extraer de ella, sino para aprender de ella. Mirarla más como mentora, guía, y ya no tanto como recurso. En la naturaleza la vida crea condiciones para la vida. Este tiene que ser el criterio para un buen diseñador y un buen arquitecto”, propone la arquitecta Mónica Cohen, egresada del Biomimicry 3.8 Institute, y pionera de esta disciplina en la Argentina.

Hoy la arquitectura y el diseño empiezan a apostar fuerte a la biomímesis. Hay íconos de vanguardia en distintas partes del mundo. Por ejemplo, el edi­ficio Media-TIC en Barcelona, del arquitecto Enric Ruiz-Geli, cuya fachada tiene una membrana inflable que, junto a otros elementos de eficiencia ener­gética, logran una reducción de un 37% de las emisiones de dióxido de carbono. También marca un hito la obra de los arquitectos Damian Barker & Paul Brace en Brisbane, Australia. Allí construyeron un edificio de lujo inspirándose en los manglares y árboles de la zona. Y aplicaron un sistema que proporciona protección térmica, gracias al uso de sombras y vientos, para la disminución del intenso calor subtropical de la región, donde los manglares se adaptaron en total armonía.

En el campo del diseño, la empresa textil japonesa Morphotex imita el color estructural de la naturaleza sin utilizar colorantes en sus géneros. También la compañía Interface presenta alfombras inspiradas en el océano y realizadas con fibras recicladas. Por su parte, la empresa Ecovative, que trabaja con ladrillos ecológicos obtenidos de una tecnología aplicada a los hongos, creó el taburete Shiro con esa materia prima económica y biodegradable. Otro modelo de la biomímesis es la silla de escritorio, realizada con un material plástico de Air Carbon, que no se obtiene del petróleo, sino que se consigue a través de la captura de carbono del aire. Un producto amigable para el planeta.

Media-TIC en Barcelona
Media-TIC en Barcelona

Renovar la mirada

Para Cohen, una de las fundadoras de Biomimicry Argentina Network, esta disciplina es una plataforma de innovación. “El objetivo es crear productos, sistemas, políticas y hasta nuevas formas de vivir que se adapten bien a la vida en la tierra a largo plazo”, comenta la autora de “Inesperience, nature’s design”, libro que presentó en la última Semana del Diseño en Milán. “En la actua­lidad son varias las empresas que aplican esta nueva mirada y buscan resolver problemas de diseño acercándose a un biólogo”, asegura.

La pregunta hacia la biología es: ¿cómo resuelve ciertos desafíos la natura­leza? Pedro Matías Carriere, biólogo del equipo de Biomimicry Argentina Network, responde que nada tiene sentido en biología, sino es a la luz de la evolución. “Se trata de entender que 3800 millones de años de evolución en la adaptación de la vida a nuestro planeta constituye una justificación más que razonable para tomar como ejemplo algunas estrategias. El diálogo en la mesa de diseño, como propone la biomímesis, es un elemento indispensable si se busca traducir los principios biológicos hacia retos de diseño que resuelvan finalmente problemas humanos”.

De mundo sustentable a mundo amigable, ese es el propósito. “Ser capaces de que la próxima generación cuente con un sistema más rico y fuerte del que nosotros recibimos -agrega Cohen-. La idea es pasar de un diseño sostenible a un diseño regenerador. Para lograrlo tenemos que hacer algo más que aprender de la naturaleza, tenemos que diseñar como la naturaleza”. El futuro ya llegó.

 

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