En este proyecto de Zona Norte la arquitectura y el diseño interior trabajaron en equipo desde las primeras etapas constructivas. Una alianza clave para alcanzar los objetivos propuestos de manera sustentable. La estratégica elección de materiales cálidos, texturas naturales y colores neutros logró la perfecta sintonía para una tranquila convivencia.
Txt: Dolores Vidal Ph: Federico Kulekdjian
La armonía es la anfitriona, la gran protagonista de esta casa de 500 metros cuadrados ubicada en Zona Norte. Apenas se cruza la puerta de entrada, el lugar transmite paz, una serenidad sin fronteras que invita a relajarse por completo y perderse con la mirada en el paisaje exterior. ¿Cuál es el secreto para alcanzar esta calma tan especial que logra repetirse -como un eco- en todos los ambientes? ¿Existe acaso una fórmula estética, una propuesta desde la arquitectura, que influye en el cuerpo y las emociones para lograr una plácida convivencia?
Según la reconocida arquitecta Viviana Melamed, una de las protagonistas permanentes de Casa FOA y autora del diseño interior de este proyecto, el principal desafío planteado por sus clientes fue lograr una casa armónica y funcional para la vida familiar con hijos chicos. “En esa dirección, resultó clave encontrar un lenguaje común en todos los espacios. Ese lenguaje se alcanzó a través del uso de determinados materiales, texturas y colores. Por otro lado, hubo que encontrar una inteligente interacción entre las áreas privadas y las más públicas o sociales de la vivienda. El proyecto planteaba una vista abierta y directa al jardín y al lago, así se definió desde el comienzo, entonces el objetivo fue conseguir -a través del equipamiento- cierta contención en determinadas zonas y también rincones para disfrutar de la vista. Nos interesó, especialmente, evitar los “no lugares”, conseguir que todos los espacios tuvieran una determinada función. Lo logramos”, asegura.
Las áreas sociales -living, comedor, la zona de la tele- se definieron con muebles diseñados por la arquitecta, que hacen de pantallas más o menos permeables y protegen las distintas situaciones que se desarrollan en esos espacios. Hay un hilo conductor en cuanto a los materiales: el piso se resolvió con placas de mármol color marfil -de un metro por un metro- en toda la planta baja. También se ven paredes revestidas en piedra y revestimientos de madera de fresno con lustres que van del gris al visón. Las texturas acompañan los tonos neutros: cueros, terciopelos y linos se destacan en los generosos sofás y también en los sillones del comedor.
En la cocina se optó por un material novedoso que resiste todos los embates: neolite, un material sintético, fácil de limpiar y que tiene las propiedades del mármol en cuanto a la solidez y durabilidad. Todo el equipamiento apuesta a las líneas rectas y a las superficies amplias, confortables.
La forma sigue a la función
La funcionalidad fue una de las fuentes de inspiración del proyecto. “Por mi forma de ser, mi estilo práctico, mi anclaje siempre es cómo se van a usar los espacios y la materialidad que van a tener. No sé pensar lugares decorativos, inútiles. Siempre pienso en cómo y para qué se van a usar. Es donde mejor me manejo”, apunta la arquitecta.
Una de sus obsesiones es el trabajo, el tratamiento de las superficies. Hay siempre una búsqueda de materiales nuevos. Melamed escapa de las resoluciones simplistas, le interesa aceptar el desafío de la complejidad. “Cuando veo casas en las revistas de decoración, donde sólo se resolvió el espacio con piezas de mobiliario, considero que eso no es un proyecto de arquitectura interior. Hay que trabajar fundamentalmente la caja (muros, pisos y cielorrasos), se debe definir el espacio a través de la materialidad que lo rodea”, explica esta profesional que admira mucho al arquitecto Richard Meier, sobre todo, por su talento para levantar el Museo Getty en Los Ángeles.
Con respecto al diseño de esta casa, destaca la buena energía del trabajo en equipo. “Lo interesante aquí fue que nos involucramos y empezamos a intervenir en el proyecto desde que se estaba construyendo”, apunta Melamed, “Por un lado, estaba el estudio de arquitectura que llevó adelante la obra y, por el otro, mi estudio, que abordó todo lo relativo a la arquitectura interior. Así lo quisieron mis clientes y fueron muy inteligentes en proponerlo desde el principio. Esta es una modalidad de trabajo relativamente nueva en la Argentina. Y creo que, para un nuevo proyecto, está bueno que estén los dos roles definidos y que trabajen juntos, combinados. Es muy bueno para el resultado final”, dice.
Esta forma de trabajo permitió resolver distintos temas constructivos en sintonía con el interiorismo. Potenció la sustentabilidad de la obra y fue clave para proyectar la resolución lumínica. “Me ocupé puntualmente de los artefactos y de la iluminación en general. Es un ítem fundamental en el diseño interior. La luz crea los ambientes, es un elemento definitorio de cada espacio. Acá, en esta casa, hay mucho juego de luces también en los muebles”, aclara.
A la hora de hablar de las nuevas tendencias en diseño interior, Melamed asegura que ya está pasando el boom del estilo nórdico, que ayudó mucho a promover una interesante síntesis del mobiliario. “Hoy encuentro cierto revival de los años 70, aggiornado al lenguaje contemporáneo. Empiezan a verse objetos y luminarias en color dorado, por ejemplo, algunos brillos, el regreso de los espejos. Creo que pequeñas pinceladas doradas combinadas con un material bien frío, como puede ser un mármol de Carrara, puede tener un resultado elegante, sofisticado y actual a la vez”, concluye la arquitecta.