Cómo impacta el diseño interior en el cerebro, el cuerpo y las emociones. Una respuesta que nuevos conceptos, como la neuroarquitectura y el neurointeriorismo, investigan desde la ciencia y la experiencia de los habitantes. Todo un desafío para los profesionales y las marcas. El futuro recién comienza.
Txt: Dolores Vidal Ph: Gentileza marcas
Ya lo dijo Le Corbusier hace unas décadas: “La casa debe ser el estuche de la vida, la máquina de la felicidad”. El experto francés ponía el énfasis en el carácter funcional de la arquitectura, pero también apuntaba al bienestar. El gran objetivo.
Y sí, los habitantes de las ciudades pasan más del 90% del tiempo dentro de edificios, en sus casas u oficinas. Por eso, hoy se cuestiona, se indaga, se investiga cómo influyen el diseño, la luz, el color y la acústica, entre otros elementos, en el bienestar físico, emocional y mental de las personas.
Nacen así conceptos innovadores, como la neuroarquitectura y el neurointeriorismo, que buscan respuestas inteligentes y soluciones funcionales para aplicar en los espacios físicos. De hecho, en 2003 el Instituto Americano de Arquitectos (AIA) creó la Academia de Neurociencias para la Arquitectura (ANFA), con el fin de llevar adelante estas investigaciones. Su directora, Alison Whitelaw, asegura que “la calidad del ambiente construido puede afectar el desempeño del cerebro”, apunta.
No está sola con esta afirmación. Muchos sostienen que la arquitectura no es neutral. “Todo aquello que nos rodea, nos influye, porque es información que llega al organismo. Y esa información hace que el cerebro ponga en marcha mecanismos de producción de hormonas que nos provocan distintas sensaciones y emociones”, explica la doctora en biología Elisabet Silvestre, española experta en biología del hábitat, master en Bioconstrucción, autora del libro “Vivir sin tóxicos” y colaboradora del Colegio Oficial de Arquitectos de Cataluña.
También en España, la arquitecta Silvia Carbonell Miró indaga en la conexión entre el espacio físico y las sensaciones. “¿Puede la arquitectura diseñarte?”, pregunta al público en una imperdible charla TED. “Los ambientes que creamos pueden a su vez diseñarnos a nosotros -responde-. Eso es posible gracias a la plasticidad neuronal. El cerebro es maleable. Y todos los parámetros arquitectónicos inciden en nuestro sistema nervioso. ¿Han experimentado agobio al entrar a un espacio? Nosotros hacemos todo el tiempo continuos esfuerzos de adaptación. Puede que una obra no tenga un gran valor desde el punto de vista arquitectónico, pero que nos produzca sensaciones muy agradables”, afirma.
Felicidad hecha a medida
El futuro camina hacia el diseño adaptativo, donde el bienestar del cliente es el propósito final. El bienestar entendido como confort, relax, diversión y creatividad, entre otras cualidades. Espacios flexibles, que cambian con poco esfuerzo de acuerdo a las necesidades de sus habitantes, y muebles versátiles que se adaptan también a las distintas situaciones.
Hoy las marcas buscan estar a la altura de las circunstancias. Kambiam, por ejemplo, una empresa malagueña, cuyo lema es “neurodiseño para la gente”, trabaja con conceptos de psicología del diseño, del color y construye vínculos entre producto y persona. “Ahora sabemos que, al contrario de lo que se pensaba, el ser humano no tiene un número limitado de neuronas desde que nace hasta que muere. El cerebro es capaz de producir nuevas neuronas en la edad adulta, a través de diseños y espacios ricos en estímulos. Por ello, nosotros diseñamos estímulos”, agrega el alma mater de Kambian, Antonio Cabezas, arquitecto y diseñador. Una de las consignas de la marca es trabajar con módulos seriados, que permiten múltiples opciones, con el objetivo de que la casa de su cliente sea “un hogar personal e intransferible”.
En la Argentina hay un largo camino por recorrer. La empresa Alba, que acaba de presentar la nueva colección 2019 con las tendencias en color, opta hacia esa dirección con sus propuestas comunicacionales y estéticas. Ahora invita a “Dejar entrar la luz”, como lema de vida para el año próximo.
“El Centro de Estética Mundial de AkzoNobel lleva adelante, desde hace más de 16 años, un estudio desde diversas disciplinas como sociología y antropología, también junto a especialistas en el uso del color, para identificar las paletas que mejor capturan el sentir del momento. El informe revela que las personas hoy tienen en común un nuevo sentimiento de energía, optimismo y propósito. Están dispuestas a aprovechar el momento, no quieren esperar más para que las cosas sucedan. Hoy y ahora, es hora de pensar, soñar, amar y actuar. De allí se desprenden las cuatro paletas para el 2019. La gente quiere crear espacios que reflejen un sentido de despertar e incorporar el nuevo espíritu de positividad. Desean hogares donde se puedan convertir los pensamientos y sueños en acciones, donde podamos invitar a otros a unirse, donde podamos respirar y dejar entrar la luz”, cuentan a la prensa especializada.
En cuanto al diseño de muebles, gana protagonismo la capacidad de mutar y de responder a distintos usos. El movimiento también es una de las nuevas consignas en el interiorismo, porque ayuda a conectar con el propio cuerpo. Y, por supuesto, la experiencia de confort desde el minuto uno en que el usuario entra en contacto con el producto. Un ejemplo es la marca argentina Colchónbox, que ofrece un colchón compactado en una caja, con la calidad y la comodidad de uno tradicional. Al retirarlo de la caja y desenrollarlo, el colchón toma su forma natural y definitiva en pocos minutos. “Esta propuesta apunta a revitalizar el mercado, adaptándose a las necesidades y deseos de los clientes -explican sus creadores-. Al estar compactado con una máquina de última generación, la entrega es inmediata y los traslados prácticos y sencillos”, agregan.
Nuevos desafíos para los arquitectos y diseñadores. La tecnología también tiene mucho para aportar al neurointeriorismo, en cuanto a crear estímulos y soluciones inteligentes. La meta es crear espacios más humanos.