En el encantador pueblo de Santa Teresa en Costa Rica, Carlos Palacios retrata su hogar: un mundo de jungla a puro color, de olas turquesas y calientes, de animales curiosos que allí bien conviven con el ser humano. Son imágenes con magia, esas que nos hacen viajar en un instante, adonde sólo ruge el mar. “Siempre he creído que por sí sola, la naturaleza es la forma de arte más impresionante; ella me recuerda diariamente lo maravilloso que es el mundo”, asegura el fotógrafo.
Ph: Carlos Palacios