Los sabores de la Patagonia fusionan los frutos de la tierra y las tradiciones de los inmigrantes europeos. Platos típicos a base de ciervo, cordero, trucha y salmón se combinan con postres donde frutillas, guindas y frambuesas son las protagonistas. En esta nota, un recorrido por los rincones gastronómicos imperdibles.
Txt: Catalina Pelman
Ph: Gentileza restaurants
El paseo culinario empieza en El Chaltén, el lugar idóneo para dejarse tentar por su pastelería casera, sus vinos, sus carnes a las brasas y demás delicias.
Dicen que la mejor cerveza de la Patagonia está en La Cervecería (Av. San Martín 564), un bar pequeño pero con una carta tan amplia que hace muy difícil la elección de un solo plato. La variedad de cervezas artesanales también es grande, pero los turistas recomiendan la ‘stout’ de chocolate. El bar se destaca por su ambiente cálido, la buena música y la atención amable del personal, que recibe a los comensales con un tazón de sopa. Sin dudas, las especialidades de la casa son el locro, las croquetas de ciervo patagónico y los sorrentinos de trucha. Como el lugar es chico, en temporada es conveniente reservar con anticipación o armarse de paciencia, porque vale la pena esperar por un rico plato casero. Los viajeros solitarios disponen de mesas comunales, ideales para compartir anécdotas y hacer nuevos amigos.
Para los amantes del vino, La Vinería (Av. Lago del Desierto 265) tiene una carta amplia que incluye tapas y picadas abundantes. Además, acepta tarjeta de crédito y débito, algo inusual en la región.
Por su parte la Chocolateria Josh Aike, más conocida como “La Choco”, (Av. Lago del Desierto 104) es la cafetería ideal para recuperar energías después de un trekking agotador. Como está un poco alejada del centro y su fachada no es llamativa, los distraídos pasan de largo. Sin embargo, adentro el ambiente invita a sentarse en una mesa junto a la ventana y tomar un submarino caliente. La bebida se puede acompañar con pastelería casera basada en chocolate, pasas y frutos de la zona, aunque los más golosos optan por una fondue para compartir. También se pueden comprar bombones y alfajores artesanales, cuya elaboración está a la vista de los clientes.
Otro recomendado es el hotel La Aldea, que ofrece dos platos regionales muy típicos. Por un lado, el cordero patagónico al palo, que se prepara untándolo con manteca de cerdo, jerez, laurel, ajo, pimienta negra y sal. En segundo lugar, el conejo cordillerano, una opción poco conocida aún, que se prepara hirviendo y dorando la carne, y se sirve acompañado de cebollas y tomates, condimentado con vino blanco y ralladura de naranja.
Como en casi todos los destinos turísticos de la Patagonia, hay ofertas gastronómicas saludables, con menúes veganos, vegetarianos y aptos para celíacos. Este es el caso de Prana (Av. San Martin 275), un bar que cocina exclusivamente con productos naturales. Su ambiente es rústico y sencillo, y sus especialidades son la lasagna de berenjenas y un plato agridulce a base de quinua, peras y manzanas horneadas y banana frita. Además, Prana es un lugar ideal para visitar a la hora de la merienda, porque cocinan exquisitos crepes dulces y sirve el té en antiguas teteras de metal y vajilla de porcelana.
Delicias en El Calafate
La Tablita (Cnel. Rosales 28) es el restaurante más antiguo de El Calafate, fundado en 1968. Sus especialidades son el cordero patagónico asado o al disco, la trucha, el salmón y la liebre patagónica en escabeche. Tiene una amplia carta de vinos y entre los postres se destaca la sopa de frutos rojos con helado de crema. Como se trata de la parrilla preferida por lugareños y turistas, es conveniente reservar mesa con anticipación.
Por su lado, la ambientación rústica de La Zaina (Gobernador Gregores 1057) transporta a tiempos pasados y la comida también. La especialidad es el cordero braseado y las pastas rellenas de cordero, reconocido por su carne magra y tierna. Lo atienden sus propios dueños, pero sólo aceptan efectivo.
Viva la Pepa (Amado 833) es un bar sencillo y colorido que fusiona los sabores regionales y cocina los crepes dulces y salados más ricos. Entre las opciones saladas, el más pedido es el de cordero patagónico con crema de queso, miel, romero y menta. Entre las variantes dulces, el primer puesto es para el crepe de manzana con helado de calafate, decorado con canela y caramelo.
El restaurante Don Pichon (calle Puerto Deseado s/n) se especializa en cordero patagónico y todo tipo de carnes asadas. Como casi todos los bares del sur, el ambiente es pequeño pero la vista es increíble: desde sus ventanales se aprecian las montañas nevadas. Incluso, muchos llegan atraídos más por el paisaje que por la comida, y luego se sorprenden con el menú. Un detalle para destacar: la reserva incluye el traslado sin cargo hacia y desde el restaurante.
En medio de tanto trekking y aventura, escondido en el primer piso de una galería céntrica, está Borges y Álvarez Librobar (Av. del Libertador 1015, local 27). Se trata de un lugar súper bohemio, cubierto de libros y juegos de mesa que el lector puede elegir para acompañar un café o una cerveza artesanal. La especialidad es la tabla de fiambres ahumados y la cerveza artesanal. La carta sorprende por los nombres literarios de los platos: “MilkShakeapeare” o “media Felix luna” son algunos de los más llamativos.
Sin dudas, la gastronomía patagónica, con su combinación de carnes ahumadas y cervezas artesanales o su pastelería basada en chocolate y frutos rojos, sorprenderá a los paladares más exigentes.
+info_
La Vineria
www.elchalten.com/lavineria
La Choco
www.elchalten.com/lachoco
Hotel La Aldea
www.hotellaaldea.com.ar
La Tablita
www.la-tablita.com.ar