Desde Punta Ballena hasta José Ignacio, la ruta del cóctel esteño zigzaguea entre wine tours por las sierras, sunsets temáticos, surf, olas bravas, DJs y los tragos más sexies del verano.
Txt: Vanesa Ivanoff
Ph: Gentileza bares
Atravesar la carretera de doble vía hacia el este en Uruguay, entre médano, el mar que se asoma esquivando pinos de verde azulado, eucaliptus que custodian las residencias al costado del camino y un cielo naranja tornasol, es casi una sucursal del paraíso.
El glamour y la belleza del océano se fusionan en el balneario más famoso y exclusivo de Sudamérica. Desde la tradicional Península, y el refugio desestructurado de La Barra y José Ignacio, el verano vibra con múltiples matices y Punta del Este despliega su magnetismo. Las propuestas son muchas y variadas, pero si se trata de elegir dónde disfrutar un buen cóctel o una copa de vino de autor, la ciudad esteña revela opciones sin igual.
Allí entre La Brava y La Mansa, en La Barra se resume el temperamento de esta ciudad cosmopolita, entre irreverente y amable, que enamora a viajeros y locales.
Las perlas de la Punta
La puesta de sol en Punta del Este es un espectáculo en sí mismo. Desde dónde se lo mire, el sol hundiéndose en el mar delicadamente es el ritual que nadie está dispuesto a perderse.
Alto de la Ballena, bodega boutique, ubicada sobre la sierra del mismo nombre, es uno de los imperdibles. La vista privilegiada del campo quebrado en distintos tonos de verde, entre la Laguna del Sauce y la brisa del mar que acaricia los viñedos colgados entre las sierras, deslumbra a los veraneantes. Paula Pivel, propietaria y enóloga, recibe a los visitantes con la amabilidad característica de los charrúa. Previo recorrido por las laderas, visita a la vid, un deck de madera situado en lo alto, recibe a los huéspedes con los mejores vinos para disfrutar de la caída del sol. Primero el Rosé en su temperatura justa, y luego un Merlot interesante para dar paso a la emblemática uva Tannat, esta vez, en un Tannat-Viognier reserva que acompaña muy bien una tabla de quesos de la región.
Ya nuevamente camino a la Punta, sobre la playa Mansa, en la parada 4 a la izquierda, aparece el imponente Hotel Conrad con su propuesta Ovo Beach. Un parador al estilo europeo que incorpora las tendencias de Ibiza, Mónaco y Saint-Tropez para reinventar la experiencia de disfrutar de la playa al atardecer. Sobre un deck de madera de 380 m2, a los pies de la playa mansa, con la isla Gorriti de panorámica, grandes camastros y tumbonas son la cita obligada para los amantes de la buena coctelería. Entre los recomendados, el Ovo Beach con vodka Citron, jengibre, lima, limón, ‘curacao’ y ‘ginger ale’, es de los más elegidos. Entre los clásicos, aggiornado al estilo Ovo, el Spice Bloody Mary, con vodka, lima, ‘pepper spicy’ y jugo de tomate va muy bien con la propuesta de sushi de autor. La música ‘chill & house’ es comandada por un DJ residente y también hay actuaciones especiales de DJs con relieve internacional que luego se presentan en Ovo Nightclub, la opción para pasada la medianoche.
Javier Azcurra, gerente de Ovo Beach, cuenta que este año también realizarán dos torneos de bartenders y elegirán tres cócteles para incluir en la carta. Para Anagabi López, gerente del 20 Hotel, uno de los más nuevos en la Punta, Ovo “es el beach club con más glam, tiene sunsets temáticos y público internacional, música house, tech y buenos tragos. Cae la noche, ¡y no te querés ir!”, asegura mientras disfruta un Gorriti Sunset, con ron, frutillas, mango y durazno.
En la zona del puerto, los clásicos Soho y Moby Dick son la apuesta de todos los años. Santiago Claramout, responsable de Soho, cuenta que la tendencia para este verano, son los cócteles a base de gin, tragos frutales y cítricos. “Tenemos pensada una barra especial para el destilado, ya que traemos ideas innovadoras desde Europa”. Moby Dick, con 25 años enfrente al puerto deportivo, es otro de los ‘must visit’ que abre todo el año. Nicolás Costa, bartender experimentado, asegura al respecto: “nuestra carta es de cócteles de tradición, nos interesa la vieja escuela en coctelería, como el Negroni, el Old Fashioned o el siempre vigente Dry Martini. Otro de los más pedidos es el trago de la casa con vodka, sandía, jugo de limón, menta y un dash de maracuyá”.
Entre las propuestas más jóvenes en la península, se encuentra la barra al aire libre de Fish & Chips. Restó eco friendly con DJs en vivo, jazz, cantantes internacionales y un ciclo de stand up imperdible. Gisele Cancelarich, recién llegada desde Palma de Mallorca, es la propietaria. “Contamos con una de las cartas más extensas en cocktails con y sin alcohol. Súper alineados con el concepto healthy y la tendencia mundial de incorporar nutrientes en nuestras bebidas, como las semillas de chía. El Detox, es un clásico: mix de frutas y verduras irresistible al paladar y muy nutritivo. La novedad es que todos nuestros tragos especiales pueden ir acompañados de un toque de alcohol para subir el tono en el verano”, resume al son de la coctelera.
Entre médanos y océano
El rugido de la Brava se siente en el aire a medida que se avanza por la carretera en dirección a La Barra. En la parada 19, custodiado por dos grandes médanos, se encuentra Mia Bistro. Un parador de playa del complejo Aqua Beach Club. Verónica Rucks, propietaria y chef, desarrolla el concepto de ‘gastrosophia’, con especial cuidado de los productos que utiliza. Sobre la arena, una gran barra de madera, livings de ratán y fogón en el centro, son el convite perfecto para el concierto de olas rompiendo sobre la orilla. “La propuesta es que nuestros clientes se sientan como en casa. En verano, sólo trabajamos con reservas, la gente que viene ya nos conoce, cada uno tiene su espacio preferido”, cuenta Verónica, mientras prepara un surtido de tapas mediterráneas para acompañar el cóctel más solicitado: pisco de maracuyá. “La clave es utilizar los mejores ingredientes, un buen pisco acholado, maracuyá en su punto justo y un toque de angostura”, asegura con acento americano a pesar de vivir en Latinoamérica desde hace años.
El glamour de lo natural
Cruzar los puentes ondulantes que conectan la península con La Barra es “resetear” la mirada de la ciudad para dejarse cautivar por las rocas interrumpiendo el océano, calles rústicas, casas bajas y playas de arena casi blanca. La Barra, Manantiales o José Ignacio son las opciones más jóvenes y también las preferidas por los amantes del surf y el disfrute por lo natural.
BigoteBar, sobre la ruta 10 en pleno centro de Manantiales, a pasos de la playa Bikini, es el elegido para encontrarse con amigos. Se trata de un patio de ‘food truck’, un ‘beer garden’ con una gran barra que sirve distintos tipos de cervezas y cócteles bien frescos. La agenda de eventos aquí es extensa, entre los imperdibles está el Punta del Este Surf Film, con proyecciones de películas en el restó, y el Boards Art, evento que resume la cultura extrema con el arte, la música y la fotografía. Todo ello siempre acompañado por DJs invitados y los bartenders con más onda del este.
Justo antes de llegar a José Ignacio, la parada indiscutible es La Susana, el parador de playa de Estancias Vik. Entre bungalows sobre las dunas de la playa Mansa de José Ignacio y los verdes de la vegetación se esconde esta propuesta exclusiva. En un ambiente relajado, con los pies en la arena, el Red Hot Caipi a base de vodka, frutos rojos, maracuyá, tabasco y lima es una gran opción. Marcelo Betancourt, chef ejecutivo, propone un paseo entre la cocina orgánica, las propuestas más innovadoras y el estilo bien uruguayo. Ceviches, tiraditos, sopas frías, sushi y tapas son el acompañamiento ideal para los cócteles más atrevidos de la temporada. Los recomendados: el Tangerine Rocks; vodka, Aperol, mandarina, jengibre y lima; para los más osados, el Sushi Mary, a base de vodka, jugo de tomate, wasabi, salsa de soja, sal, pimienta y un roll de sushi. Entre los clásicos, el Frozen Summer Bellini, con vodka, duraznos asados con miel, cardamomo, jugo de naranja y licor de cointreau. Y a la hora de compartir entre muchos, las jarras de Clericó La Susana -vodka, frutos rojos, maracuyá, vino blanco y cítricos- están siempre presentes cuando el calor empieza a ceder y la península se esfuma a lo lejos en el atardecer.
Lo cierto es que la versatilidad de Punta del Este asombra todos los años. Entre sencilla y natural o glamorosa y sofisticada, la ciudad esteña convence hasta al viajero más exigente.
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