Definir un proyecto de vida siempre fue complicado. Pero los jóvenes de hoy se enfrentan a un mundo complejo y a una oferta académica diversa que dificulta la elección de una profesión para siempre. Cómo elegir una carrera para estudiar, qué errores cometen los jóvenes en el proceso de esta elección y a qué miedos se enfrentan, en esta nota.
Txt: Catalina Pelman Ph: Freepick
Tradicionalmente, alcanzaba con el mandato familiar. Con un taller de orientación vocacional para estudiantes de secundario, o tal vez con algún test. Pero los jóvenes de hoy tienen nuevas conductas, inquietudes, gustos y costumbres que hacen más complicada la elección de una profesión. La cantidad creciente de universidades, el auge de las carreras cortas, la importancia de la rápida salida laboral, la multiplicidad de disciplinas y especializaciones, son algunos de los factores que vuelven más complicado elegir una, y luego mantener la decisión. Por eso, cada vez más jóvenes cambian de rumbo o abandonan antes de llegar a la meta, y eso se ve reflejado en las estadísticas.
Según el Ministerio de Educación de la Nación, entre los años 2003 y 2015 se crearon 24 universidades públicas y 13 privadas. Sin embargo, mientras la tasa de inscripción creció considerablemente, el incremento de la cantidad de egresados es imperceptible. Tal vez, un gran porcentaje de esos estudiantes que se quedan a mitad de camino en su formación profesional hayan equivocado su elección. Es posible que no hayan podido sortear las dificultades que plantean preguntas como: ¿para qué soy hábil?, ¿qué me interesa?, ¿qué lugar quiero ocupar en la sociedad?, o ¿qué información tengo para poder elegir la carrera y la universidad correcta para mí?
Dificultad de elección
Existen, desde siempre, múltiples factores que inciden a la hora de elegir una profesión. Es cierto que la incertidumbre sobre el rumbo de la sociedad en su conjunto y el desconocimiento de la cantidad de nuevas carreras convierte la elección de la profesión en un laberinto. Pero los motivos fundamentales tal vez sean otros.
La licenciada en Psicología y psicoanalista Telma Zivec explica que “algunos de ellos son conscientes e inconscientes como los deseos, las aspiraciones, los mandatos familiares y las inhibiciones”, y otros son “determinantes históricos, sociales, políticos y culturales”.
Entonces, la dificultad en la elección de una profesión se da por lo complejo del momento que atraviesan las personas y por la necesidad de realizar una elección al finalizar los estudios secundarios. “Hasta ese momento predominan las imposiciones que provienen del exterior, ya sean las de nuestros padres, la familia o la sociedad”, explica. En este sentido, Zivec remarca que “elegir una profesión es uno de los actos más importantes del acceso a la adultez y a la responsabilidad sobre sí, del camino hacia la autonomía que le da una impronta singular a nuestra personalidad”.
Uno de los principales problemas es lograr una síntesis entre el deseo personal y lo que ofrece el mercado laboral. Según Zivec, el estudiante de nivel secundario “se encuentra en un estado de pura potencialidad” porque en su pensamiento caben múltiples profesiones para desarrollar a futuro. Sin embargo, “al tener que elegir sólo una, el resto queda descartado, y la persona debe asumir que todo no se puede”.
Se hace camino al andar
Para hallar la profesión indicada no hay recetas universales ni fórmulas mágicas. Como en la vida en general, la clave está en caminar a paso firme sorteando los obstáculos y disfrutando de la aventura. Elegir una carrera es la primera gran decisión que coloca a las personas en la etapa adulta y eso puede causar ansiedad y angustia, incluso si la instancia se vive con alegría y motivación. Por eso, es importante estar acompañado de un profesional que oriente la búsqueda. Según la Lic. Zivec, el proceso de orientación vocacional debe contar con entrevistas individuales preliminares que permitan recabar información relevante como aspectos esenciales de la historia de vida y el entorno del sujeto. Además, el profesional puede tomar pruebas psicológicas de dos tipos: de inteligencia y habilidades personales, y pruebas proyectivas. Al final, se realiza una devolución para trabajar y pensar sobre los resultados que arrojó el proceso.
Aunque no se puede estimar el tiempo real que se necesita para poder llevar adelante este proceso con éxito, muchas personas lo necesitan para dilucidar conflictos o inhibiciones internas que obstaculizan la toma de decisiones, para resolver dudas, elegir con mayor convicción y madurar sus ideas.
Por eso, muchas universidades de gestión estatal y privada ofrecen un Servicio de Orientación y Reorientación Vocacional que busca ayudar a los jóvenes que estén cursando el último año del secundario o tengan dudas acerca de su elección en los primeros tramos de la facultad. Por ejemplo, el Servicio de Orientación Vocacional de la UCA, coordinado por la licenciada Lic. María Inés García Ripa, propone dos entrevistas individuales y ocho encuentros grupales para que los jóvenes se sientan acompañados y puedan estar seguros de que su decisión vocacional está en sintonía “con lo que uno es y con lo que quiere hacer”. Además, ofrece talleres de reflexión vocacional destinados a pensar en los aspectos fundamentales que están involucrados en la toma de esta gran decisión. Se trata de un solo encuentro grupal de dos horas, especialmente dedicado a grupos escolares y a la comunidad en general.
Los errores más comunes
Elegir una carrera es una de las decisiones más difíciles y la primera elección no siempre es la correcta. Los motivos que llevan a equivocar esa decisión son variados. Para la Lic. Telma Zivec, lo que sucede más a menudo es que “los jóvenes suelen elegir en base a elementos que no tienen que ver con su singularidad, sino con un exceso de factores externos”. Por ejemplo: que alguien cercano ya la está realizando y entonces ya cuentan con la experiencia y los apuntes; por la cercanía de la casa de estudios, por imposición de algún familiar, por los costos, por la falta de información acerca de la gran cantidad de carreras y casas de estudios, por la desmedida importancia que actualmente se le concede a la salida laboral inmediata, porque es rentable o porque creen que esa disciplina les otorgará algún valor que consideran importante -como fama, prestigio o reconocimiento-.
Sin embargo, la especialista considera que la raíz del problema es que “los jóvenes suelen confundir vocación con profesión, conceptos diferentes, que pueden estar conectados o no”. En este sentido, Zivec explica que “la vocación es un llamado interno, del orden de la inspiración y la pasión, y que al llevarlo a la acción provoca un sentimiento de realización, de plenitud y felicidad”. En cambio, la profesión tiene que ver con “los aspectos conscientes, con responder a la pregunta de cómo me quiero ganar la vida de una manera adulta, haciendo algo que me guste y que me permita vivir bien”. Por eso, la especialista asegura que la profesión “de alguna manera habla de quién sos, te cualifica, te viste y te inviste, forma parte de tu nombre”.
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