El proyecto gubernamental Escuelas Verdes impulsa el aprendizaje sobre el cuidado de nuestro planeta, porque preservar el ambiente y fomentar el desarrollo sustentable, es también cosa de chicos.
Txt: Camila Mejía
Ph: Gentileza Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires
En el año 2010, el Ministerio de Educación del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires lanzó Escuelas Verdes, un programa destinado a promover el desarrollo sustentable a través de la educación y la gestión ambiental en las escuelas. El proyecto incluye a la totalidad del sistema educativo formal de la ciudad, con más de 2500 escuelas de gestión estatal y privada.
Escuelas Verdes tiene como objetivo crear una mayor conciencia ambiental en las escuelas, generar una visión crítica sobre el problema del medio ambiente, estimular la realización de acciones concretas y contribuir al desarrollo de contenidos y perfeccionamiento docente respecto de la educación ambiental. Además, está destinado a toda la comunidad educativa: alumnos, docentes, directivos y supervisores. ¿Los temas que se tratan? La gestión de residuos, la salud ambiental, la eficiencia energética y energías renovables, y el cambio climático (el análisis de nuestra huella de carbono).
La idea es proponer a las instituciones estrategias para mejorar los procesos de enseñanza, y brindarles herramientas para que docentes y alumnos lleven adelante proyectos de educación ambiental.
“Los niños son muy buenos receptores de estas temáticas ambientales. A ellos les resulta natural orientar sus hábitos a buenas prácticas ambientales”, explica el Ingeniero Agrónomo Carlos Bruno Gentile, responsable del Programa Escuela Verdes. Y agrega: “Consideramos a los alumnos como agentes de cambio capaces de llevar a sus hogares conocimientos adquiridos sobre el cuidado ambiental y ponerlos en práctica junto a sus familias, generando un cambio cultural”.
Los responsables del proyecto explican que el objetivo es que los chicos desarrollen habilidades y competencias para una mirada crítica de la problemática ambiental. “Más allá de hábitos concretos como separar los residuos, cuidar el agua, apagar la luz o desenchufar los aparatos eléctricos cuando no sean necesarios, el mayor desafío es que la gente pueda incorporar la variable ambiental al momento de la toma de decisiones. Que una buena práctica, más allá de estar automatizada, sea una acción comprendida e internalizada en base a un sentimiento de pertenencia por el planeta en el que todos habitamos”, afirma Gentile.
De la teoría a la acción
El fin principal de la educación ecólogica es promover el desarrollo de valores y conocimientos que ayuden a las personas a respetar la diversidad natural que nos rodea. Así, los chicos aprenden sobre el ambiente y comprenden la influencia que tienen sus acciones en el mundo. En consecuencia, toman conciencia de la gran responsabilidad que tienen para mejor el planeta en el presente y el futuro. Los alumnos trabajan con actividades lúdicas, videos, infografías, propuestas didácticas y guías con contenidos sobre la temática ambiental.
Uno de los planes que llevan adelante las escuelas es el de Gestión Integral de Residuos, que consiste en llevar adelante la separación de residuos según su origen y hacer una recolección diferenciada. Así, ya hay más de 1.058 escuelas que separan la basura, más de 340.000 alumnos capacitados en gestión de residuos y más de 500 toneladas de desechos recuperados.
Por su parte, el proyecto Huertas y Espacios Verdes les otorga a los alumnos la posibilidad de construir y mantener su propia huerta. Se busca estimular la incorporación de áreas verdes en las escuelas. Hoy, más de 300 escuelas poseen su propia huerta, 13 escuelas resignificaron sus espacios verdes con árboles y plantas, y hay más de 7.540 alumnos capacitados en el manejo y construcción de huertas escolares.
Los chicos también trabajan sobre el Cambio Climático, aprendiendo a cuantificar el impacto de las acciones del programa en términos de emisiones de dióxido de carbono (CO2). Para eso, la escuelas implementan un Plan de Medición de Huella de Carbono, a través de un software que les permite hacer la medición, así como también medir el resultado de los proyectos de reducción y mejora. También se calculan las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) que se generan a partir de la realización de las actividades cotidianas para planificar cómo podemos reducir nuestro impacto sobre el planeta.
Los resultados
Según Carlos Bruno Gentile, la recepción en las escuelas ha sido muy buena y los proyectos se aprovechan y sirven como disparadores para nuevas propuestas: “Cada vez son más los docentes y directivos que trabajan la temática ambiental. De hecho, en muchas escuelas se viene trabajando desde hace tiempo a partir de la iniciativa propia y los proyectos propuestos desde nuestro programa son bien aprovechados en ese contexto”.
También aseguran desde Escuelas Verdes, que desde que comenzó su trabajo, ha sido notable el compromiso y la calidad de los proyectos en las escuelas. “La educación ambiental es transversal a todas las asignaturas y la dificultad con la que a veces se topan los docentes, es encontrar las herramientas acertadas para poner en práctica estos proyectos. Entonces, nosotros trabajamos para poder brindar, tanto a docentes como alumnos, todo lo necesario para llevar a cabo sus ideas, colaborando desde el contenido, los recursos y la gestión”, agregan los responsables del programa.
Una de las experiencias a destacar es la de los alumnos de la Escuela Técnica Nº12 Libertador Gral. San Martin, quienes participaron del concurso Sumá Verde 2014. Luego de mucho trabajo, alcanzaron el primer lugar en la competencia, con 2,29 toneladas de envases separados. Fue un esfuerzo en conjunto de alumnos y maestros, que alcanzaron su objetivo mediante la educación ambiental y el trabajo en equipo. ¿El premio? Un viaje a las Cataratas de Iguazú para todos los alumnos del curso ganador.
Por su parte, la Escuela Primaria Nº14 del distrito 19 de la ciudad es reconocida por destacarse en las artes. Los alumnos fueron encomendados con la elaboración de un mural de 25 metros de longitud, que hoy embellece la fachada de la escuela en la avenida Francisco Rabanal. La tarea conllevó charlas y mucha preparación. ¿Los materiales que se usaron? Tapitas, CDs, juguetes rotos y viejos, bidones y botellas. Los vecinos, al ver a los alumnos trabajando, se sumaron aportando más materiales. El resultado: un hermoso mural, fruto del trabajo de toda la comunidad.
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