En la isla de Bali, en Indonesia, están educando a los líderes verdes del mañana. Lejos de ser una escuela convencional, Bali Green School ofrece una experiencia única donde las aulas no tienen paredes y la naturaleza se convierte en el ‘work book’ diario.
Txt: Andrea Palombo
Ph: Gentileza Green School
ras ser diagnosticado con dislexia, John Hardy recuerda haberla pasado muy mal en el colegio, incomprendido por sus maestros y por sus compañeros. Recién a los 25 años logró cambiar su suerte cuando se fue de la casa de sus padres para instalarse en la paradisíaca Bali, en Indonesia, donde conoció a su mujer Cyntia. Se convirtió en un exitoso diseñador de joyas y cuando finalmente había decidido retirarse del oficio, otro desafío se le presentó en su vida.
Tras ver el documental del ex vicepresidente Al Gore, “La verdad incómoda”, no pudo evitar plantearse cómo ayudar al mundo frente a la constante destrucción del hombre. Para 2006, John y Cyntia estaban decididos a construir un ámbito cien por ciento natural, con techos y materiales de bamboo, que sirviera para formar los líderes verdes del futuro, personas capaces de convivir con la naturaleza y de aprovecharla sin necesidad de contaminarla o destruirla.
Ya lo dijo Nelson Mandela: “La educación es el arma más poderosa que podés usar para cambiar el mundo”. Con este criterio, los Hardy crearon la Green School o Escuela Verde, donde aceptan chicos de todo el mundo -de hecho sólo el 15% son indoneses- y ofrecen un programa educativo hasta los 12 años de edad.
Con apenas 90 estudiantes en su segundo año de funcionamiento, la escuela logró superar los 400 alumnos en 2014. Para entrar, los aspirantes deben pagar 240 dólares que corresponden a la cuota de aplicación, otros 2.800 dólares de matrícula y un depósito reembolsable de 15.000 dólares. A esta suma hay que agregarle el pago de la enseñanza que puede saldarse en una, dos y hasta cuatro cuotas. Los precios varían de acuerdo al grado, por ejemplo para el pre jardín el valor anual supera los 10.000 dólares, mientras que para los grados de 9 a 12 años el costo anual asciende a 16.480 dólares.
Enseñar sin paredes
La Green School tiene dos características que la distinguen del resto: la primera es que cuenta con uno de los edificios de Asia más grandes construidos con bambú como único material; y la segunda es que ha impuesto un nuevo paradigma educativo, generando nuevos emprendedores comprometidos con el mundo.
A nivel edilicio, lo que más rescata su creador es que las aulas están al aire libre y aunque a los profesores extranjeros que no están acostumbrados a la acústica les puede costar concentrarse por momentos, los chicos disfrutan más las clases. “Las aulas no tienen paredes, los maestros escriben en un pizarrón de bamboo, los escritorios no son cuadrados y los chicos están sonriendo”, enfatiza Hardy. Es que para él, no tiene sentido que las escuelas convencionales están construidas con el mismo material que una prisión. “Los chicos tienen 108 días de clases en una caja”, refuta. Pero en esta escuela no. En medio de la vista paradisíaca que ofrece la isla de Bali y rodeada por el río Ayung, la institución además cuenta con un campo de fútbol y otro de baloncesto, una huerta y un espacio donde protegen animales locales heridos por accidentes en las carreteras. También tiene un espacio diseñado para los más chicos, donde hay barcos piratas, castillos, toboganes y otros juegos infantiles construidos con bambú.
El otro aspecto que destaca a la escuela del resto es su enseñanza, opuesta al modelo educativo tradicional. Basada en la pedagogía Waldorf, creada a principios del siglo XX por el filósofo austríaco Rudolf Steiner, la escuela concibe al ser humano con una visión integral y se enfoca en desarrollar las capacidades propias de cada niño.
Green School desde adentro
Un día normal en la escuela comienza con una meditación voluntaria a la mañana y, además de las rutinarias clases, los chicos realizan todo tipo de actividades, como trabajar con la tierra en las granjas orgánicas, elaborar chocolate gourmet, participar en distintos proyectos que tiene la escuela -como el “Mini Hydro Vortex”, que genera energía mediante el flujo natural del agua-, pescar y hasta construir tablas de surf o aprender a reciclar basura. Además, los chicos también realizan viajes por distintos lugares de Asia y se sumergen en la cultura e idioma indonés.
“La clase de estudiante que nosotros esperamos formar para los 12 años es un niño amable, atento, que quiere hacer una diferencia en este mundo; que tiene conocimientos, es crítico y analítico respecto a la información que le dan, ve o escucha; alguien que es capaz de convertir su pasión en realidad”, explica la Directora de la Escuela Secundaria, Leslie Medema.
Lo que resaltan los directivos de la Escuela Verde es que el alumno no sólo recibe clases de química o matemáticas en el aula, sino que además les enseñan a aplicar la teoría en su vida diaria. “Mezclamos el mundo académico con la vida real de una forma muy fluida”, asevera Medema.
De esta manera, indican, todo pasa por las experiencias. “Los chicos pasan mucho tiempo en la comunidad y eso les provee importantes habilidades para desarrollarse en el mundo real”, resalta el Director de la Escuela Primaria, Glenn Chickering.
En esta línea, Chickering comparte que uno de los programas más importantes que implementan es el de pasar medio día, una vez por semana, inmersos en proyectos relacionados al servicio, como la cocina, o construyendo algo. Respecto de las clases, destaca que son integradoras y que los alumnos van rotando por diferentes profesores para analizar desde diferentes ángulos un determinado tema. El objetivo de estas clases es que el alumno termine haciéndose preguntas y aprenda a investigar para responderlas por sí solo.
“Para los chicos de uno a cinco años, lo importante es despertar su curiosidad y generar ese sentimiento de querer saber más”, comenta Libby Moqueen, Directora del Preescolar.
Lejos del bullying, los uniformes o el estrés por aprobar un examen, los líderes verdes del mañana de Bali Green School ponen a prueba cada día, sus destrezas para salvar al mundo.
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www.greenschool.org