Con desarrollos revolucionarios, este diseñador industrial trabaja día a día para ayudar a quienes más lo necesitan y se ha convertido en un referente a nivel mundial. Un mano a mano con Nicolás García Mayor, el argentino que hace del mundo un lugar mejor.
Txt: José Roggero
Ph: Gentileza Nicolás García Mayor
“Luchar por lo que uno ama sirve, no solamente para un emprendedor, sino para cualquier persona. Amar y entregar todo siempre vale la pena, incluso cuando después no haya sido lo mejor”. Con esta premisa como bandera, Nicolás vive cada aspecto de su vida, y es normal que así sea, porque este joven de 36 años ha tenido que pelear, y mucho, para llegar adonde está hoy.
Tuvo una infancia difícil en Bahía Blanca, donde le tocó vivir épocas de zozobra en las que costó traer el pan a la mesa, “vivíamos muy austeramente, tal vez muchas veces comiendo sobras de alguna rotisería o yendo a buscar las pizzas que se habían quemado a una pizzería”. Al terminar la escuela se mudó a La Plata y, sin sobrarle nada, comenzó la carrera de Diseño Industrial, en la cual se graduó con honores, a pesar de los obstáculos que debió afrontar.
Para la tesis final de la carrera desarrolló CMax, un sistema de refugio ante emergencias, con un diseño plegable que morfológicamente es un híbrido entre un tráiler y una carpa. Luego de varios años de trabajo, este desarrollo, capaz de ayudar a millones de personas, le valió el reconocimiento de grandes organismos a nivel mundial, como las Naciones Unidas, y la posibilidad de presentarlo ante el Papa Francisco. Además obtuvo importantísimas distinciones; entre ellas, fue nombrado uno de los Diez Jóvenes Sobresalientes del Mundo en los años 2013 y 2014 por su contribución a la Niñez, la Paz Mundial y los Derechos Humanos.
Otro de sus notorios desarrollos en la actualidad es TATO, una tricicleta eléctrica para cartoneros. El proyecto busca mejorar las condiciones de trabajo de este sector, cuidando al medioambiente.
Hoy García Mayor es consultor de la ONU, pero a su vez continúa trabajando en sus proyectos y expandiendo su estudio en Bahía Blanca, donde también dirige un comedor para más de 120 chicos, entre otras actividades. Siempre con el propósito de ayudar a quienes más lo necesitan como estandarte.
Contame sobre tu infancia, ¿cómo eras de chico?
Siempre fui muy curioso y movedizo. Haciendo lío, inventando cosas, probando conexiones raras y haciendo saltar los tapones. En cada cosa que no se podía hacer, yo encontraba el desafío.
Mis viejos se separaron cuando yo tenía 8 años y nos mudamos con mi vieja y mis dos hermanos a una casa chiquita donde vivíamos muy austeramente. Estábamos complicados, pero no lo vivíamos como pobreza. Además, a esa edad no te das cuenta de nada y yo estaba ocupado en ayudar, y llevar la comida a casa.
¿Por qué diseño industrial?
Porque era un punto medio entre Arquitectura, que me gustaba, y Diseño Gráfico. Era algo donde podía hacer un poquito de todo y sentí curiosidad por ver de qué se trataba. Así que me fui a La Plata con lo que había ahorrado trabajando y empecé a poner toda la garra en eso. Tenía muy buenas notas y me preocupaba porque fuera así, ya que era un sacrificio grande, tanto económico como emocional, por estar lejos de mi familia.
La carrera no fue fácil, incluso tuviste que dormir en la sala de una clínica abandonada durante un tiempo, ¿cómo fue esta experiencia?
Era el año 2001 y había una gran crisis en el país. Le pregunté a un cliente si podía hacer el trabajo que me pedía a cambio de un lugar donde vivir, yo sabía que él tenía una clínica que no usaba. Y bueno, elegí la sala más grande que era la de radiología, así que ahí me armé bien. Era complicado pero yo lo veía como una oportunidad, de poder terminar mi carrera, de pagar el alquiler con mi trabajo y acostumbrarme a vivir con lo básico.
Peleándola…
Peleándola y peleándola… Esto no lo contaba, casi nadie sabía que yo vivía en esa situación. Fue forjar una forma de enfrentar la vida y de salir adelante de las dificultades, que ya me habían pasado en la vida y que me seguirían pasando. Es parte del camino.
El refugio CMax es uno de los grandes inventos de los últimos tiempos, ¿cómo se está implementando hoy en día? ¿Ya es una realidad?
Todavía no, estamos en ese camino. Para desarrollar un proyecto a nivel industrial se necesitan infraestructuras industriales e inversiones en dólares millonarias. Elegí no hacer el camino rápido, no vender la patente o aceptar crédito extranjero. Decidí quedarme en el país, armar un equipo y desarrollar mejor mi empresa. También es mi responsabilidad que los empleados que dependen de mí tengan un respaldo. Estamos haciendo reuniones, buscando alianzas y analizando todas las posibilidades de fabricación dentro del país. Pero bueno, se complica bastante en la Argentina, así que también es posible iniciar la producción en otro lugar.
¿Cómo avanza el proyecto TATO? ¿En qué beneficia este desarrollo a los cartoneros y al medio ambiente?
Hoy, en 2015, seguimos con carros a caballo o tirados por personas. La humanidad se ha centrado en hacer súper aviones, súper autos y se olvidó de un sector grande de seres humanos. Lo que se busca es darle una oportunidad a ese sector, reconociendo primero que ellos ya están haciendo una tarea social y medioambiental importante, recuperando basura que se vuelve a convertir en materia prima. La idea es que esta situación que genera ingresos económicos sirva para integrar y dignificar a todo este sector. Además hay posibilidades de que TATO funcione como transporte en microcentros de cargas y generando traslados.
Son proyectos que pueden significar un cambio importante, pero necesitan el aval y el encabezamiento político. Casi todas nuestras propuestas tienen que incluir una política de cambio abrazada a lo que esto significa, con valores morales, con un proyecto real que beneficie a todos. Este proyecto me apasiona.
El denominador común de muchos de tus proyectos es el afán por ayudar a la comunidad y cuidar al medioambiente, ¿cómo nace esta vocación?
Desde chico me hace bien estar atento a esas oportunidades de ayudar. Pero fui incrementando este aspecto con el tiempo. También traté de ir regulándolo para no perder mi vida personal, porque muchas veces equilibrar estas cosas es difícil. Ves tanta necesidad que se te va la vida, y seguramente eso tampoco quiera Dios, que te inmoles ante las causas, sino que hagas tu aporte con salud. Cuando estaba viviendo en el hospital armé un comedor y muchas veces no tenía ni para comer yo. Ahora armamos un comedor para 120 chicos en mi ciudad y fui tratando de incluir a más gente, llevándolo con el corazón pero también con la cabeza. Es mi forma de vivir la vida, entender que el ser humano es lo más importante. Por ahí dicen “mirá, se hace el bueno”, pero es mi forma de ser.
CMax te abrió muchas puertas, una de ellas, la de la ONU, alguna vez como orador, presentado el proyecto, y hoy como consultor, ¿qué sensaciones te quedaron de aquel día y en qué consiste el rol que cumplís hoy dentro de la organización?
Sí, y cerró otras también…Que te tengan en cuenta en un organismo de los más importantes del mundo es halagador, poder expresar lo que uno piensa, siente y sueña en sectores donde se manejan las políticas mundiales es algo de película. Este año vamos a dar unas charlas y armar un documento sobre “Los objetivos del milenio” planteados en el 2000, que va a ser tenido en cuenta y analizado en la próxima asamblea de todos los presidentes. Generar agenda para estos espacios es un orgullo y además, sos el primero al que le digo esto, pero soy el único argentino que va a estar ahí poniendo la voz, y esto me llena de alegría. Trato de que esto sirva también para generar vínculos y traer nuevas posibilidades para los lugares que lo necesitan.
Decís que cerró otras…
Me cerró un poco mi privacidad, quedé muy expuesto. Perdí la cotidianeidad con gente de mi familia, se fueron algunas viejas amistades y amores. Saber que estas posibilidades te quitan tu vida personal y tu intimidad es algo difícil de llevar, me cuesta mucho. Pero bueno, a menudo perder significa ganar en la próxima vuelta.
Recibiste muchos reconocimientos a nivel mundial, uno de los más lindos habrá sido ser nombrado por la JCI TOYP como uno de los Diez Jóvenes Sobresalientes del Mundo en 2013 y 2014, ¿qué importancia tienen para vos estos premios?
Es difícil entender esta situación de “Diez Jóvenes Sobresalientes del Mundo” habiendo millones en el mundo. Miles fueron pasando por distintos procesos de selección, de los cuales quedaron diez. Recibir el premio ante más de 5 mil emprendedores de distintos países, me hizo creer que era real. Trato de no encerrarme en mi persona ni seguir acumulando premios, sino que el reconocimiento venga de personas a las que les pude mejorar la vida.
Sos una persona de fe, ¿qué significó para vos el encuentro con el Papa y poder contarle sobre CMax?
El encuentro dio significado a todas las situaciones que me han ido pasando, de no bajar los brazos, de tener esperanza. La fe y la esperanza son eso, saber que estás dejando un poquito tuyo en cada uno que te rodea. En el abrazo con el Papa se concentraba todo el sacrificio y la lucha de muchos años, de haber creído en un proyecto, de haber sorteado todas las etapas difíciles, de haber podido sobrellevar la prematura partida de mi hermano mayor, que fue una de las cosas que más me movilizó a nivel emocional, y ese abrazo también era para él, fue decirle gracias hermano por guiarme desde el cielo.
¿Qué se viene a futuro?
En el futuro inmediato estamos armando un estudio nuevo, algo un poco más jugado, con mayor espacio. Ahora surge la posibilidad de estar trabajando con el Banco Iberoamericano de Desarrollo, en un proyecto específico que es para mejorar vidas en ciudades, que se llama Idear Soluciones. Así que, junto con la ONU, donde tenemos programadas algunas reuniones, creo que van a surgir oportunidades muy interesantes, ya que me tenían en cuenta más de lo que yo pensaba. También estamos en el desarrollo de TATO, y por otra parte, tratando de hacer un desarrollo de innovación social desde Tierra del Fuego hasta Salta.
Para terminar, si tuvieras que darle un consejo a un joven emprendedor que esté en la misma situación que vos hace 12 o 14 años, ¿cuál sería?
Más que consejo yo trato de hablar de mi experiencia, porque una cosa es lo que uno vivió y otra es decirle a alguien lo que tiene que hacer. Lo que sí diría es que sientan realmente qué es lo que quieren para su vida, su misión, su ideal. Ser conscientes de la oportunidad grande que tenemos de amar y atrapar nuestros sueños, luchando sin bajar los brazos para ponerlos en marcha, pero no a cualquier costo sino sembrando mientras caminamos. Lo mejor que te puede pasar es llegar a un sueño y cuando mirás hacia atrás, ver que fuiste conociendo gente, haciendo amigos y aprendiendo.
+info_
www.arestudio.com.ar
www.cmaxsystem.com