Los hilados y formas de hacer ancestrales cobran protagonismo en el universo de la moda. Lejos de los textiles tecnológicos o la fabricación en serie, las fibras naturales y lo artesanal mandan en el mercado de lujo ‘for export’. En un diálogo entre artesanos y diseñadores, las prendas ‘made in’ Argentina se reconocen como objeto de deseo en todo el mundo.
Txt: Vanesa Ivanoff Ph: Gentileza Manto Abrigos y Paula Mom
Fibras naturales, hilados que tejen tramas con historia. Amables con la piel, texturas que abrigan y perduran. Estos son los manifiestos que explican el desarrollo de la industria textil artesanal. Y es que esta forma de hacer es hoy aclamada en diversos rincones del mundo y se constituye como un puente entre el saber de los artesanos del sur y el diseño de vanguardia de las ciudades más cosmopolitas.
En una fábrica textil de principios de siglo XX, que fue un ejemplo de arquitectura industrial, proyectada por el ingeniero Tamburini, se encuentra el Espacio Manto. Allí, en el cuerpo D, subiendo solo un piso por el ascensor mecánico, Clara De La Torre y Diana Dai Chee Chaug crearon el ambiente perfecto para que sus diseños cobren protagonismo. Entre colores de la tierra, texturas de ensueño y el chillar de la chimenea recién encendida, De La Torre cuenta que el proyecto surgió en los viajes que realizaban juntas hacia el norte argentino. Fue allí donde entendieron el concepto de manto, que en voz quechua significa “del cielo”, “de arriba”. “Manto es protección, abrazo, abrigo. La tela manda, la tela tiene alma, tiene un recorrido y una historia. Nació de la profunda necesidad de vincularnos con la naturaleza y de una cultura que todavía está fuertemente integrada a ella”, dice mientras se acomoda entre las alfombras recién llegadas.
Manto Abrigos es una marca de indumentaria textil que hace veinte años trabaja con artesanos de las comunidades de Salta y Jujuy para revalorizar el saber hacer del hombre de la tierra. A partir de fibras de llama, oveja y vicuña, productores directos tejen sus hilados para crear prendas sustentables de exportación. En un diálogo con la naturaleza, el diseño y la dinámica urbana, crean abrigos que cuentan un recorrido, una historia de vida, y que se acomodan a las formas de uso en la ciudad.
Manto son los hilos que conectan con una nueva manera de vestir, que se tejen entre cerros, de forma manual. Ellos tejen y ellas hilan mientras cantan. Ríen de una manera franca y simple, un tanto tímida. Hacen silencio, dejan espacio. “Buscamos la forma de acercarnos, de crear un proyecto que nos vinculara y nos permitiera vivir con ellos, aprender e intercambiar saberes. Nos abrieron sus casas, nos aceptaron, nos invitaron y nosotras escuchamos. Observamos la tranquilidad y la simpleza en la tarea cotidiana”, cuenta Diana.
Las estampas intentan transmitir la atemporalidad más allá de la forma. Es a partir del trabajo en conjunto que diseñadoras, tejedores y naturaleza, construyen otra forma de belleza y establecen nuevas maneras de hacer.
Griselda López Viegas, socióloga y especialista en el desarrollo y comercialización de productos de lujo en Argentina y el mundo, sostiene que lo artesanal no debe ser visto como una moda, sino como un producto sin tiempo, que no tiene vencimiento. Al revalorizar su esencia se constituye en un objeto de lujo. “Resulta atractivo y altamente potencial poner la mirada en aquellos nuevos mercados de lujo que plantean la demanda de un producto dentro de los cánones del nuevo ‘glam’, que priorizan el ‘ethical fashion’, el comercio justo, la impronta de lo étnico incursionando en el ‘ready to wear’, los hilados autóctonos, camélidos y fibras naturales. En definitiva, el desafío está en poner la lupa en todo aquello que vende, contribuyendo a generar un producto de diseño de alto valor agregado que gane terreno en los mercados internacionales”.
El reto entonces es, ya en la ciudad, encontrar un latido que sintetice lo ancestral con lo moderno. “Desde mi mirada y mi lenguaje estético aporto, busco una nueva forma, organizo y comunico. La vuelta a Buenos Aires, con su dinámica, requiere la búsqueda de la silueta urbana. Cortar, unir, coser, combinar la excelencia de los mejores tejedores de allá y el saber de los grandes sastres que existieron en nuestra ciudad”, cuenta Clara con entusiasmo.
Hilos que conectan culturas de ritmos opuestos. Objetos que generan una vinculación social, cultural, artística y comercial entre la cultura andina y los consumidores de las grandes ciudades. Innovando y desde una mirada sustentable, que respeta los ciclos de la naturaleza, la riqueza de los textiles y las costumbres de los pueblos que les dieron origen.
Secretos de la alta costura
En el barrio de Belgrano, sobre la calle Sucre y en un primer piso, se encuentra el centro ítalo-francés de alta costura Donato Delego. Allí, fue el mismo Delego quién fundó la institución en el año 1957 y creó un método de moldería propio. Los secretos de la alta costura dejaron de serlo para miles de alumnos que, hasta el día de hoy en este mismo centro, pueden diseñar y confeccionar prendas que fusionan el diseño de vanguardia con técnicas artesanales. Hay planes intensivos, clases personalizadas, carreras y diversas capacitaciones.
“Mi padre solía decir: ‘quiero popularizar la alta costura, no hagamos en Argentina lo mismo que en Milán o en París’. Estas palabras definen claramente cuáles eran sus premisas: no es la tela de gran categoría y los altos costos lo que define la alta costura. Lo es, en cambio, la calidad de las prendas cuando se confeccionan sobre las medidas directas de una persona, sin estandarizar los talles, y cuando sus terminaciones se realizan de manera artesanal y exclusivamente a mano”, asegura Flavia Delego, Directora General del espacio e hija del creativo.
Para la directora de la escuela, la alta costura es un arte en sí mismo. Parecería ser que una obra de este tipo es una interpretación de varios artesanos y profesionales que requiere un proceso: interpretación visual y teórica del diseño, exactitud en la toma de medidas directamente sobre el cuerpo, realización de la mordería base, selección profesional y crítica de los géneros y avíos, y -por último- el cuidado de los detalles de terminación. El armado de la pieza se asemeja, entonces, a un rompecabezas: cada fragmento encaja mágicamente y compone la creación como un todo.
Es que, “detrás de cada trabajo, existe una historia de vida. Crear con paciencia, dedicación, pero sobre todo con pasión, nos conecta con nuestra esencia más profunda. Todos los sentidos se activan, eso le da un valor único que nutre el tiempo y la disciplina”, cuenta Flavia, mientras marca una indicación a una de las docentes.
Ya sea con textiles autóctonos, sedas, métodos de diseño o técnicas ancestrales, los productos artesanales se imponen como objetos de deseo. Es evidente la necesidad de recomponer el concepto de lujo, identificándolo con una experiencia más íntima y personal. Se trata de revalorizar el tiempo de producción de las prendas y el consumo consciente, que propone un regreso a nuestros orígenes.
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mantoabrigos.com.ar
donatodelego.com