Una de las tendencias más en boga en materia de arquitectura e interiorismo es el estilo industrial. A continuación, te presentamos las claves para lograr el ‘look’ en cualquiera de los ambientes de tu casa.
Txt: Rosario Oyhanarte Ph: Gentileza estudios y restaurantes
Por definición, las modas van y vienen. Son efímeras, pasajeras. Sin embargo, hay algunas que permanecen más tiempo que otras. Tanto, que llegan a constituirse en clásicos. En general resulta difícil pronosticar cuánta vida tendrá cada nueva tendencia del mercado, y esto aplica no sólo a la indumentaria, sino a todas las expresiones artísticas y estéticas por igual. La arquitectura y el diseño de interiores, claro, no son la excepción.
Si tuviéramos que elegir una de las modas más ubicuas del momento, con sólo chequear nuestro Instagram el veredicto sería unánime: el look industrial aparece multiplicado en nuestro feed de un modo aún más preponderante que el de las fotos que las madres primerizas se esmeran en compartir. Sin embargo, surge una primera salvedad: ¿se trata, realmente, de una moda? Hay quienes podrían argumentar que no, considerando que los orígenes de este estilo se remontan a artistas neoyorquinos jóvenes de la década del 50, que se trasladaron, con fines ahorrativos y de espacio, a antiguos depósitos o fábricas, amplios y con mucha luz. Es decir, ya van más de 60 años en los que esta estética, tan estrechamente ligada con el concepto de loft, es recreada y ensalzada en el mundo de la decoración.
Otro segundo interrogante que surge es, ¿qué es lo que hace que este estilo sea tan popular? Porque, a priori, al pensar en ambientes industriales uno podría suponer espacios fríos, poco acogedores. Por el contrario, los arquitectos y decoradores contemporáneos han logrado darle a este ‘look’ un aspecto canchero pero agradable y cálido a la vez.
Si tuviéramos que repasar los puntos fundamentales para recrear el estilo, en primer lugar, en cuanto a lo arquitectónico, los materiales empleados son clave. El cemento pulido blanco para los suelos, por ejemplo, o la madera rústica son dos de los predilectos. Esta última es importante para añadir cuotas de calidez y suavizar otros materiales más fríos, como el acero o el hierro.
En segundo lugar, se recomienda conservar paredes con ladrillo a la vista. Es que, en general, mostrar las estructuras al desnudo es una de las principales formas de conseguir el estilo industrial. Vigas y caños a la vista, hierros, chapas, hormigón en techos y pisos son algunos de los ejes de esta tendencia que, ante todo, prioriza la funcionalidad y nobleza de espacios y muebles. Tranquilamente, tuberías y cañerías pueden formar parte de la decoración de nuestro hogar que pretende ser industrial. La ostentación y las pretensiones poco tienen que ver con este estilo.
Por su parte, los ventanales grandes son característicos y representan un guiño a fábricas antiguas. Sirven porque brindan amplitud visual. Es más, todo lo que tenga que ver con la amplitud es acorde a esta estética, tan propia de los espacios abiertos: no en vano, decíamos que nos remite a fábricas antiguas, grandes y amplias, donde los trabajadores podían moverse de un espacio a otro fácilmente.
Detalles clave
Si tu casa tiene techos altos, ¡mejor! Y si no, no importa: la ambientación siempre puede lograr una impronta industrial. Por ejemplo, conseguir objetos heredados o antiguos aporta muchísimo. Si vas a reciclarlos, procurá emplear pintura gastada u óxido decapado. Las pátinas de color cobre u óxido también son preponderantes. Importante: bajo ningún concepto hay que aspirar a la perfección en los acabados; siempre es bienvenido reflejar el paso del tiempo en el material usado (sea nuevo, o no).
Un punto a tener en cuenta es que el mobiliario no debe ser abundante: el estilo industrial es intrínsecamente minimalista. Menos es más, así que a la hora de elegir los muebles, hay que pensar muy bien en la función que cada uno va a cumplir.
Otra clave alude a combinar los objetos reciclados con piezas actuales para que haya equilibrio. También es aconsejable sumar algunos detalles en color, pero a la hora de elegir qué colores aportar hay que ser muy precavidos: esta estética se lleva de maravillas con el blanco, negro, gris y beige; con tonos tierra en general… y no siempre se entiende con otras opciones demasiado coloridas que distraigan al ojo.
La iluminación es otro aspecto a tener en cuenta, y la buena noticia es que es uno de los ítems más fáciles de conseguir en tiendas de decoración. El sólo hecho de colgar bombitas expuestas ya remite a la moda industrial.
Cabe destacar que, más allá de lo residencial, hoy también son muchos los restaurantes que emulan este estilo. En suelo local, Kentucky, Oporto Almacén y Dandy son sólo algunos de los espacios gastronómicos que echan mano de la tendencia. Los motivos son varios y dependerán del caso, pero algunas causas generales aluden a que la deco industrial no es (tan) costosa, pero sí representa buen gusto; y al hecho de que, luego de la estética noventosa, tanto más estridente y recargada, el ojo necesitaba un descanso.
En suma, queda comprobado que este estilo está cada vez más lejos de ser una moda para pasar a ser un clásico de la arquitectura y el interiorismo. Con las claves anteriormente presentadas, y con algo de buen gusto y creatividad, no es osado pretender reproducir la estética con nuestras propias manos. Sólo se trata de mostrar la desnudez de materiales que otros intentan esconder y de elegir piezas que, además de estéticas, cumplan el requisito de la funcionalidad. ¿Te animás?