Las subastas atraen a coleccionistas y ‘marchands’ motivados por adquirir los objetos más valiosos, ya sea por gusto o por inversión. Un mercado en constante expansión que mueve fortunas.
Txt: Luisa Solazzi
Ph: Gentileza Galería Zurbarán y Dorotheum
Un objeto preciado y muchas personas dispuestas a pagar una alta suma de dinero. Quién da más es la lógica detrás de estas ventas. ¿En qué momento subir la apuesta? ¿Hasta dónde llegar?
Las subastas no sólo atraen a compradores, sino también a personas que disfrutan de observar, como si se tratara de un espectáculo donde el fetiche del objeto es el protagonista. Un evento no apto para ansiosos, en el que la adrenalina va creciendo segundo a segundo, hasta que el golpe del martillo en la mesa indica el momento final, y el mejor postor se lleva su bien.
Las subastas se realizan todos los años en las principales ciudades de Europa, Estados Unidos y Asia. Las responsables son las casas de subastas internacionales; entre ellas, Sotheby’s y Christie’s son las líderes en el mercado. Se ofrecen obras de arte y otro tipo de objetos, como mobiliario o joyería; incluso también objetos insólitos pertenecientes a algún artista o manuscritos.
Ahora bien; ¿qué determina el valor de una obra de arte? En este sentido, es interesante la reflexión que propone la crítica de arte alemana Isabelle Graw, especialista en ese mercado y autora del libro ¿Cuánto vale el arte? Según Graw, el arte tiene un valor simbólico que no puede ser traducido en un valor monetario; pero, sin embargo, las obras que circulan en el mercado tienen un precio. Y este, paradójicamente, está basado en la creencia de que la obra tiene un significado simbólico que no tiene precio. La autora cree, entonces, que es esta tensa relación entre el valor simbólico y el valor de mercado lo que caracteriza a la obra de arte. “El significado que se le asigna a las obras es mucho mayor que su equivalente monetario, lo que explica que a veces se pidan sumas desorbitantes por ellas”, detalla.
Desde otra perspectiva, Ignacio Gutiérrez Zaldívar, director de la galería de arte Zurbarán, considera que el factor más importante en el mercado del arte es la relación entre demanda y oferta. En reglas generales, a buena demanda los precios son mayores, y la oferta tiene relación con el arte que más se vende: “Hoy el 48% de las ventas internacionales proviene de obras realizadas luego de 1949, y esto sucede porque su oferta es mayor. Los impresionistas y los artistas modernos son cotizados pero, al ser mucho menor la oferta, representan sólo el 28% del volumen de ventas”, explica Gutiérrez Zaldívar.
Un mercado floreciente
Para Gutiérrez Zaldívar, en los últimos 30 años hubo un aumento de la demanda, lo que permitió un crecimiento enorme del mercado del arte que alcanzó un volumen cercano a los 80 mil millones de dólares. Las ventas en subastas representan un 20% del mercado y, en su mayoría, se realizan en Estados Unidos, China y Europa, aunque también están creciendo los mercados de India, Australia y los países árabes. Las obras de arte más atractivas para los compradores son las pinturas con color y luego las esculturas. En menor medida se adquieren dibujos y grabados, que suelen tener un costo inferior. Por otro lado, las joyas tienen un incremento de valor, porque son un refugio de capital para sus tenedores.
“Para que un artista sea conocido internacionalmente, debe vivir en las grandes ciudades, como Nueva York, París, Londres o Beijing”, considera Gutiérrez Zaldívar. Esto explica, en parte, por qué Julio Le Parc o Antonio Seguí –residentes en París– tienen buen mercado. El único artista argentino con buena demanda y que vive en el país es Guillermo Kuitca, de quien se subastan un promedio de diez obras por año, en valores que superan los 100.000 dólares. Pero lo artistas argentinos sólo representan el 3% de las obras de las subastas latinoamericanas de Nueva York. El artista latinoamericano más demandado es el colombiano Fernando Botero, quien alcanza una venta de 16 millones de dólares por año en subastas.
Las grandes promotores
Decidir en qué invertir no es una cuestión sencilla. Por ello, las grandes casas de subastas ponen a disposición de los potenciales compradores todas las herramientas necesarias: catálogos, estimados de precios, información ‘online’ y eventos para la presentación de las obras, entre otras cosas. Las principales casas de arte concentran la mayor parte del mercado. Fueron fundadas en el siglo XVIII, en Europa, para luego expandirse hacia otras ciudades del mundo.
La casa Christie’s realiza alrededor de 450 subastas anuales en 80 categorías, entre ellas, arte decorativo, pintura, joyería, fotografía, relojes y vinos. Los precios de los objetos van de los 200 U$S hasta más de 100 millones de U$S. En 2014, su total de ventas por subastas creció un 12%, llegando al récord histórico de más de 8 mil millones de dolares.
Además de las tradicionales subastas presenciales que envuelven cierto misticismo, la casa ofrece la posibilidad de subastar online a través de la plataforma Christie’s live, o bien apostar por teléfono. Esta tendencia de participación a distancia se da cada vez más, lo cual permite que más personas accedan a las subastas sin necesidad de moverse de su hogar y de forma anónima, si así lo desean.
Otra de las líderes, Sotheby’s logró, en 2014, un total anual de 6 mil millones de U$S. Con base en Nueva York, realiza subastas en Londres, Nueva York, Hong Kong, París, Ginebra, Milán, Doha, Zúrich y Beijing. En mayo de este año, la casa realizó importantes subastas: una de relojes en Ginebra -donde se presentó un reloj marca Patek Philippe, perteneciente al músico Eric Clapton-, otra de vinos de la bodega Camille Giroud, en Hong Kong, y la tercera de arte contemporáneo, en Nueva York, donde estuvieron a la venta prestigiosas obras de los períodos del Expresionismo Abstracto, Pop Art, Minimalismo y Posmodernismo.
De origen vienés, la casa Dorotheum realiza alrededor de 600 subastas anuales. Sus principales oficinas se encuentran en Bruselas, Munich, Roma y Milán. Anualmente organizan las Auction Weeks (semanas de subastas), un evento que combina arte y antiguedades.
Bonhams y Phillips de Pury & Company completan la lista de las ‘vedettes’ del mercado del arte. Ambas son de origen inglés y cuentan con sucursales en las grandes capitales del mundo. Recientemente, la casa Phillips organizó una subasta de arte latinoamericano, en la que participaron grandes artistas argentinos como Liliana Porter, Antonio Seguí, Guillermo Kuitca, León Ferrari y Rogelio Polesello.
Récords históricos
En momento de subastas, no hay tiempo para pensar. Las apuestas suben al ritmo de la emoción, mientras las voces se precipitan y el teléfono no para de sonar. Incluso las obras llegan a cotizar más de lo que la casa estimó y, a lo largo de la historia, se han registrado ventas que marcaran un hito. Entre ellas figuran: Retrato del Doctor Gachet, de Van Gogh (82,5 millones de U$S); Au moulin de la Galette, de Renoir (78,1 millones de U$S); Retrato de Adele Bloch-Bauer II, de Klimt (87,9 millones de U$S) y El estanque de los nenúfares, de Monet (67.82 millones de U$S).
En 2012, un coleccionista privado anónimo adquirió el cuadro El Grito, de Munch, por 119,9 millones de U$S. Esta cifra superó al anterior récord de venta de 106,5 millones de U$S por la pintura Desnudo, hojas verdes y busto, de Picasso. Pero los precios se superan año a año y, en 2013, Christie’s vendió por 142,2 millones de U$S el tríptico Tres estudios de Lucian Freud, del pintor Francis Bacon.
En febrero de este año se volvió a batir un nuevo récord cuando Sotheby’s Londres entregó por 300 millones de U$S la pintura ¿Cuándo te casarás?, de Gaugin. La obra del artista post impresionista fue adquirida por la Autoridad de Museos de Qatar, convirtiéndose en la pieza más cara de la historia.
Pero además de las obras de arte, en las subastas se realizan todo tipo de ventas espectaculares. Hace poco se subastó por más de un millón de dólares, un manuscrito del matemático Alan Turing, reconocido por descifrar los códigos nazi de la máquina Enigma durante la Segunda Guerra Mundial –hecho que alteró el destino del conflicto y salvó miles de vidas-.
En 2013, la guitarra que Bob Dylan tocó en el festival de Newport de 1965 se subastó por 965.000 dólares. También se subastaron objetos de lo más insólitos, como la dentadura de Winston Churchill, el vestido que Marilyn Monroe usó cuando le cantó el famoso cumpleaños a John F. Kenedy, las manos que usó el joven manos de tijera en su película y hasta el inodoro de John Lennon.
Sin dudas hay objetos para todos los gustos. Eso sí, sólo para coleccionistas y fanáticos con los bolsillos más opulentos.
+info_
www.sothebys.com
www.christies.com
www.dorotheum.com
www.zurbaran.com.ar