La red social de las fotografías es mucho más que ‘selfies’, paisajes de postal y platos deliciosos listos para ser degustados. Ahora también se ha convertido en la plataforma en la que casas de subasta, galerías y artistas independientes se pelean por seducir a los coleccionistas 2.0.
Txt: Laura Piasek Ph: Instagram
Obras que logran disparar sus precios en cuestión de segundos, artistas que saltan a la fama de la noche a la mañana y coleccionistas que prefieren ‘scrollear’ en su ‘smartphones’ antes que pisar una galería o feria internacional. Todas estas escenas se repiten a diario y marcan un punto de inflexión en la manera en la que el arte se difunde y se comercializa en la era digital. Con el ‘boom’ de las redes sociales y el desembarco de los teléfonos inteligentes, los procesos de compra-venta han sufrido una transformación de 360 grados y el sector artístico no ha sido la excepción a la regla.
Con solo ver la cantidad de seguidores que cosechan algunas de las casas de subasta más importantes del mundo en sus perfiles de Instagram, la red social más creativa de todas, alcanza para tomar conciencia de la dimensión de este fenómeno. Al día de hoy, la inglesa Christie’s araña los 480 mil ‘followers’, mientras que la americana Sotheby’s puede jactarse de haber superado los 670 mil.
Los coleccionistas de siempre, pero también los compradores ‘millennials’, han encontrado en esta plataforma una manera más inmediata y cómoda de consumir arte, donde la inspiración, en dosis ilimitadas, está siempre garantizada y a un click de distancia.
El gran ‘influencer’
“Que comiencen las pujas”. Estas palabras alcanzaron para que, en abril de 2015, Pierce Brosnan desatara -por algunas horas- una pequeña revolución en el mundo del arte. Tras su paso por la casa de subastas inglesa Phillips, el actor escribió este mensaje en su cuenta de Instagram para acompañar una foto suya sentado al lado de un sillón del diseñador australiano Marc Newson. La respuesta a su pedido no se hizo esperar. El mobiliario se vendió a un precio récord para una pieza de su tipo -2,4 millones de libras-, y las condiciones detrás la venta marcaron un antes y un después.
Según el último informe de Hiscox Online Art Trade, el mercado del arte online viene creciendo a un ritmo sostenido, y en 2017 su facturación alcanzó 4.221 millones de dólares. A pesar de que todavía cuesta medir el impacto real de las redes sociales en el crecimiento del sector, ya nadie duda de que la sinergia existe.
De acuerdo con el mismo relevamiento, el 32% de los coleccionistas se deja influenciar por las plataformas antes de llevarse una obra a su casa y, dentro de este grupo, el 79% de los menores de 35 años asegura que es en Instagram donde descubre nuevos artistas. Las galerías tampoco se han querido quedar afuera: el 91% de las consultadas tiene presencia -y muchas de ellas, seguidores para tirar al techo- en la red social.
A nivel local, una referencia es el caso de Mar Dulce, un espacio de arte ubicado en el corazón del barrio porteño de Palermo, que hoy puede jactarse de haber sumado más de 23 mil seguidores en Instagram. “Empezamos hace 5 años y en ese tiempo la red fue tomando más y más protagonismo”, explica Linda Neilson, Directora y Fundadora de la galería. Al igual que con las obras que deciden colgar en las paredes de su espacio, el material que comparten desde su perfil también está cien por ciento curado. “Buscamos que exista un equilibrio entre las fotografías de obras en proceso y las de los artistas trabajando en sus talleres -que siempre figuran entre los posteos más populares-; además de otras que muestran el proceso del montaje en la galería; detalles de las muestras o gente visitándonos”, agrega.
De los bastidores, hasta la app
Desde su aparición, la redes sociales “a la moda” van desfilando a un ritmo vertiginoso en las pantallas de nuestros teléfonos. Pero, curiosamente, desde hace ya varios años que Instagram no abandona el podio. Creada en 2010 por Kevin Systrom, y adquirida un tiempo más tarde por Facebook, la app que supo destronar a la mítica Pinterest ya ha alcanzado los 800 millones de usuarios activos por mes. Y el contador sigue subiendo. Por su alto componente estético y por su interfaz simple e intuitiva, no cuesta demasiado entender cómo Instagram y el mercado artístico no tardaron demasiado en hacer buenas migas.
“Instagram es una red que interpreta los signos de los tiempos que corren a la perfección: imagen de choque y sintética, sin desarrollo”, opina Elian Chali, un muralista cordobés que triunfa en el mundo, pero también en Instagram de la mano de más de 21 mil seguidores.
Lejos del carácter elitista de la institución artística antaño, con las redes sociales en general -y con Instagram en particular- las barreras han quedado diluidas y todos los actores del sector son invitados a comer en la misma mesa.
“Instagram puede crear conexiones entre gente que de otra manera no tendría una voz”, decía Mike Krieger, cofundador de Instagram, en una entrevista reciente con El País. Nada más cierto. Tanto para los artistas con varios millones en su cuenta bancaria, como para aquellos que están dando sus primeros pasos, la app se convierte en la vidriera más efectiva para compartir en tiempo real sus producciones, pero también retazos de su intimidad: desde sus espacios de trabajo, pasando por sus fuentes de inspiración y hasta el paso a paso de sus procesos creativos.
Por su parte, y en paralelo, los aficionados y coleccionistas de arte van por la plataforma dando ‘likes’ y ‘follows’. Algunos, hasta se detienen frente alguna obra y se encargan de averiguar si existe manera de adquirirla en alguna plataforma online.
Pero la intención de compra que despierta la red social de las fotografías no siempre muere en Internet. “En los últimos años se ha convertido en una ocurrencia casi diaria que alguien visita la galería y saca el teléfono para mostrarnos, dentro de nuestra cuenta de Instagram, la obra que busca”, explica Neilson. “Estamos todos con cada vez menos tiempo -o, por lo menos, con esa sensación- e Instagram presenta la oportunidad de ver muestras enteras online o pre-seleccionar las exposiciones que más nos interesan visitar en persona”.
A Chali le sucede algo parecido con sus producciones. “Muchas personas me escriben por privado a través de la app consultando por una obra, pero Instagram funciona solo como un puente porque el acercamiento siempre continúa en la galería”, explica.
En una época donde la reputación de los artistas y, por lo tanto, el precio de sus obras ya no se fija en las arenas de antaño, Instagram se ha convertido en el museo virtual donde todos quieren (y pueden) estar.
Instagram en números
2010 fue el año de su creación.
1.000 millones de dólares fue el precio que pagó Mark Zuckerberg para comprar la app.
Más de 95 millones de fotos se comparten por día en la plataforma.
60 millones de usuarios registrados tiene Instagram solo en Latinoamérica.