Lejos de ser el destino exótico de otrora, a la hora de soñar con unas vacaciones perfectas, Australia hoy es el preferido de muchos viajeros argentinos. A continuación, les presentamos dos de sus lugares más codiciados: las islas Whitsundays y la mítica Byron Bay.
Txt: Rosario Oyhanarte Ph: Cortesía hoteles, restaurantes y Tourism Australia
Australia es un país tan inmenso, que a cada visitante puede atraerle un rincón particular y diferente. A algunos los enamora la postal del puerto de Sídney, con la emblemática Opera House y el Harbour Bridge. Otros llegan en busca de los viñedos australianos, para probar sus vinos y apreciar el paisaje de montañas. Hay, también, a quienes sólo les interesa el surf y así, se lanzan en un periplo por las distintas playas que el país tiene para ofrecer.
Pero si hubiera que elegir una sola región que no decepcione a ningún perfil de viajero, esa sería el norte del país; en particular, pensamos en las islas Whitsundays, ubicadas en Queensland, para luego seguir viaje hasta Byron Bay.
Los encantos del archipiélago de las Whitsundays son muchos. Comenzamos con la belleza indiscutida de su paisaje; frase que molesta, porque suena a cliché, y que además se queda corta en el arte de evocar los paisajes de la zona. Aguas turquesas y cristalinas -de esas que integran todos los rankings de las mejores playas del mundo- combinan con arenas tan blancas que ciegan los ojos. Temperatura cálida durante todo el año, gastronomía de primer nivel y actividades para toda la familia terminan de acentuar el encanto de este edén.
Aunque otras playas australianas ostentan olas colosales, en estas islas el caso es otro; el principal encanto de las Whitsundays radica en el buceo y el snorkel. Es que, es aquí donde descansa nada más y nada menos que la Gran Barrera de Coral: el mayor arrecife de coral del mundo, ideal para destinar jornadas enteras a divisar los peces más exóticos y bellos. Para los temerosos, no es un dato menor saber que en esta zona no hay tiburones, pero sí medusas, por lo cual, vale la aclaración: hay que meterse al agua protegidos por un traje de neoprene especial, más finito que el de buceo y para nada incómodo.
Los deportes acuáticos que se practican en la zona también incluyen kayak, paseos en barco, ski acuático, wakeboard, jetski, paddleboard y más. En especial, cabe destacar a un chiche de lujo: el Seabob, ideal para quienes no desean nadar durante horas en busca de pececitos, sino que prefieren ser desplazados por este vehículo de propulsión submarina que no requiere ningún tipo de licencia para su conducción y que es de uso fácil, intuitivo, perfecto para toda la familia. Los tours de la zona organizan expediciones a la Gran Barrera de Coral y uno puede elegir si hará buceo, snorkel o si, en cambio, se animará a probar de qué va el Seabob.
Otro de los programas recomendados es visitar Whitehaven Beach, que no en vano es la playa más fotografiada de Australia y es considerada una de las más bellas del mundo. Su arena es de silicona y así, no absorbe la temperatura del sol, y resulta perfecta para lanzarse a descansar o apreciar el paisaje circundante. A la isla se llega en barco, pero otro gran programa es visitarla en helicóptero: durante el viaje se vislumbran las mejores vistas de los corales, aquellas que siempre aseguran un trillón de likes en la red social de preferencia del lector.
Epítome de una escapada lujosa, las Whitsundays se han convertido en las favoritas de miles de parejas que viajan distancias kilométricas hasta Australia para disfrutar de su luna de miel. Si el presupuesto lo permite, las mejores opciones de hospedaje son el hotel Qualia, ubicado en Hamilton Island (donde también se halla el aeropuerto local), o Hayman Island, que sólo acuna al hotel One & Only Hayman Island. Ambos son enclaves donde el huésped se siente afortunado de estar vivo. Como cualquier hotel de cinco estrellas (o más), tanto Qualia como el One & Only malcrían a sus visitantes con servicio de primera calidad. La gastronomía es excelente, fresca y variada, pero con especial énfasis en manjares marítimos. Las vistas de sus cuartos asoman al paraíso. En los paseos al atardecer, es frecuente divisar a la fauna australiana más variada: ‘wallabees’, zorros voladores, manta rayas… Luego de unas noches en cualquiera de estos hoteles, el alma se va hinchada y feliz de haber estado en un contacto tan íntimo con la naturaleza.
De otro modo, en otras islas del archipiélago, como Hamilton Island o Airlie Beach, hay opciones de alojamiento de todo tipo y para todo bolsillo: hoteles, hostels y casas en alquiler a través de Air Bnb.
Byron Bay
Luego de la experiencia en el norte australiano, se recomienda volar a Brisbane o la Gold Coast y desde ahí alquilar un auto y manejar hasta Byron Bay. Aclaración importante: no vale la pena perder días en recorrer la Gold Coast. Su nombre tiene mucho marketing y sus playas cumplen, pero lo cierto es que el área está repleta de resorts gigantescos, poblados de turistas y locales de comida rápida. Nada de magia, nada de encanto como el nombre “Gold Coast” podría hacer suponer. Quizás Coolangatta es un poco mejor que sus vecinas, y sí es cierto que sus olas fanatizan a los surfistas… pero la arquitectura y la mano del hombre arruinan lo que, de otro modo, hubiera sido un destino espectacular.
Entonces, más vale ir directo a lo que vale la pena: Byron Bay. Y aquí sí se recomienda dedicar varios días. Aunque la zona solía ser mucho más hippie y menos poblada de lo que es hoy, su popularidad no ha logrado arruinar la energía de esta ciudad mágica de New South Wales. Es cierto que sus cafés y restaurantes se multiplican cada temporada, pero esto no llega a molestar: se trata de locales cancheros, en su mayoría con platos naturales y orgánicos. Como esta, uno podría encontrar otras razones para criticarla, pero al final del día, lo cierto es que en Byron predomina la “buena vibra”, un ‘je ne sais quoi’ que sólo se explica después de haber puesto pie en sus arenas doradas por el sol.
Párrafo aparte para sus playas, que son sublimes. Las hay para todos los gustos pero, en general, suelen ofrecer olas enormes y estar enmarcadas por el verde de los acantilados y la naturaleza que, en este pedazo de Australia, es exuberante. Wategos Beach, The Pass, Suffolk, Belongil… la lista de playas es eterna y depende de los gustos. En todo caso, se recomienda alquilar un auto para poder explorar todos los rincones de este destino que simboliza el estilo de vida ‘haute-boho’ australiano. Pero una de las playas más recomendadas, por ser poco poblada, es Whites Beach. En todas ellas, sin embargo, hay que saber que se debe nadar con precaución, porque las corrientes y los tiburones están al acecho.
Si de placeres ‘gourmand’ se trata, entonces Byron Bay no defraudará. Junto con ‘take aways’ con onda como Top Shop o cafés con platos fotogénicos, como Byron Fresh, The Farm o Bay Leaf Café, conviven propuestas gastronómicas de primer nivel, como St. Elmo o Harvest, ideales para cenar a la luz de las velas. Italian at the Pacific es otra gran opción y, como su nombre sugiere, combina platos italianos con pesca fresca del Pacífico. Mez Club es el preferido para una noche de tapas y ricos tragos y, si lo que se antoja es una cerveza bien fría y una pizza, pero de esas de gran sabor y calidad, entonces dirijan el GPS hasta Il Buco o Treehouse, justo en frente de la gran Belongil Beach.
Por último, otro infaltable de los recomendados gourmet es el restaurante del hotel The Byron at Byron: no se puede dejar la ciudad sin haber probado su cordero. De hecho, es aquí también donde recomendamos hospedarse. El hotel está a unos diez minutos del centro de Byron, es decir, lo suficientemente cerca como para que sea cómodo, pero tan lejos como es necesario para escapar de su bullicio. Perdido en medio de una selva frondosa, el hotel echa mano de los encantos naturales de Byron. Regala clases de yoga matutinas, ofrece caminatas para meditar y está a pocos pasos de Tallow Beach.
Otro programa infaltable de la visita es la caminata hasta el faro, para ver el amanecer y comenzar la jornada recargados por una increíble salida del sol. Luego, se puede seguir con clases de yoga o reiki (las ofrecen en todas las esquinas) y continuar con un desayuno potente y saludable.
Si el día está ventoso, recomendamos agarrar el auto, perderse por la maravilla de los ‘hinterlands’ e ir a investigar los pueblos aledaños, como el simpático Bangalow, con tiendas hipster como Bisque (punto obligado para amantes de la decoración).
Si de hipsters se trata, los hallarán en cada pub, tomando cerveza artesanal a pocas mesas de fotógrafos, modelos, mochileros, jóvenes empresarios y multimillonarios ya afincados… Todos ellos encuentran su propio espacio en Byron Bay, que no discrimina a ninguno de sus visitantes (la palabra “turista” en lugares como este es mala palabra), sino que a todos embelesa y atrapa, enamora y encadena… hasta que te deja ir, sólo para que te vayas renovado y ya fantaseando con cuándo volver.
+info_
qualia.com.au
oneandonlyresorts.com
thebyronatbyron.com.au
thefarmbyronbay.com.au
italianatthepacific.com.auS