Exótica Jordania

Mezquitas, iglesias y templos escondidos entre desfiladeros conviven en un país lleno de sabor y sal. Aquí, un recorrido por todos sus tesoros.

Txt y Ph: María Clara Mayer

 

 

Caminar por las calles de Amman es sentirse en la película de Aladino. Muchedumbre, puestitos de frutas por todos lados y vendedores gritando sus ofertas. Jordania es un país árabe que cuenta con un alto grado de educación y mucho respeto por los turistas. Es cómodo para moverse y las personas son amables en su trato, curiosos con el extranjero y están dispuestos a intercambiar historias.

Arquitectónicamente, la capital de Jordania no tiene muchas cosas extraordinarias. Ni grandes mausoleos, ni casas impactantes. En general, los edificios son rectangulares, amarillos u ocre. Pero caminando por las calles del centro de la ciudad, llama la atención un gran anfiteatro romano, repleto de columnas corintias y centro de muchas actividades. Sobre una colina también se encuentran las ruinas romanas conocidas como “la ciudadela”, desde donde se puede apreciar una gran vista de las mezquitas e iglesias bizantinas de la ciudad.

Amman está construida sobre un terreno irregular, con valles y montañas; con lo cual, una parada obligada es visitar un restaurante alrededor de la famosa “Rainbow Street”, sentarse en un balcón a disfrutar de una sabrosa cena y asombrarse con la vista: un enorme mar de lucecitas intermitentes.

“Mi parte preferida de Amman es el centro de la ciudad, donde puedes sentir las raíces del país, la base de donde nace todo, la esencia del desarrollo de Jordania. Y a medida que te alejas del centro, sentís como el país crece de una manera diferente: en una dirección se acentúa el desarrollo económico y financiero, y en la otra, la conservación de la cultura y la naturaleza”, opina el joven ingeniero Issa Gammoh de 26 años, quien vive junto a su familia en el centro de de la capital.

Sabor a tradición

Si de comer se trata, la cocina jordana es excelente. Por la mañana los desayunos incluyen pan pita, aceitunas, queso feta, berenjenas, ‘hummus’ y miel. Una combinación extraña para el mundo occidental, pero que funciona a la perfección si uno necesita energía para comenzar el día. Es importante destacar la excelente pastelería, ya que como en todo país árabe, aquí también existe un gran legado en la creación de dulces y postres. El plato nacional es el ‘mansaf’ que consta de cordero cocinado en un tipo de yogur seco y servido con arroz. También está el ‘shawarma’ (wrap de carne con verduras y salsas varias), el ‘falafel’ (croqueta de garbanzos) y el ‘hummus’ (pasta formada por garbanzos, limón, semillas de sésamo procesadas y aceite de oliva).

“El mejor lugar para probar estas comidas es en una familia jordana”, explica Gammoh. Y es que la comida en Jordania representa un vínculo importantísimo dentro de los núcleos familiares. Las recetas se pasan de generación en generación y cada cena es un momento especial en el que se reúnen por varias horas y comparten una tradición milenaria.

Si no se puede acceder a una comida hogareña, también es posible probar excelentes platos en un lugar muy especial llamado Hashem, en el centro de Amman. En un espacio muy reducido, locales y turistas se mezclan y comparten las especialidades de la casa. Para una opción más gourmet se puede visitar Fakhr El-Din o Beit Sitti, que además ofrece clases de cocina. Nutritivo y educativo.

 

La sal de la vida

Amman es un excelente punto de partida hacia uno de los lugares más bajos de la Tierra: el mar Muerto. Este se encuentra a 411 metros bajo el nivel del mar y es famoso porque en sus aguas, saturadas de sales potásicas y magnésicas, uno puede flotar. En realidad es un lago y no un mar, al que se le atribuyen propiedades terapéuticas y curativas. Se recomienda realizarse baños de barro para rejuvenecer la piel y se pueden comprar innumerables productos con sales de sus aguas que ayudan a tratar cualquier problema cutáneo, como psoriasis o rosácea.

Además de la inusual vista de gente flotando en el agua, también llama la atención la vestimenta de las mujeres en un clima tan caluroso y en la playa. Todas cubiertas con velos o túnicas, se sientan en la orilla y dejan que el agua las bañe de a poco. En grupos de 4 o 5, con sus hijos chapoteando por ahí y los maridos reunidos más lejos, se cubren en la medida que pueden de barro y esperan a que se seque.

En Jordania la principal religión es el Islam y de acuerdo a sus mandatos, las mujeres deben cubrirse el cuerpo y pelo, por lo cual usan ‘hiyab’ (velo sobre la cabeza que deja libre la cara) o ‘chador’ (túnica que cubre todo el cuerpo). A diferencia de otros países musulmanes, esta vestimenta no es obligatoria, sino recomendada. Como 4% de la población es católica, muchas mujeres pueden, si desean, utilizar ropa occidental -siempre y cuando no sea provocativa-.

El rol de la mujer en este tipo de sociedades ha sido muy discutido, pero se puede decir que de los países árabes, Jordania es uno de los más liberales y el que muestra más progreso en el trato hacia las mujeres y su igualdad con los hombres.

Gammoh ha vivido gran parte de su vida en Jordania, exceptuando unos años en los que estudió en Canadá un post grado. Él sostiene que el lugar que ocupa la mujer en su país depende del tipo de región. “En algunas partes se tratan a mujeres y hombres por igual en todos los aspectos. Pero en las áreas más viejas y tradicionales, los hombres son más dominantes y con más poder. A algunas mujeres les gustan los hombres que muestran control”, opina. Pero en líneas generales, Jordania “es una cultura amistosa y que muestra mucho respeto a la mujer”.

Maravilla mundial

Entre pasadizos de piedra, a través de sombras y un largo camino, se encuentra la famosa ciudad de Petra. Un conjunto de enormes construcciones talladas directamente sobre la piedra, que lo dejan a uno sin aliento, admirando la belleza y dedicación que implicó la manufactura de semejantes templos.

El enclave arqueológico es el lugar más turístico de Jordania al que solo se puede acceder a través de un largo desfiladero. Después de caminar casi 2 km entre paredes de roca arenisca, el camino se abre y uno llega al “Tesoro de Petra”.

Esta construcción se hizo famosa para los occidentales, porque aparece en la película de Indiana Jones: “La última cruzada”. Con 40m de alto por 28m de ancho, esconde en su interior una pequeña habitación. Una gran diferencia con la película, en la que la fachada es solo la entrada a un enorme palacio.

Continuando el camino delimitado por carteles, se llega a un enorme páramo de tierra y piedra, lleno de edificios labrados en roca. Se cree que son tumbas o templos de la época en la que los nabateos ocupaban el territorio.

La segunda parada obligatoria dentro de la ciudad es “El Monasterio”. Una construcción similar al tesoro pero el doble de grande. También hay un teatro romano que tiene la capacidad para albergar a 8500 espectadores.

Muchas veces, a lo largo del camino, los beduinos y otros indígenas del área, ofrecen a los visitantes paseos a caballo, burro o camello. También venden postales, suvenires y sobre todo, agua. Ellos viven en la ciudad de Petra desde 1980 y usualmente ofician de guías o tienen pequeñas carpas con artesanías. Es muy común que inviten a turistas a pasar la noche en sus casas y compartir una típica cena beduina.

Aventura en el desierto

Otra de las actividades más recomendadas en Jordania es la visita al desierto de Wadi Rum. Ubicado en el sur del país, muy cerca del Mar Rojo, es conocido internacionalmente porque fue donde se filmó la película “Lawrence de Arabia”.

Generalmente se hacen excursiones que duran uno o dos días, en las que se puede hacer ‘trekking’, andar en 4×4 o incluso acampar. Muchos jordanos disfrutan de estos programas, por lo que resulta aún más interesante para el turista ya que puede ver como se relacionan entre ellos en un ambiente distendido.

Es una gran forma de adentrarse en su intimidad, ver a los hombres bailar entre ellos, a las mujeres sentarse a charlar y a las madres custodiar mientras fuman ‘shisha’ (una pipa a base de agua, con tabaco de distintos gustos). Después del baile, llega la hora de disfrutar una excelente degustación de platos autóctonos y ver la luna salir entre las montañas.

Sin dudas, Jordania es un país culturalmente muy rico, con gente amable y paisajes increíbles. En definitiva, un país lleno de maravillas.

 

Datos útiles

Cómo llegar: no hay vuelos directos desde Buenos Aires.
Las aerolíneas Iberia, Lufthansa y AirFrance llegan a
Jordania con escala.
Idioma: Árabe, pero mucha gente entiende inglés.
Moneda: Dinar (JOD) 1 JOD: 1.4 USD

Dónde comer

Fakhr El-Din:
web
Beit Sitti para clases de cocina:
www.beitsittijo.com
Petra
www.visitpetra.jo