Viaje al país más angosto de América. Caribe celestial, comunidades indígenas y una ciudad moderna que se erigió bajo el emblema y el poder económico que le brindó el famoso canal.
Txt y Ph: Guido Piotrkowski
El país más angosto de América puede ser, también, el más diverso. Con unos tres millones de habitantes, la población de Panamá está compuesta mayoritariamente por mestizos y mulatos, mientras que los pueblos originarios representan un seis por ciento de la población. Existen siete etnias diferentes que se dividen en cuatro grupos principales: los Kunas, los Emberá, los Ngöbe-Buglé y los Naso Teribe/Bribri. Muchos de ellos habitan en alguna de las cinco comunidades autónomas que existen a lo largo del territorio. Como una nueva forma de subsistencia, abren las puertas de sus hogares al turismo, enseñando y preservando su cultura al mismo tiempo. Así, comparten con el visitante sus creencias y tradiciones, su música y sus danzas.
La etnia mayoritaria en Panamá es la Ngöbe y Buglé, con unos 190.000 miembros que habitan en las provincias de Veraguas, Bocas del Toro y Chiriquí.
La comunidad cultural de Kiad queda muy alejada y no es fácil el acceso. Para llegar hay que atravesar un río, el Tabasará, con el agua hasta la cintura. Esta comunidad, si bien recibe algunos pocos visitantes cada tanto, no está organizada con fines turísticos.
El grupo de los Emberá, por su parte, es autóctono de la región del Darien en la selva y frontera con Colombia, donde se estima viven 25.000 habitantes. Esta es una zona en conflicto permanente, donde sus habitantes viven amedrentados por el narcotráfico, que opera en este lugar fronterizo. Es por eso que muchos Emberá eligen, y hasta se ven obligados, a desplazarse. Así, por ejemplo, se establecieron en una aldea, en las inmediaciones de la ciudad de Colón, en donde reciben turistas.
El archipiélago de San Blas es un mar verde esmeralda con cientos de pequeñas islas que brotan como hongos del mar Caribe. Para llegar hasta acá hay que contratar los servicios de las camionetas 4 X 4 de los nativos Kunas, quienes hicieron del turismo su medio de vida. Las mujeres visten sus atuendos tradicionales, muy vistosos, y en general, no son muy amistosas ni se dejan fotografiar.
Cristóbal Colón llegó a Bocas del Toro en su cuarto y último viaje. Algunas versiones aseguran que divisó un peñasco en la isla de Bastimentos con forma de toro acostado, y de ahí, el nombre. En Bocas hay muchas playas, entre las más renombradas están Wizard y Red Frog en isla Bastimentos; Bluff y Playa Estrella en isla Colón. Y cayos paradisíacos, como los Zapatilla. Por estas costas se puede avistar delfines y ver osos perezosos en los manglares, practicar snorkel, surf y coral surf.
Por su parte, la ciudad de Panamá, cuyo emblema es el famoso canal, es un paraíso fiscal con más de 120 bancos, moles de cemento vidriadas que le dan un aspecto de gran ciudad norteamericana costera al mejor estilo Miami, en pequeña escala. La capital tiene un pequeño casco histórico que está en proceso de revitalización, declarado Patrimonio Histórico de la Humanidad por la UNESCO en 1997. Hay locales de artesanías, donde venden el típico sombrero Panamá (cuyo origen verdadero es Ecuador). Hay una Catedral y una Plaza Mayor. Hay bares, restós y hoteles boutique, y una feria de artesanías que balconea a la city.