El Parque Kruger es la reserva natural más importante del sur de África, un reino de animales que vive en total libertad sobre una superficie que abarca 20.000 kilómetros cuadrados. Bienvenidos al lugar donde la tierra ruge.
Txt: Lucrecia Magnanini
Ph: South Africa Tourism
Se encuentra ubicado al noroeste de Sudáfrica y se extiende hasta las fronteras con Mozambique en el Este, con Zimbabwe al Norte y con el río Cocodrilo al Sur, además de estar integrado a los parques Limpopo y Gonarezho, en aquellos países limítrofes. Dentro de estas dimensiones astronáuticas -que guardan semejanzas con la forma y el tamaño del territorio de Gales (Reino Unido)-, encuentran refugio 250.000 animales salvajes. El parque es monitoreado por científicos divididos en 400 zonas de control y cinco hábitats naturales distintos.
Para poder recorrerlo y sacar el mejor provecho a la visita hay que tener en cuenta que tiene diversos accesos. La mayor parte del Kruger National Park es de propiedad y gestión pública, pero también hay zonas que funcionan como reservas privadas. Los animales se mueven con total libertad, ya que no existen vallados ni tampoco las fronteras, pero sí para sus visitantes. En la parte pública los turistas pueden montar sus carpas o alojarse en ‘lodges’ bastante sencillos pero bien equipados, que ofrecen únicamente el servicio de cama. Pueden ingresar con su propio vehículo, pero por caminos señalizados; salirse de ellos está terminantemente prohibido. Además suelen producirse atascamientos cada vez que aparece algún león o elefante.
La opción más recomendable, en el caso de alojarse en una reserva pública, es la de contratar el ‘game drive’ (término que se utiliza para designar a los safaris) de manera particular. Por su parte, en las zonas privadas, que anteriormente funcionaban como fincas de caza, hay una gran cantidad de ‘lodges’ de mejor servicio, y cuyo precio incluye la entrada al parque, las comidas y dos ‘game drive’. Además de recibir la información de los ‘rangers’ (guías) del ‘lodge’, que no sólo conocen el parque como la palma de su mano, sino que también cuentan con autorización para salirse de los senderos y buscar animales.
Experiencia ‘game drive’
Recorrer el parque es una invitación a disfrutar del silencio, de la inmensidad de la sabana y de la naturaleza en su mayor esplendor. Poco a poco aparecen los animales en escena, algunos se acercan tanto que parecieran no percibir a sus “invitados”. Sentir la mirada de un león o sorprenderlos a la sombra de un árbol, experimentar como se pasea una manada de elefantes a tan pocos metros de distancia, ver como una jirafa estira su cuello esbelto o como se camuflan entre pastizales las cebras, son sensaciones únicas. Los impalas ganan por mayoría y lo más probable es encontrarse con alguno de los 86.000. De todas maneras, la gran expectativa es toparse con alguno de los famosos Big Five o cinco grandes: 13.000 elefantes, 15.000 búfalos, 2.000 leones, 1.500 rinocerontes y 1.000 leopardos que rondan por el parque. Los animales que también pueden encontrarse en los billetes sudafricanos, fueron bautizados así por los antiguos cazadores debido la complejidad para atraparlos y el peligro que significan para la vida humana. Su búsqueda se torna todo un desafío y cuando estos gigantes se mueven en manada, ruge toda la tierra.
Más tarde y sólo por diversión surgió el concepto de los Small Five, o los pequeños cinco, que también deambulan por el parque. Las criaturas que acuñaron este nombre son las más pequeñas del continente: el escarabajo rinoceronte, la hormiga león, la tortuga leopardo, la musaraña elefante y el tejedor búfalo. Las hienas, suricatas y cinocéfalos son los más tímidos y difíciles de encontrar; y para ver algunos animales como el cerdo hormiguero, es necesario contar con mucho tiempo. Los pocos ríos dentro del Kruger se mantienen llenos de agua y hospedan a infinitos grupos de peces, cocodrilos y tortugas. Mientras el papión busca comida, los hipopótamos se toman tranquilos un baño. Las orillas del río son puntos de encuentro de casi todos los animales, sobre todo en la época seca. Ya sean jirafas, cebras o impalas, todos toman agua con tranquilidad; excepto cuando aparece el rey de la selva, y todos abandonan la escena. El desfile de animales depende, en gran medida, del factor suerte. Varía según el día o la noche, y de acuerdo al ritmo de las estaciones del año.
A medida que va cayendo la noche, y el cielo se envuelve por un manto oscuro, iluminado solo por las estrellas, es hora de retornar a los campings. Y sin importar con cuántos de los cinco pequeños o grandes uno se haya topado, la experiencia Kruger es única en su especie.