Llenos de historia, de arte y creatividad, estos cinco teatros son una parada obligada de la ciudad donde se encuentran. Viajemos alrededor del globo por sus escenarios más impresionantes…
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Dicen que los médicos curan, los ingenieros arreglan y los artistas nos tocan el corazón. Tal vez es por eso que el teatro es casi tan antiguo como la humanidad misma, porque es una necesidad del cuerpo y del alma. La de contar, la de soltar, la de hacer de lo que nos pasa, un hecho artístico. Los griegos le pusieron “catarsis”, y a través de ella le permitieron al pueblo, exhibir sus emociones en un ámbito seguro –no sin antes enseñarle teatralmente lo que sí, lo que no, la moral y el castigo divino que les espera a quienes no la respeten-.
Después, y a lo largo de los siglos, el arte escénico se fue ampliando, se definieron géneros y estilos -que la vanguardia se ocupó luego de volver a fusionar- y se construyeron teatros por todo el mundo para acogerlo y desarrollarlo. Muchos de ellos se convirtieron en espacios monumentales, en una pieza artística en sí misma que congrega turistas de todo el mundo. Allí se exhiben a diario óperas, ballet, obras de teatro, comedias musicales y hasta las ‘performances’ más experimentales. En esta selección de BaMag, espiemos algunos de los templos artísticos más impactantes…
Ópera italiana
La Fenice -el fénix en español- está situado en el corazón de Venecia y es uno de los más teatros famosos, no solo por su antigüedad sino también porque allí se estrenaron las óperas tanas más conocidas. Se inauguró en 1792 con una ópera de Giovanni Paisiello llamada ‘Giochi di Agrigento’, a la que le siguieron producciones de Gioacchino Rossini, Vincenzo Bellini y Gaetano Donizetti. Sin embargo, en 1836 un incendio destruyó el teatro, pero su reconstrucción fue inmediata y un año más tarde sus puertas se abrirían de nuevo. Aunque no por mucho, pues ya en la Primer Guerra Mundial se vieron obligados a cerrar el teatro.
Pasados los años bélicos, La Fenice reinauguró y vivió su época dorada. En 1930 tuvo lugar allí, el primer Festival Internacional de Música Contemporánea, en el que se presentaron compositores como Ígor Stravinski y Benjamin Britten, entre otros grandes artistas.
Ya en la década del 90, el teatro sufrió una desgracia más: un incendio provocado por dos electricistas que tenían problemas contractuales con la compañía. La reconstrucción tardó 3 años, y en el 2003 abrió nuevamente con un concierto inaugural que incluyó obras de Beethoven, Wagner y Stravinski. La reconstrucción estuvo a cargo del arquitecto Aldo Rossi quien respetó el estilo original del siglo XIX. Unos años más tarde, el teatro también fue sede del casamiento Salma Hayek y François-Henri Pinault. ¿Sus grandes atractivos? Las cinco exquisitas galerías de arte, los balcones de madera tallada y una capacidad para 1076 personas.
Modernidad en la isla danesa
Es el teatro nacional de ópera de Dinamarca y se lo considera uno de los más modernos y más costosos de todo el mundo. Se gastaron más de 300 millones de euros en su construcción, dinero que donó el magnate Mærsk Mc-Kinney Mølle.
Se llama Copenhagen Opera House, se inauguró en el 2005 y se encuentra ubicado en una isla dentro de la capital danesa –la mejor forma de acceso es por ‘ferry’ desde el puerto-.
Consta de dos salas, la principal para 1500 espectadores y la de cámara, para 200. Aunque sus ‘highlights’, sin duda, son la cubierta voladiza de 32 metros de longitud y sus 14 plantas, de las cuales 5 se encuentran bajo el suelo. En total, el teatro ocupa una extensión de 41.000 m2, y más de 12.000 m2 están ubicados debajo del piso.
Resalta también el uso del granito, el mármol, las piedras calizas y las maderas nobles tanto en el diseño interior como en el exterior, que exhiben la moderna arquitectura danesa. Y si de arte y diseño se trata, nada mejor que admirar su gran telón diseñado por Per Arnoldi y Per Kirkeby, las cuatro esculturas de bronce del foyer y las otras tres esculturas de luz del artista danés-islandés Olafur Eliasson.
Teatro griego en Inglaterra
El granito, el mar y el colorido panorama de un jardín exótico hacen del teatro de Minack, un lugar con magia. Aunque la mayor parte de la magia está en la historia de quién lo creó: una amante del arte dramático llamada Rowena Cade.
Resulta que después de la Primera Guerra Mundial, cuando su padre murió, Rowena llegó al condado inglés de Cornualles, y por 100 libras compró un terreno para construir una casa donde vivir con su madre y hermana. Apasionada por el teatro, Cade presenciaba cada obra que allí se estrenaba, y hasta había empezado a elaborar el vestuario y el decorado de varias puestas de Shakespeare que se presentaban en prados cercanos a la ciudad. Cuando se estaba planeando la puesta de obra La Tempestad, Rowena ofreció el jardín de su casa frente al mar: un conjunto de rocas amontonadas en una barranca.
Tras el visto bueno y durante 6 meses, la emprendedora comenzó a picar y cortar el granito a mano –con la ayuda de un jardinero-, para construir varias terrazas y una zona de escenario en el borde del acantilado.
En 1932 La Tempestad se estrenó bajo las luces de los automóviles y el teatro cautivó a todos los presentes. A partir de entonces y hasta su muerte en 1983, Cade siguió trabajando para mantener y mejorar el teatro. Hoy en día, y de junio a septiembre, se llevan a cabo 17 obras de teatro cada año.
Al igual que muchos amantes del arte, Rowena Cade nunca quiso recibir dinero por el uso del teatro y muchas veces, incluso, tuvo que poner plata de su bolsillo para cubrir los gastos de funcionamiento. En 1976, cuando tenía más de ochenta años, Rowena traspasó la gestión del Teatro Minack a una fundación benéfica creada para recibirlo.
Espectáculo de hielo
Esta obra monumental está anclada en la capital noruega y lleva el nombre de la Ópera de Oslo. Se inauguró hace seis años y su diseño tiene la firma del reconocido estudio de arquitectura Snøhetta.
Inspirado en un témpano emergiendo del mar, está íntegramente revestido con mármol blanco de carrara y cristal. A su interior lo decora una araña de 7 metros de diámetro que pesa 8 toneladas y tiene más de 8.000 diodos luminosos y 5.800 elementos de cristal y vidrio. Por su parte, el escenario principal se encuentra a 16 metros bajo el nivel del mar y tiene 16 metros de ancho por 40 metros de fondo.
Otra prominente característica de diseño del edificio es un techo que surge abruptamente de las aguas del fiordo de Oslo, y que también es una plaza pública por la que se puede caminar. En el interior deslumbra, a su vez, la ‘wave wall’, una pared de cuatro pisos hecha de roble que envuelve los tres escenarios de presentaciones.
Esta joya arquitectónica puede recorrerse por cuenta propia o a través de una visita guiada por el edificio y tras bambalinas en las que se puede conocer cómo se ponen en escena las óperas y ballets. Estos ‘tours’ se llevan a cabo todos los días y conviene reservar lugar por adelantado.
Conciertos monumentales
Diseñado por el talentoso arquitecto Frank Gehry, el Walt Disney Concert Hall en Los Ángeles es uno de los teatros con mejor acústica en todo el mundo. Abrió en octubre de 2003 y como casi todo lo de Gehry, fue hecha casi completamente en metal.
La sala principal de este complejo tiene un aforo de 2.265 personas y sirve -entre otras cosas- de sede de la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles y el Coro Magistral de Los Ángeles. Ahora… ¿de dónde surge semejante obra y por qué tiene el nombre de Walt Disney? La historia se remonta al año ’87 cuando Lillian Walt Disney, viuda del empresario, donó 50 millones de dólares para iniciar la construcción de una sala filarmónica. La idea era crear un punto de referencia para la música, el arte y la arquitectura, que posicionara a la ciudad de Los Ángeles en el plano cultural.
El proyecto de Gehry fue elegido tras un concurso internacional en el que se presentaron más de 70 propuestas. Allí el arquitecto impuso su característico estilo, en el que la extravagancia de las formas parece desafiar cualquier regla de armonía y simetría. Las formas exteriores están inspiradas en una embarcación con las velas en alto, y desde lejos puede apreciarse también una especie de cáscara compuesta por volúmenes interconectados, unos de forma ortogonal recubiertos de piedra y otros de forma orgánica, así como superficies onduladas cubiertas por una piel metálica de acero. Como nexo entre los distintos volúmenes se utilizaron superficies vidriadas.
La pieza central del interior del edificio fue diseñada para representar el casco de una embarcación. La idea del arquitecto fue la de concebir una sala con una forma escultórica evocativa de la música, logrando una conexión íntima entre la orquesta y la audiencia.
Además del auditorio principal –c