Espacios recuperados en fábricas o edificios abandonados son el escenario de la movida cultural y nocturna de Budapest. Bajo el nombre de ‘ruin bars’ reciben a cientos de turistas que buscan experimentar las tendencias de una de las capitales más vanguardistas en Europa del Este.
Txt: Soledad Gherardi
Ph: Gentileza bares
Dividida por las aguas del Danubio, Budapest se posicionó en las últimas décadas como una de las capitales más modernas y atractivas del este europeo. Antiguos e iluminados puentes unen a Buda -la antigua zona real- con Pest, el actual centro económico y comercial.
Bajo influencia soviética, durante la Segunda Guerra Mundial, Budapest sufrió grandes destrozos a causa de los bombardeos aéreos de los aliados. Luego de la caída de la URSS, el territorio abandonó el comunismo y se transformó en República Húngara. Sin embargo, después del conflicto, cientos de construcciones habían desaparecido y muchas otras se vieron severamente dañadas y abandonadas.
En 2002, un grupo de jóvenes vagaba por la capital húngara en busca de un lugar para reunirse y tomar unas cervezas por poco dinero. La escasez de propuestas hizo que miraran a su alrededor y descubrieran que tenían en sus manos la oportunidad de modificar la vida nocturna de su ciudad.
“Éramos sólo tres amigos que nos juntamos y abrimos un ‘pub’ que luego terminó llevando el nombre de ‘en ruinas’. Queríamos crear una mezcla de culturas, el centro de la comunidad moderna. Nuestro concepto es ser una gran isla verde en la cultura gris de bares”, explica Barna Vendely, Marketing Manager y uno de esos tres amigos responsables de la apertura de Szimpla Kert, el primer ‘ruin bar’ de Budapest. El éxito de la idea hizo que iniciativas de este estilo se fueran replicando a lo largo de todo el Distrito Judío, ubicado del lado de Pest.
No pasó mucho tiempo hasta que músicos, escritores y pintores se adueñaron de estos espacios y los intervinieron con sus creaciones, lo que aportó a la generación de una atmósfera mística y bohemia, que fue testigo del surgimiento de nuevos movimientos culturales europeos.
Fue así como, a partir de la reutilización de los principales íconos del deterioro de la ciudad, se desarrolló una tendencia que terminó por convertirse en estandarte de la cultura en la capital húngara.
Instalados en imponentes edificios en desuso o fábricas abandonadas, los bares en ruinas se caracterizan por sus numerosas salas, habitaciones y recovecos, mesas y sillas recicladas, muebles y objetos retro, y adornos vintage, enmarcados por paredes repletas de graffitis.
“La idea principal de los ‘ruin pubs’ es convertir edificios que están en ruinas en un espacio vivo, y al mismo tiempo, reciclar cosas viejas. Es importante entender que la mayoría de estos lugares también posee funciones culturales, pues allí se organizan exhibiciones, workshops, conciertos, clubes de cine y alternativas teatrales”, describe Attila Höfle, fundador y editor del sitio web ruinpubs.com.
El arte y la noche
Como pionero de esta corriente, Szimpla Kert es frecuentado por numerosos turistas que se mezclan con el público local. Está ubicado sobre la activa calle Kazinczy y su interior fue intervenido por artistas contemporáneos. Por su parte, la decoración está lograda a partir de aparatos electrónicos de segunda mano, viejos juguetes, bicicletas y hasta antiguos autos rusos.
“Budapest es una ciudad mucho más abierta ahora, más internacional que años atrás, con muchos extranjeros. Nosotros recibimos gente de todo tipo y edades. Durante el día vienen más que nada adultos, para apreciar la arquitectura y la decoración; mientras que más tarde se acercan quienes buscan disfrutar de la noche, los tragos y las bandas”, detalla Barna Vendely.
Dentro de su variada carta de bebidas alcohólicas, este bar se caracteriza por la oferta de vinos locales, en la que resalta uno espumante llamado Fröccs, distintos Pálinkas y cervezas artesanales.
A unas pocas cuadras, en la calle Klauzál, se levanta un edificio que lejos está de pasar desapercibido a causa de su llamativa iluminación rojiza. Numerosas instalaciones de luces LED dan vida a Doboz, donde los objetos artísticos parecen adueñarse del espacio. No sólo un pulpo cuelga en la barra de uno de sus cuatro bares, sino que también un gorila de madera gigante se abraza a una de las reliquias que alberga este pub: un enorme árbol que, con más de 300 años de vida, se declara el más antiguo del distrito.
Construido en 1880, este edificio llegó a albergar un hospital de niños durante la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, hoy ofrece una de las pistas de baile más concurridas de la noche húngara, musicalizadas con R’n’B, Hip-Hop y Funk.
Otro que también se destaca en este recorrido es Anker’t, una antigua fábrica que conecta numerosos ambientes a través de un amplio jardín central. Inaugurado en 2012, es uno de los más nuevos de esta familia y se distingue por su diseño minimalista y la encendida iluminación de sus lámparas LED. Los comentarios no dejan de elogiar sus distintos platos grillados y sus papas fritas, al mismo tiempo que sugieren no perderse la discoteca, oculta entre tantas habitaciones.
El reconocimiento que adquirieron estos bares a lo largo de los años y sus buenas reseñas a nivel internacional, dieron lugar a opciones que no sólo se ocuparon de respetar y mantener el concepto estético, sino que elevaron la sofisticación de la propuesta, en busca de alcanzar un público premium.
Uno de los representantes de esta variante es el moderno Mazel Tov. Localizado en un antiguo edificio de ladrillos a la vista, se ha convertido en un centro de diseño e innovación que le rinde homenaje -como su nombre lo indica- a la cultura judía. Bajo esa premisa, no es extraño que una de las especialidades de su cocina sea el hummus.
Si el recorrido continúa por fuera del histórico Distrito Judío, se empiezan a identificar otras características de la noche local. Sin embargo, esto no excluye que también se puedan encontrar algunos exponentes, como es el caso de Instant. Ubicado en la zona de teatros conocida como el Broadway de Budapest, Instant es una galería de arte, café y pub, y es generador de los más diversos eventos culturales. Dos edificios de viviendas se unen por medio de un espacio común que permite a los visitantes recorrer cada uno de los pisos y disfrutar de un trago o una cerveza en cualquiera de ellos. En cada departamento se descubren objetos de lo más bizarros, en los que la decoración adquiere un papel clave. Una de las imágenes más reconocidas es la instalación de una habitación completamente dada vuelta, en la que la cama, mesas, sillas y el resto de los muebles están colgando del techo.
Por dónde empezar
De paseo por Budapest, enfrentarse a una oferta tan variada puede dificultar el momento de decidir cuál de las opciones visitar. Para eso, recurrimos a Attila Höfle, quien también es el encargado de organizar visitas guiadas por el Distrito Judío. Según él, consisten en recorridos culturales que van mucho más allá de una simple visita a los distintos bares. El itinerario contempla las calles más artísticas de la zona, en las que se pueden apreciar murales, tiendas de diseños y, obviamente, los coffeshops y ‘ruin bars’ que dan vida a la noche local. Cada parada cuenta con una explicación acerca del contexto histórico y cultural en el que surgieron.
Para Höfle, el momento ideal para realizar estas salidas es entre mayo y septiembre, ya que gran parte de estos establecimientos carecen de cerramientos, lo que hace que el verano sea perfecto para disfrutar de sus jardines y espacios al aire libre.
Cada uno de los ‘ruin bars’ propone un concepto determinado y expresa una personalidad diferente. Recorrerlos, no sólo es sumergirse en la historia de la ciudad a través de sus objetos y construcciones, sino también experimentar su activa coyuntura cultural y artística.