Los alojamientos boutique ubicados en bodegas ganan protagonismo en la oferta turística. Su atractivo se explica en el paisaje que ofrecen las hectáreas plantadas con vid y en que el huésped puede participar activamente de la vendimia y conocer desde adentro la historia de un vino.
Txt: Andrea Palombo
Ph: Gentileza hoteles
Para aquellos que vieron “Paseo por las Nubes” -un film de 1995-, y todavía recuerdan la mítica escena en la que los protagonistas Keanu Reeves y Aitana Sanchez-Gijon comienzan a bailar pisando las uvas, o para los enófilos de libro que buscan conocer los orígenes de esos vinos que probaron en algún lugar remoto o en algún restaurante de su ciudad natal. Para ellos fue ideado el concepto de hoteles boutique o villas ubicadas en medio de hectáreas plantadas con vid, que luego se transformarán en los mejores vinos del país.
Los ‘wine resorts’ se caracterizan por estar atendidos por sus propios dueños, lo que les otorga mayor calidez. Además, el huésped siente que puede obtener información de primera mano sobre la bodega y los secretos del vino que va a degustar. Suelen ofrecer comida de la más alta calidad y en épocas de vendimia, entre febrero y abril, los turistas pueden participar de la poda, pisar las uvas y hasta en algunos lugares, elaborar su propio vino.
Aunque las visitas a los viñedos existen desde la antigua Grecia, recién a mediados del siglo XIX el vino logró impulsar el turismo en el mundo, principalmente en el condado estadounidense de Napa Valley, California; en Ontario, Canadá; en países europeos como Francia, Italia y Holanda; y hasta en Australia y Nueva Zelanda.
En Argentina, el enoturismo resurgió tras la crisis económica. En el año 2000, con la caída de la convertibilidad, los extranjeros recobraron el interés por conocer el país, ya que les resultaba más barato. Por su parte, las regiones vitivinícolas entendieron que era el momento perfecto para invertir y organizar propuestas como el Camino del Vino que, en 2014 tuvo más de 1.300.000 visitantes. Actualmente, ocho provincias forman parte del recorrido: Mendoza, Salta, La Rioja, Catamarca, San Juan, Río Negro, Neuquén y Córdoba. También está la histórica Fiesta de la Vendimia, que se organiza desde 1936, y que atrae a millones de turistas durante los primeros días de marzo. El gran interés que despertó el vino en la última década animó a las bodegas argentinas a copiar una tendencia mundial e instalar hospedajes en sus viñedos, ofreciendo así una experiencia única.
Dormir, beber y disfrutar
La provincia de Mendoza es un destino obligado para quienes desean hospedarse en un viñedo. Concentra el 70% de las bodegas del país y forma parte de la red Great Wine Capitals, que agrupa a las capitales vitivinícolas del mundo y en las que se encuentran ciudades como Florencia, Bordeaux, Cape Town, Porto, Rioja y Napa Valley. Con más de 1.500 bodegas produciendo vino, principalmente Malbec, Cabernet Sauvignon, Chardonnay y Torrontés, ofrece un paisaje inigualable con la Cordillera de los Andes de fondo.
Hay mucha oferta en hotelería, pero sin dudas el Cavas Wine Lodge se destaca. Ubicado en la ciudad de Luján de Cuyo, cuenta sólo con 18 habitaciones y un servicio bien personalizado. Su mayor encanto es la vista privilegiada de las montañas y la posibilidad de realizar paseos en bicicleta o a caballo para conocer las 35 bodegas que lo rodean. También ofrece otras actividades para despertar el espíritu aventurero como rafting, caminata por los andes, tirolesa y ‘rappelling’.
Uno de sus lujos es su restaurante, basado en un menú que se renueva cada cuatro meses y en el que predominan las verduras y frutas orgánicas de estación, carnes, pescados y pastas caseras. Pero su toque personal está en el spa, un espacio ideal para relajarse y en el que se aprovechan al máximo las bondades de la vid y los extractos de sus semillas que, ricas en polifenoles, se utilizan para rejuvenecer la piel.
A poco más de 60 kilómetros, en la ciudad de Tunuyán, The Vines of Mendoza está instalado en la base de la imponente Cordillera de los Andes, en Valle de Uco. Sus 22 villas, construidas con madera y piedra, garantizan tranquilidad y lujo, logrando una perfecta combinación de rústica elegancia y moderno confort. Y para aquellos que luego de vivir la experiencia no quieran irse, también existe la opción de adquirir una villa y hasta tener su propio viñedo.
Con la cocina a fuego abierto del reconocido chef Francis Mallmann, en su restaurante “Siete Fuegos” predomina la carne, el pescado y las frutas. No hay visitante que se vaya sin probar un ojo de bife cocido a la parrilla por nueve horas a fuego lento o el salmón al infiernillo en costra de sal, siempre acompañados por premiados vinos boutique. Se puede pasar el tiempo en el bar de la piscina, en el jacuzzi al aire libre o degustando un Malbec y hasta elaborando un vino propio, participando de la poda y pisando las uvas.
También en Luján de Cuyo, pero ubicado en la localidad de Vistalba, Entre Cielos garantiza una experiencia única para los enófilos. Cuenta con 16 habitaciones, pero su tesoro mejor guardado es su Limited Edition Vineyard Loft, ubicado literalmente en medio de sus extensos viñedos, ofreciendo dos vistas envidiables: Los Andes y las 3,2 hectáreas de planta de fino Malbec, con las que luego se produce el vino “Marantal”. Pero hay algo más que lo diferencia del resto de los hoteles, y es su circuito de fitness Vita Parcours, un recorrido de 1,6 kilómetros, formado por cinco puestos de ejercicios y una zona de estiramientos. Ideal para combinar relax y salud.
Más allá de Mendoza
Otra provincia vitícola es Salta, que tiene más de dos mil quinientas hectáreas de viñedos, donde se produce principalmente el famoso y tradicional torrontés. Al sudoeste, en la localidad de Cafayate, se encuentra Patios de Cafayate. Las 32 habitaciones que tiene ofrecen una vista a los viñedos y montañas que rodean el Valle Calchaquí. En este lugar se pueden realizar excursiones, cabalgatas, jugar al golf, visitar el Museo de la Vid y el Vino, y hasta participar del programa de degustación “Viva el vino”, organizado por su bodega El Esteco. La misma es reconocida en el mundo por producir vinos premium de gran personalidad, representando la tendencia del nuevo mundo con vinos jóvenes, frescos y frutados.
En Córdoba, en el departamento de San Javier, la Hostería Las Jarillas ha recibido muy buenas críticas de sus huéspedes e incluso fue reconocido con un Certificado de Excelencia por el sitio de viajes TripAdvisor. Ubicada al pie del Cerro Champaqui, fue construida en su totalidad con materiales de más de 100 años de antigüedad. Además, tiene tres hectáreas con Malbec, Cabernet Sauvignon, Shyraz y Merlot.
Sus dueños cuentan que en 2001, impulsados por su sueño de recuperar la viticultura del Valle de Traslasierra, eligieron este lugar para instalar el viñedo por sus características ideales para lograr uvas con potencial, como su altura de 900 msnm (metros sobre el nivel del mar), el clima, su suelo virgen, la ausencia de cultivos aledaños y su biodiversidad intacta. Más de una década después, ese sueño los llevó a convertirse en los productores de Noble de San Javier, el primer vino de la región, elaborado exclusivamente con métodos orgánicos y biodinámicos. Como en el resto de los hospedajes, se pueden hacer degustaciones y te permite interiorizarte en el proceso productivo del vino.
La belleza de sus paisajes, la calma reinante y la posibilidad de formar parte de una historia que concluye en las botellas de algunos de los mejores vinos del país, es lo que hace que cada vez más turistas elijan dormir entre viñedos.