En el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires las salas se llenan de color, luz y formas. Se trata de la muestra de Rogelio Polesello que reúne más de cien obras. Pinturas, murales, objetos y acrílicos nos invitan a conocer las distintas facetas de este gran artista.
Txt: Luisa Solazzi
Ph: Gentileza MALBA
Cuando Rogelio Polesello era niño, tenía la costumbre de colocar unos botones transparentes de su madre encima de sus dibujos. Y así miraba, a través de estos, las imágenes distorsionadas que se generaban. Este pequeño juego de la infancia fue uno de los motores de su carrera y perduró años más tarde, una vez que Rogelio se convirtió en un artista consagrado. No por nada, la muestra Polesello Joven 1958-1974, inaugurada en junio en el Museo Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA), comienza en el pasillo con una gran ventana cubierta por una lupa, donde los visitantes pueden asomarse para espiar el interior de la sala principal, desde una perspectiva diferente a la del ojo común.
La exposición está dedicada a las obras históricas, pinturas y acrílicos producidos por Polesello desde fines de los años 50 hasta mediados de los 70. Se focaliza así, en los años fundacionales de su trayectoria y exhibe una colección de 120 piezas, pertenecientes a numerosas colecciones públicas y privadas del país y del exterior.
El proyecto comenzó a gestarse junto al artista, hace ya más de dos años. Un equipo del museo trabajó en la organización del archivo Polesello, que contiene un registro exhaustivo de fotos, manuscritos, artículos periodísticos, folletos, libros y correspondencia, entre otros materiales que dan cuenta de su vasta producción. Una selección de estos documentos se despliega en diferentes vitrinas, a lo largo de toda la exhibición. El artista completó este material con información privada. Siempre estuvo muy entusiasmado con el proyecto y supo aportar datos, recuerdos e ideas para su exposición, lo que fue muy útil para terminar de configurarla luego de que el artista falleciera en julio de 2014. El museo contó, asimismo, con el apoyo de Naná Gallardo, pareja del artista, y de su hermano, Osvaldo Polesello.
Un paseo de luces y colores
La muestra se desarrolla en cinco núcleos, que dejan entrever la relación estrecha del arte de Polesello con otras disciplinas como la arquitectura, el diseño, el cine y la moda.
Comienza con la obra temprana de 1958 y 1959: monocopias, tintas, témperas y óleos de abstracción geométrica. Por estos años, el artista es muy joven, está en plena ebullición y ya ha vendido muchas obras. Si bien su arte se enmarca dentro de la abstracción geométrica, acostumbra trabajar la materia pictórica de forma orgánica, al estilo del pintor suizo Paul Klee.
El segundo núcleo continúa con obras de gran formato de principios de los años 60, entre las que se destacan sus primeras experimentaciones con pistola de aire y chapas, que Polesello usa como matrices para generar la vibración del color en abstracciones más libres. De este modo, trabaja en sus pinturas la sensación de sorpresa visual, acercándose a las ideas del artista húngaro Victor Vasarely, padre del arte óptico. En este sector, se incluye el mural Signos de Arena, nunca antes exhibido.
Los años 60 son un momento importante para la cultura en Buenos Aires. Surge el famoso Instituto Di Tella, el Fondo Nacional de las Artes y el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (MAMBA). Hay dos corrientes que pisan fuerte en el arte: la concreta, caracterizada por la abstracción, la geometría, la síntesis y lo concreto; y la informalista, que tiende a la forma irregular e imprecisa, donde el artista se deja llevar por sus impulsos y elabora composiciones sin importar el orden de los elementos.
Los artistas jóvenes solían alinearse a una de estas dos corrientes antagónicas. Pero la particularidad de Polesello es que en su obra va a haber un equilibrio entre las dos. Entonces, aunque sigue eligiendo un carácter no figurativo y geométrico, sus trazos se ablandan mucho. De a poco, va a va a lograr notoriedad en el mundo del arte y va a participar de cada vez más exposiciones.
“Su obra se destaca por su búsqueda de movimiento en lo estático, por los desafíos de la percepción a través de las oscilaciones entre figura y fondo, por las combinaciones de orden y aleatoriedad, y por la audacia en la utilización del color”, destaca Mercedes Casanegra, curadora de la exposición.
Siguiendo el recorrido, se llega a la sala dedicada a los años 1964-1966, donde se encuentran obras que se exhibieron en la II Bienal Americana de Arte Industrias Kaiser (Córdoba, 1964), en la 8ª Bienal de San Pablo (1965) y en el premio Esso, que el artista ganó en 1965 y le valió una beca de dos meses en Estados Unidos para investigar sobre el arte plástico. Es una época en que Polesello se mueve libremente entre la pintura, el diseño gráfico, textil y de objetos. También incursiona en la realización de tapices. En una de las vitrinas de la sala, se aprecian materiales relacionados con los tapices que hizo para la Galería del Sol y sus diseños, afiches y catálogos de arte para distintas publicaciones.
El año 1966 marca un cambio drástico en su carrera. La Cámara Argentina de Plástico convoca a Polesello para participar de la exposición “Plástica con plásticos” en el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA). Así, sumó a sus investigaciones pictóricas, la experimentación con volumen en placas de acrílico transparente, sobre las que tallaba lupas cóncavas y convexas. En el cuarto núcleo de la muestra, se exhiben algunas de estas obras. Son principalmente lupas, colgadas por delante de sus cuadros, que funcionan deformando las imágenes de sus propias pinturas; y es en esta distorsión que se generan múltiples lecturas para el espectador. Su pintura pierde un poco el carácter informal, se hace más geométrica y con colores más plenos.
En el último espacio, continúan los acrílicos. Grandes placas talladas -transparentes y de color– permiten al visitante observar a través de ellas, como si fueran prismas. También hay columnas y blocks con múltiples tallas que nos deleitan con su variedad de formas y colores. “El hallazgo del material polimetacrilato le fue propicio para conjugar un elemento central en su poética: el fenómeno óptico”, considera Casanegra.
En la década del 70, Polesello se vincula a la corriente generativa del arte, que da cuenta de cómo la pintura puede dar lugar a una serie de secuencias ópticas a través del desarrollo de una forma. Pueden verse obras de este estilo en la sala. La mayoría están realizadas con los colores cyan, magenta y amarillo, propios del ámbito de la gráfica.
Para la disposición de este último espacio, el MALBA se basó en el estudio de las puestas que el propio Polesello diseñó para sus exposiciones individuales en el Centro de Artes Visuales del Instituto Torcuato Di Tella (1969) y en el Center for Inter American Relations de Nueva York (1973).
Un artista sin fronteras
Polesello fue reconocido desde muy joven como uno de los talentos más brillantes de su generación. A los 19 años, se graduó como profesor de grabado, dibujo y pintura en la Escuela Nacional de Bellas Artes Pridiliano Pueyrredón. En 1959, realizó su primera exposición individual en la galería Peuser. Aquí es cuando empieza a investigar las posibilidades del arte óptico a partir de pinturas de composiciones geométricas vinculadas a la corriente constructivista. Este espíritu laborioso y aventureró lo acompañó durante toda su carrera, en la que tuvo la oportunidad de exponer en numerosos museos y galerías nacionales e internacionales.
Además de trabajar con la abstracción geométrica en pinturas, grabados y acrílicos, realizó diversos trabajos vinculados al diseño publicitario, a la arquitectura, al diseño textil, al ‘body painting’ y a las intervenciones en espacios públicos. Durante varios años, trabajó también en el departamento de arte de una agencia de publicidad. Y este conocimiento que logró del diseño gráfico y de la impresión le sirvió muchas veces para resolver cuestiones de la plástica. De ahí que el el artista Luis Felipe Noé dijera que Polesello “era un artista que atacaba la tela como un informalista y pensaba conceptualmente como un diseñador gráfico”.
En 1965, se transformó en uno de los protagonistas de la expansión internacional del arte argentino, a través de su participación en dos exposiciones muy importantes en los Estados Unidos: The Emergent Decade, organizada por el Museo Guggenheim de Nueva York, y el Salón de Artistas Jóvenes de América Latina, auspiciado por la Organización de Estados Américanos (OEA) y Esso Petrolera Argentina.
Sin dudas, Rogelio Polosello es un artista polifacético, que supo incursionar en los senderos del arte y el diseño, integrando todos sus conocimientos para crear obras singulares. Con esta exposición, el MALBA le rinde homenaje y lo reconoce como una de las figuras centrales de la escena artística y cultural argentina del siglo XX.
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La muestra puede visitarse hasta el 12 de octubre en el MALBA (Av. Figuero Alcorta 3415, Capital Federal).
www.malba.org.ar